Recomiendo:
0

Crisis siria

Si no podemos, o no queremos, afrontar las causas, al menos tenemos que responsabilizarnos de las consecuencias

Fuentes: The Guardian

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.


 

Niñas sirias de un campo de refugiados en Al-Faur, al este del Líbano.

Los refugiados sirios en Líbano reaccionaron el martes con pánico el martes ante la noticia de que la ONU suspendía la ayuda a 1,7 millones de refugiados por falta de fondos.

(Foto Hussein Malla/AP)

Como si la tragedia siria no fuera ya suficientemente horrible, con una cifra de víctimas que supera ya las 200.000 y más de la mitad de la población en situación de desarraigo a causa de la guerra, otro ingrediente ha venido a añadirse a la tragedia de esta nación: gran parte de la ayuda humanitaria internacional parece estar reduciéndose a una gota. En una decisión que intenta hacer sonar las alarmas, el Programa Alimentario Mundial (WFP, por sus siglas en inglés) de la ONU ha anunciado que suspende la ayuda alimentaria en la región debido a la falta de fondos. El WFP necesita alrededor de 60 millones de dólares para poder distribuir cupones para alimentos básicos a más de 1,7 millones de refugiados durante el mes de diciembre. El dinero no está llegando, quizá debido en parte al cansancio de los donantes. Uno sólo puede imaginar el devastador impacto que cualquier interrupción en la distribución de alimentos va a tener en los innumerables campos de refugiados en los que ahora viven los sirios que huyeron de la guerra. Más de tres millones de sirios están refugiados en los países vecinos, principalmente en Turquía, Líbano y Jordania.

El conflicto sirio, que lleva tres años intensificándose, ha demostrado la impotencia de la comunidad internacional frente a una crisis multifacética. La guerra empezó cuando el régimen sirio utilizó armamento contra su propio pueblo para aplastar un levantamiento popular. Bashar al-Asad no ha escatimado ningún horror a sus ciudadanos, desde el uso prácticamente confirmado de gas sarín y las bombas de barril arrojadas sobre las ciudades hasta los asesinatos en sus cámaras de tortura. El resultado ha sido la radicalización de todas las partes.

Ahora que la lucha internacional contra el Estado Islámico ha tomado la delantera a cualquier otra noción de detener a Asad, el dictador sirio parece haber triunfado representándose como aliado tácito de Occidente en la lucha contra el yihadismo radical. Los planes para pergeñar una «transición política» en Damasco se han reducido ya a poco más que eslóganes vacíos de la diplomacia internacional, desplegada especialmente por una administración estadounidense que ha mostrado mucha indecisión respecto a Siria.

Nadie quiere, o parece capaz, hacer frente a las raíces del problema sirio -el régimen de Asad- pero ahora ni siquiera estamos refiriéndonos a los síntomas. La ayuda alimentaria es esencial. Los gobiernos de las naciones más ricas, empezando quizá por los del Golfo, deben dar a la ONU el dinero que necesita para alimentar a los sirios que pasan hambre. Puede que esté en juego la propia estabilidad de los países que acogen a esos refugiados.

Fuente: http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/dec/02/guardian-view-on-syrian-crisis-refugees-food-aid