Los kurdos yazidíes viven en Shengal (Sinjar) en Iraq, provincia de Nínive, en la región autónoma del Kurdistán iraquí. A lo largo de los tiempos han sido objeto de genocidios (que llaman ferman) y masacres. El 3 de agosto de 2014 comenzó para ellos el 74º genocidio de su historia.
Cuando los mercenarios del Estado Islámico se plantaron a las puertas de Shengal, miles de peshmerga y asayish, fuerzas de seguridad del Partido Democrático del Kurdistán (KDP) de Masoud Barzani, que hasta ese momento controlaba el territorio de Shengal, huyeron sin disparar ni una sola bala.
Poco antes de que comenzara este genocidio, las fuerzas del KDP incautaron todas las armas que tenían yazidíes y se llevaron detenidos a tres de los doce guerrilleros kurdos de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) y de las Unidades de Mujeres Libres (YJA-Star) que acudieron al rescate del pueblo yazidí que huía.
El 3 de agosto del 2014, aproximadamente 400.000 yazidíes huyeron a la vecina región del Kurdistán iraquí y decenas de miles se refugiaron en el monte Sinjar. El resto, al no poder huir, fue asesinado o llevado al cautiverio y sometido a horribles actos de violencia: esclavitud, trabajos forzados, reclutamiento, tortura y violación.
El ISIS consideraba a los yazidíes “infieles” y ordenaba a los hombres que se convirtieran o murieran. A las mujeres las capturaban, las casaban con el mejor postor, las esclavizaban sexualmente y las obligaban a convertirse.
Más de 6.000 mujeres y niños fueron capturados por el ISIS y casi 2.800 siguen desaparecidos hoy en día. La violencia sexual se utilizó como arma de guerra y se codificó en los manuales del ISIS que explicaban cómo traficar con mujeres yazidíes. El ISIS creía que violar a las mujeres destruiría a la comunidad desde dentro.
Heza Şengal (Suat Murat Xelef) es una de las mujeres que sobrevivieron a los horrores del ISIS y hoy es una comandanta de las YJŞ, las fuerzas populares de autodefensa de Shengal.
Nacida en Digure, un pueblo al norte de Shengal, Heza (su nombre significa Fuerza), ha aceptado hablar con Berria a diez años del genocidio de Shengal.
Como era tu vida antes del 3 de agosto del 2014?
La seguridad de la región de Shengal pasó, en el 2003, a depender del KDP, tras la intervención norteamericana en Irak. 12.000 peshmergas del KDP y 7.000 efectivos de seguridad iraquíes debían encargarse de cuidarnos. Algunos yazidíes también trabajaban como peshmergas, por lo cual el ser miliciano del KDP proporcionaba salarios y cierta seguridad económica, pero básicamente la población estaba empleada en la agricultura (las mujeres mayormente) y los hombres en la construcción.
Mi familia estaba formada por mis padres y diez hermanos (6 hermanas y 4 hermanos) y además estábamos muy unidos con nuestros tíos y primos, éramos como una familia ampliada.
¿Cómo era percibida la presencia de los Peshmergas en vuestras aldeas?
Nos afectaba porque según la creencia yazidí, el contacto o la conversación entre un hombre musulmán y una mujer yazidí es un problema. Las mujeres yazidíes evitaban salir y teníamos muy poca vida social fuera del hogar.
Despreciaban nuestras costumbres. Lo único que nos tranquilizaba era que hablábamos el mismo idioma, el Kurmanci.
La presencia de cientos de peshmergas armados, tanto en la aldea como en los alrededores, nos daba la sensación de que estábamos protegidos, al menos eso es lo que pensábamos.
La ofensiva del ISIS en Mosul y Tal Afar en junio del 2014 marcó el pasaje a una etapa diferente de la guerra del ISIS.
Sin duda. Ese era tema de debate general en Shengal. Los chiitas de Mosul y Tal Afar escaparon de la represión del ISIS y se refugiaron entre nosotros, los acogimos y tratamos de protegerlos en las escuelas y hogares de todos los pueblos, pero el hecho del avance del ISIS hasta Tal Afar nos asustó. Era sólo una cuestión de tiempo que el ISIS llegara a Shengal. La gente tenía miedo pero sabían que no había más remedio que confiar en las fuerzas peshmergas.
Sin embargo el 3 de agosto los mercenarios del ISIS llegaron a Shengal….
El día antes del edicto, el 2 de agosto, el KDP recogió las armas de los yazidíes que estaban en sus filas, en el sur de Shengal, y las armas que los civiles guardaban en sus casas para defenderse, por lo tanto en esa fecha todos los yazidíes en Shengal estábamos desarmados. Inmediatamente las fuerzas del KDP abandonaron todos los puntos de control y acuartelamiento que tenían. Llegaron las fuerzas del ISIS que se instalaron en los puntos abandonados por los peshmergas que mientras huían nos decían que no abandonáramos nuestros hogares porque regresarían. Nos traicionaron.
El ISIS primero capturó el sur de Shengal, es decir de la montaña. Supimos que los que escapaban por el monte fueron masacrados y secuestrados. Teníamos miedo. Llegaban noticias de que había personas que estaban dificultando el avance del ISIS hacia la montaña, y fue lo único que nos dio esperanza, pero era una resistencia improvisada.
En Digure, como en todos los pueblos todos, excepto los ancianos y los discapacitados, huyeron hacia las montañas. Nos situamos en una zona desde donde se podía observar nuestro pueblo. Vimos cómo el ISIS entró y después de un tiempo se fueron. El 4 de agosto bajamos al pueblo, para recoger algunas cosas y a las personas que se habían quedado allí y nos dirigirnos hacia el Sur de Kurdistán o Rojava. Mi madre y mi abuelo se habían quedado en nuestra casa, él no podía caminar y ella se quedó para no dejarlo solo.
Afortunadamente, cuando ISIS entró en el pueblo, no registraron las casas, así que todos los que habían quedado estaban a salvo. Recogimos a mi madre y a mi abuelo. Había muy pocos vehículos así que la mayoría de la gente caminaba, incluso los mayores.
Nos movimos rápido, éramos mucha gente. Nos dirigimos rumbo a Rabia. Hacía calor y las personas que tenían dificultades para caminar se caían una y otra vez , pero de alguna manera continuamos caminando. En el límite de Rabia, los musulmanes locales nos pararon y después de un tiempo llegaron los miembros del ISIS.
Y qué pasó entonces?
Primero llegaron dos vehículos y luego muchos miembros del ISIS. Nos rodearon. Afortunadamente mi padre, mis 3 hermanos, el menor de mis tíos y sus 3 hijos, y uno de los hijos de mi tío abuelo no estaban allí porque estaban trabajando en la construcción. Nos alegramos de que no estuvieran con nosotros, eramos 25 de la misma familia. La gente del ISIS nos metió a todos en vehículos y nos llevaron a un punto de control Peshmerga. Allí pasamos un tiempo y después nos volvieron a meter a todos en vehículos y nos llevaron al valle de Shilo. Allí nos bajaron y separaron a los hombres y las mujeres. Uno de mis tíos fue el primero en dejarnos. Mi madre se entremezcló con las ancianas, y tuvieron la oportunidad de escaparse en el pueblo de Bare porque el conductor del vehículo resultó ser yazidí.
Los demás miembros de la familia estuvimos todos juntos hasta el centro de Shengal, y allí nos separaron. Nos mantuvieron en Mektaba Sora (Escuela Roja) y luego nos sacaron a muchas mujeres y nos llevaron a una escuela en Tal Afar donde estuvimos retenidas durante casi 20 días.
Nos impusieron la conversión al Islam diciendo que nos darían casa y dejarían a nuestros hombres. Algunas familias aceptaron la conversión. Mi familia no, y nunca más trajeron de vuelta a mi tío, nunca supimos su destino. Aunque no hubiésemos aceptado la conversión al Islam, nos instalaron en una casa del pueblo, como familia, pero antes se llevaron a la hija de mi tío y a muchas otras mujeres jóvenes y hermosas.
¿Entonces os trasladaron a Raqqa, proclamada como capital del Califato?
A los dos meses nos juntaron a todas y empezamos un largo viaje hacia la frontera y cruzamos en territorio sirio. Nadie detuvo el autobús que nos trasladaba. Nos llevaron a una gran casa en Raqqa, éramos muchas. Nos llevaban en grupos, nosotras éramos el segundo grupo. El lugar era como una plaza de mercado. Las bandas de ISIS que venían nos revisaban una por una y si les gustábamos nos compraban, como si fuéramos mercancía. Algunas como concubinas otras como esclavas, primero se llevaron a mi hermana, luego se llevaron a mi prima.
Estábamos destrozadas, en manos de bárbaros que hablaban árabe pero también muchos otros idiomas. No podíamos entender ni su idioma ni lo que estaban haciendo. Caminábamos hacia la incertidumbre, sin saber qué nos podía pasar. Nos quitaron a nuestros niños. Los lamentos de las mujeres se mezclaban con los gritos de los niños, era como el apocalipsis. Nos dijeron que enviarían a los niños a la escuela para educarlos. No sabíamos a qué se referían, después supimos que la gente del ISIS utilizó a esos niños como escudos y también como terroristas suicidas. Es muy difícil encontrar palabras para describir esta brutalidad. Venían todos los días y se llevaban a muchas mujeres arrastrándolas por el pelo. Lo que nos hicieron a todos nosotras no fue más que el rostro más bárbaro de la humanidad.
¿A ti te llevaron con tu cuñada?
Sí, aunque estuvimos juntas una noche y luego se la llevaron y nunca más la he vuelto a ver. Me mantuvieron allí por un tiempo, luego fui pasando de mano en mano como un paquete, ni recuerdo cuantas veces. Estaba sola y al borde de la muerte, pero sabía que había miles de mujeres que compartían mi mismo destino. Me vendieron a 9 grupos diferentes. Eran bandas de Egipto, Siria, Turquía, Irak, y había también gente que hablaba inglés, no sé exactamente de dónde eran. Por lo general me tomaban como su concubina. Me usaban como una esclava. Me vi como una vergüenza, sin humanidad. Pensé que la tierra había sido invadida por extraterrestres y que ya no era lugar para vivir.
Por eso pensaba todo el rato en suicidarme o escapar. Primero intenté huir, pero no lo conseguí, por eso el miembro del ISIS que me tenía secuestrada me vendió a un mercenario saudita, y este me llevó con él y su grupo desde Raqqa a Taqba, Alepo y otras localidades.
Su trato hacia mi siempre era el mismo, la ideología que habían abrazado era la barbarie, eran misóginos, y creían que el cuerpo de las mujeres eran la recompensa por su barbarie.
El ISIS alimentaba su mentalidad dominante y la razón de su existencia infundiendo el miedo en los corazones de la gente, mediante una soberanía absoluta de la fe y mostrando al mundo entero que eran invencibles. Estaba claro que contaban con apoyo externo, tenían logística, suministros de armas y municiones y facilidades para traspasar las fronteras.
De hecho, ISIS representó la cara oculta de políticas estatales que promueven la opresión y la barbarie. La violación, la violencia y la mentalidad que ve los cuerpos de las mujeres como parte de la religión ha conllevado profundos traumas a miles de mujeres. Como mujer yazidí secuestrada por las bandas del ISIS sufrí eso en mi propio cuerpo. Fui sometida a violaciones, a todo tipo de violencia y mi cuerpo fue comprado y vendido como una mercancía.
Cómo lograste salir de ese horror?
La última etapa de mi cautiverio fue en Raqqa, con una banda del ISIS saudí. Intenté suicidarme, pero siempre fracasé. Además del suicidio siempre tuve en mi cabeza fugarme, aprovechar la más pequeña oportunidad que se me presentara. Me dejaron un tiempo con una familia. La madre de la casa era Kurmanch y me sacaba con ella, aunque normalmente no nos permitían salir. No era miembro de ISIS pero les tenía miedo. Cerca de la casa había una tienda cuyo dueño también era Kurmanch. Sin embargo la banda del ISIS vino y me llevó a otra casa. Aproveché la oportunidad cuando estuve sola y fui directamente a aquella tienda y le pedí al dueño que me salvara. Tenía mucho miedo pero tenía que aprovechar la oportunidad. El dueño de la tienda resultó ser una buena persona y me llevó en secreto a su casa. Después de un tiempo informó a las unidades de defensa populares kurdas, YPG-YPJ, que tenía escondida una mujer yazidí, y juntos me sacaron de Raqqa. Aquel hombre, usando la identidad de la propia hija, me trasladó hasta los límites de Raqqa y me entregó a las fuerzas de las YPG. Estaba libre. Eso fue en mayo del 2015.
No conocía a las fuerzas YPJ-YPG por eso estaba retraída. Ya no podía confiar en nadie. La sombra de ISIS estaba en todas partes y le tenía miedo a todo. Las combatientes kurdas me llevaron a las zonas liberadas. Una de ellas me dijo que era yazidí. Una parte de mí se sintió aliviada pero aún no podía superar el miedo. Cuando llegamos a Kobane me llevaron donde sus amigas y el hecho de que fueran mujeres me tranquilizó un poco. Me quedé con ellas durante toda mi estadía. Yo también participé en la guerra, por lo general me dejaban atrás y fui testigo del martirio y las heridas de varias combatientes. Me impresionó su valentía y saber que cada bala que disparaban era para vengar a las mujeres yazidíes. Luchaban por la comunidad yazidí y sus mujeres y aprendí a confiar en ellas.
Aquella experiencia me hizo reaccionar, a pensar con más claridad e ir dejando atrás los traumas que había vivido. Fui convirtiendo los traumas de la soledad y la traición en espíritu de lucha, yo también quería combatir. Quería vengarme por mí y por todas las mujeres yazidíes. Aprendí que para ser combatiente y sanar mis heridas, tenía que aferrarme con fuerza a la vida, entonces decidí luchar en Rojava.
Tras la liberación de Shengal, en Noviembre de 2015, decidiste regresar.
Shengal fue liberada de ISIS por las guerrillas de las HPG-YJA y los combatientes de las YPG/YPJ. Cuando regresé a mi tierra ya no era la antigua Heza. Lo que ISIS me hizo y lo que aprendí de las YPG/YPJ me convirtieron en una persona completamente diferente.
Mis heridas aún sangraban pero me sentía más fuerte y decidida que antes. A mi regreso me encontré con una parte de mi familia que había sido rescatada, pero 3 primos, 3 primas, mi tío y una de mis hermanas y otro hermano aún estaban en manos de ISIS.
Luego durante la ofensiva en Raqqa en el 2017 rescataron a tres de mis primas, y en el 2019 mi hermana también fue liberada por las fuerzas del SDF en el campamento de Hol (en Rojava).
Después de regresar a Shengal, me uní a las fuerzas de defensa de mujeres yazidíes, YJŞ y con un grupo de mujeres participamos directamente en la liberación de Raqqa, vengando así a las mujeres yazidíes. Participar en aquellos combates fue mi primera acción directa en mi lucha contra el ISIS.
Han pasado 10 años desde aquel 3 de agosto ¿Crees que el mundo haya actuado como debía frente al genocidio y castigar a los responsables?
Desafortunadamente, la mentalidad, la ideología y la política contra las mujeres no ha sido ni reconocida ni condenada, y muchos miembros de ISIS aún viven libres amparados por algunos estados. Me pregunto: ¿No tienen valor las historias que describen la barbarie de ISIS? ¿No tiene realmente significado lo que pasaron las mujeres? ¿Por qué no se crean las condiciones para que se juzgue a los miles de miembros del ISIS? ¿Por qué no se procesa a los estados y las fuerzas que apoyaron a ISIS? ¿Por qué el mundo es tan cobarde a la hora de juzgar al ISIS?
El KDP nos abandonó a nuestra suerte el 3 de agosto. Entregaron Shengal al ISIS y está bien documentado el apoyo de Turquía al ISIS , mediante el suministro de logística, municiones y la facilidad para cruzar las fronteras.
Shengal ha sido liberada pero todavía sigue siendo atacada, sobre todo por Turquía ¿Por qué razón?
Hay fuerzas que quieren mantenernos en la incertidumbre, la inseguridad y la desesperación mediante el miedo. Hay fuerzas que mantienen una guerra sucia contra nosotros porque aún no han digerido la derrota del ISIS. Son esas mismas fuerzas estatales que impulsaron la masacre del 3 de agosto del 2014, de acuerdo con las bandas ISIS. ¿Quiénes son esas fuerzas? pues todo el mundo los sabe, Turquía, con la colaboración KDP. ¿Porqué nos temen? Porque tienen miedo de nuestro poder y nuestra capacidad de organización. En este momento lo que pretenden es distorsionar nuestra esencia con su política de guerra especial. Intentan comprar a nuestra gente con cosas materiales.
Lo que estamos intentando hacer es crear un yazidismo que partiendo de su esencia sea capaz de modernizarse lo que será un modelo significativo para la humanidad
Al mismo tiempo hemos ido asumiendo otras perspectivas, específicamente las propuestas de Abdullah Ocalan, tanto en términos de autodefensa como en su sentido de nación y autonomía democrática.
¿Quieres añadir algo más?
Tenemos que denunciar alto y fuerte las agresiones y los asesinatos que se cometen en estas tierras antes de que se conviertan en una masacre como la que está ocurriendo en Palestina. Si hoy guardamos silencio mañana cometerán masacres de mayor magnitud. Apoyar a Shengal significa apoyar la conciencia de la humanidad. No debemos olvidar nunca lo que le pasó a nuestra gente que fue degollada, a los niños que murieron en los caminos, a las mujeres que se arrojaron de los acantilados y a aquellas que todavía están en manos de ISIS. Olvidar es traicionar, olvidar significa traicionar nuestra conciencia, por eso llamamos a todas las personas con humanidad a denunciar y oponerse a las oscuras políticas que se quieren imponer en Shengal.
Fuente: Berria
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