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Sionismo, anti-sionismo y post-sionismo

Fuentes: Rebelión

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Hace una semana Haaretz publicó un artículo de Shlomo Avineri, un respetado profesor y  ex director general de la Oficina israelí de Asuntos Exteriores. Intenté refutar sus  puntos de vista en una carta al director.

Por estar restringidos al formato de una carta, mis comentarios fueron necesariamente breves. Haaretz recortó todavía más la carta. Envío aquí el texto íntegro del artículo de Avineri, y todo (sin recortar) el texto de mi carta.  

La Mentira del Post-sionismo  por Shlomo Avineri 

En los últimos años ha surgido un fenómeno llamado «post-sionismo» que se ha desarrollado en el discurso político-intelectual de Israel. Fundamentalmente, este fenómeno no es sólo una crítica radical a la política de Israel; en su base está el rechazo total al proyecto sionista y a la propia legitimidad de la existencia del estado de Israel como una nación-estado judía. 

Los llamados argumentos «post-sionistas» tienen varios aspectos; no sólo políticos sino también culturales. Ven el sionismo como un fenómeno colonial, no como un movimiento nacional que está en disputa con otro, el movimiento  nacional palestino, que demanda el mismo territorio. Algunos de los que se consideran «post-sionistas» van incluso más allá en su argumento de que la propia existencia de un pueblo judío es una «narrativa» que se inventó en el siglo XIX y que los judíos son tales en base a una comunidad religiosa. La actitud del sionismo, que tiene la mayoría de sus raíces en Europa, hacia los judíos de los países musulmanes también se percibe en el contexto de la explotación colonial. 

Este enfoque también pretende deslegitimar el mundo conceptual del sionismo: Debido a que algunos de los llamados argumentos «post-sionistas» están traídos del discurso post-modernista, sus portavoces entienden que los términos que emplean tienen fuerza en sí mismos. Quién controla los términos controla el debate. Por consiguiente insisten en referirse en hebreo al Eretz Israel anterior a 1948 como «Palestina»; los judíos que vienen a vivir aquí, a quienes el discurso sionista denomina «olim» (de la raíz hebrea «ascender»),  son «inmigrantes,» y así sucesivamente. 

Al mismo tiempo, aquellos que tienen cuidado de no aceptar  a veces la narrativa sionista, aceptan la narrativa palestina sin cuestionarla. Para ellos está claro que hay un pueblo palestino, que lo que pasó en 1948 es exactamente lo que los árabes dicen que pasó, y que en el conflicto israelo-palestino hay, por una parte, una «narrativa sionista», y por otra, «hechos» idénticos a la narrativa palestina. Esto es, por supuesto, una absoluta tontería y contradice los principios mismos del post-modernismo. 

Pero hay además otro aspecto en todo esto: Aquellos que se llaman «post-sionistas» simplemente son anti-sionistas de viejo cuño. El término «post-sionismo» suena como si fuera algo innovador que vino después del sionismo. Sin embargo, aquí radica un grave error: Para que el término «post-sionismo» sea significativo es necesario empezar con la aceptación del sionismo como un hecho y una realidad y tratar de ir más allá. Así, por ejemplo, la crítica post-moderna empieza con la aceptación de la modernidad, toma sus resultados dialécticos y sus contradicciones e intenta ir más allá de ella.  Este no es el caso de los que se llaman «post-sionistas»: Ellos no ven el sionismo y el estado de Israel como una realidad que ha llegado a suceder, sino como algo que, para empezar, no es legítimo y debe eliminarse desde sus propios fundamentos. 

Sin embargo, en esto sus demandas son idénticas a las de los clásicos anti-sionistas de la vieja escuela. Por ejemplo, éstos eran los clásicos argumentos comunistas  y en alguna medida también los de los «bundistas» (1): Que no existe ningún pueblo judío (ver, por ejemplo, la doctrina de Stalin), que el sionismo es un aliado del imperialismo y que los árabes palestinos son víctimas de la agresión sionista. No todos estos argumentos carecen totalmente de fundamento y quienes discreparon de ellos sabían también que el debate era legítimo. 

No hay ninguna razón para no repetir estos argumentos hoy si uno considera que son correctos. La deshonestidad intelectual está en el intento de crear un sentido de algo nuevo, supuestamente «post» y moderno: Es simplemente un automóvil viejo que están intentando vender como si en este justo instante saliera de la cadena de producción de las últimas novedades intelectuales. 

Algunos de los que se llaman «post-sionistas» también provienen del antiguo bando comunista. Hay cierto patetismo en que hace 20 años creyeran en un mundo nuevo y  justo que surgiría de Moscú o Cuba y que lo único que les quede hoy de esa elevada visión sea el anti-sionismo. No la hermandad de naciones, no la liberación del proletariado, no la justicia social universal -todo esto se han derrumbado de una manera trágica-; lo único que queda  es el odio al sionismo. 

La posición anti-sionista ha acompañado al sionismo desde el comienzo y es una posición legítima aun cuando uno no este de acuerdo con ella; llevó a algunos comunistas de la Tierra de Israel (perdón, Palestina) a justificar asesinatos de judíos en Hebrón y Jerusalén cometidos por los palestinos en 1929, como la genuina expresión de un «levantamiento popular», aun cuando su inspiración era el Islam fanático. 

No hay nada nuevo en esta ceguera moral y en estas distorsiones históricas, pero vale la pena  recordarlo: Ésta no es una cuestión de post-sionismo, sino de anti-sionismo de la vieja escuela. Lo absurdo es que anti-sionistas de una casta diferente, la gente del movimiento ultra-ortodoxo Agudat Yisrael, por ejemplo, han aceptado el hecho histórico de la existencia del estado de Israel. Los otros anti-sionistas que están acostumbrados a llamarse personas del mundo del mañana, todavía están cautivos en las trampas del pasado. De hecho, no hay nada nuevo bajo el sol. 

Post-andamiaje para Israel 

Una carta de Uri Avnery 

En contestación a «La mentira del post-sionismo» [título hebreo del artículo] de Shlomo Avineri (Haaretz 04-07-07) 

En 1976 una revista de Jerusalén escribió que mis colegas y yo  -el general Matti Peled, Eliyahu Elyashar, el coronel Meir Pa’il-, es decir, los fundadores del «Consejo Israelo-Palestino por la Paz», éramos  anti-sionistas. La demandamos por  libelo, ganamos el caso y tuvo que indemnizarnos considerablemente. 

En el transcurso del procedimiento testifiqué largamente basándome en mi libro «Israel sin sionistas». Cuando el juez me interrogó sobre mi actitud hacia el sionismo, empleé, por primera vez, el término «post-sionista.»    

El «post-sionismo» en su verdadero significado está muy lejos del «anti-sionismo». Reconoce los logros históricos del sionismo: La formación de una nueva sociedad, la revitalización del idioma hebreo y la creación del estado [de Israel]. Lo hace sin ignorar los aspectos oscuros: La injusticia histórica perpetrada contra el pueblo palestino. 

La esencia del post-sionismo radica en reconocer que el sionismo cumplió su papel con la fundación del estado de Israel. Desde entonces existe una nueva nación, la nación israelí, formada por los ciudadanos de Israel, así como la nación estadounidense está formada  por los ciudadanos de Estados Unidos. Los ciudadanos judíos sienten una afinidad natural con el mundo judío mientras que los ciudadanos árabes sienten una afinidad natural con el mundo árabe. 

Un israelí al que se le pregunta en el extranjero «¿Usted qué es?» contesta automáticamente: «Soy israelí», no se le ocurre decir «soy judío», a menos que se le pregunte específicamente por su religión. 

David Ben-Gurion dijo que la Federación Sionista jugó el papel del andamiaje en el edificio del estado de Israel. Eso es verdad para el sionismo en conjunto. Un edificio no es el anti-andamiaje, sino el post-andamiaje.   

Nota

(1) El partido Bund, fundado en Wilno en octubre de 1987, pretendía unir a los trabajadores judíos de todo el imperio ruso. Socialista e internacionalista, se opuso al sionismo viendo la emigración a Palestina como una forma de escapismo. Fomentaba la lengua Yiddish -no la hebrea-,  la sociedad seglar y se oponía a las formas de vida tradicionales y reaccionarias de las comunidades judías.

Texto original en inglés: http://miftah.org/Display.cfm?DocId=14251&CategoryId=5

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede re producir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.