Recomiendo:
0

Entrevista a Fawaz Trabulsi, historiador y escritor libanés

Siria, Yemen y la Primavera Árabe

Fuentes: Jadaliyya

Traducido para Rebelión por Loles Oliván

Ahmad Shokr y Anjali Kamat (AS y AK): El pueblo sirio ha estado resistiendo desde hace meses y sigue saliendo a las calles a pesar de que la represión va en aumento. ¿Cómo caracterizaría el levantamiento en Siria y hacia dónde cree que se dirige?

Fawaz Trabulsi (FT): La gente con la que he hablado en Siria me dice que la moral está muy alta. La gente es muy optimista. Creo que les mueve la certeza de que el régimen no puede permanecer. Ahora bien, no es que vaya a ocurrir algo necesariamente pronto, si es que ocurre. Y si ocurre, no será necesariamente un cambio absoluto de régimen. Pero la gente ahora se ha tomado en serio que ha llegado el momento de acabar con el régimen Baaz en Siria, que ha estado en el poder desde 1963. De eso es de lo que estamos hablando. Para el pueblo sirio las últimas cuarenta y ocho años representan continuidad. A la gente le tienen sin cuidado los cambios políticos que se han producido a lo largo del camino, como que Hafez al-Assad llegase al poder en 1970, o que su hijo lo asumiera en 2000. Para ellos, el período que va desde 1963 hasta la actualidad es una época unitaria caracterizada por la represión, la dictadura militar y el gobierno de partido único.

Al haber alcanzado la presión internacional un nivel en que el Consejo de Seguridad puede intervenir, puede que se produzca algún intento de interludio político y un renovado discurso sobre reformas. Ello será una oportunidad para que la oposición presione con reivindicaciones concretas, como una retirada militar de las zonas urbanas, la liberación de los presos políticos y una investigación a fondo sobre los 3.000 sirios que han desaparecido en el curso de la insurrección. Supongo que exigirán que el ejército no juegue ningún papel en las fuerzas de seguridad. Pero si el régimen responde simplemente con su plataforma de «reformas» baazistas, no creo que satisfaga al pueblo sirio en ningún caso. Y creo que las manifestaciones pacíficas continuarán, se repriman o no.

La violenta represión del régimen sirio del levantamiento que comenzó hace seis meses ha llevado a que más localidades se unan a las protestas en lugar de mantenerse al margen. Dicho esto, las grandes ciudades, como Damasco y Alepo, siguen aún bajo control relativo del gobierno. Los tanques del ejército rodean todos los barrios de Damasco. Cuando hablas con la gente, te dicen que el siguiente paso serán los levantamientos en Alepo y después en Damasco.

Ahora, hay una cosa que debe decirse sobre el movimiento sirio: ha sido en gran medida un movimiento rural. Al contrario de la revolución egipcia, que fue casi totalmente urbana, el levantamiento de Siria, no lo es. Hay un par de razones que lo explican:

En primer lugar, existe una relación explosiva entre crecimiento demográfico y desempleo, sobre todo en el campo.

En segundo lugar, contrariamente a la retórica de Siria de que es una fuerza antiimperialista (mumana’a) en la región, la economía siria bajo Bashar al-Assad, ha sido neoliberalizada muy rápidamente y de la peor manera posible, con altos niveles de corrupción y control monopolístico. Las industrias productivas que generalmente daban trabajo a los jóvenes han disminuido y la economía se ha transformado en una economía rentista. Sin duda ha habido capas de la burguesía que se han beneficiado, y ha llegado cierto bienestar a segmentos de las clases medias, pero por otro lado ha habido un aumento constante de la pobreza y la marginación de las zonas rurales y del sector agrícola. Es por ello que las regiones más pobres de Siria estuvieron listas para movilizarse de inmediato.

AS y AK: Parece que el régimen sirio ha sido incapaz de encontrar un equilibrio entre la coerción y la concesión, entre la fuerza bruta y las promesas de reforma. ¿Cómo describiría la respuesta del régimen al levantamiento?

FT: Yo creo que el régimen sirio sabe que este levantamiento no es una conspiración y que la intervención extranjera es muy limitada. Así que el régimen está utilizando el pretexto de que el malestar lo causan grupos armados con el fin de ocupar las ciudades y controlar a la población civil. La idea es asustar a la gente disparando contra ella y deteniéndola (se estima que 20.000 activistas políticos están encarcelados) para asegurarse de que el sector pacífico y civil de la revolución, que es el más importante, tenga miedo. Esa es la política del régimen sirio.

La represión del régimen comenzó con un sentido muy arrogante de la excepcionalidad siria, la sensación de que ellos no eran como los demás y de que podrían imponer la seguridad con éxito mediante la represión, y que podrían preocuparse por la estabilidad a largo plazo después. Fue inflexible para aplastar cualquier intento de replicar el modelo egipcio –Midan al-Tahrir– de manifestantes ocupando grandes plazas urbanas. Una de las primeras cosas que hizo el régimen fue masacrar gente en la principal plaza de Homs llamada Midan al-Sa’a (Plaza del Reloj), después de que los manifestantes hubieran logrado controlarla. Pero creo que el pueblo sirio ha sorprendido a todos. No sólo rompió su barrera del miedo, sino que se volvió cada vez más militante según se intensificaba la represión.

En términos de concesiones, todas las reformas importantes que ha ofrecido al-Assad son lamentables. La Ley sobre la libertad de prensa tiene como objetivo proteger a los periodistas de ser detenidos, salvo por orden judicial. Así que todavía pueden detenerlos. La nueva Ley electoral se sigue basando en la anticuada ley que tiene Egipto, que destina la mitad de los escaños parlamentarios a trabajadores y campesinos, mientras que la otra mitad se reserva a independientes. El hombre más rico de Siria hoy es Muhammad Hamshu (cuñado de Mahir al-Assad), ingeniero y empresario multimillonario que se presentó en anteriores elecciones para un escaño como trabajador. Esto indica cómo funciona todo.

Hubo un intento de un compromiso turco-islamista. Al parecer Bashar al-Assad prometió mucho pero nunca llegó a llevarlo a cabo a pesar de poner en libertad a unos 400 islamistas. Pero no siguió adelante con él. Luego se produjo el diálogo con los liberales hace más o menos un mes y medio, que produjo la nueva Ley electoral y la Ley sobre libertad de prensa en contra de la voluntad de muchos opositores liberales.

Pero la mayoría de los sirios en las calles son totalmente ajenos a este mundo político. Les mueve un sentimiento de discriminación contra la mayoritaria población suní. Les mueve un sentimiento de repulsa contra un régimen tremendamente represivo y sanguinario que los humilla. Y, por último, les mueven las miserables condiciones económicas en las que viven. A medida que pasa el tiempo, al pueblo sirio le han dejado de interesar estas pequeñas reformas introducidas por el régimen.

AS y AK: Dado el silencio de los medios en Siria, se sabe relativamente poco sobre las personas que protestan en las ciudades de todo el país. ¿Cómo caracterizaría la oposición siria y el movimiento de protesta?

FT: Yo creo que la oposición siria procede de muchos estratos y es muy variada. Tenemos los restos de los viejos partidos aplastados por el régimen baazista, que son en su mayoría partidos de izquierda y partidos nacionalistas. Los restos del movimiento de la sociedad civil de los años 90, compuesto en su mayoría de figuras simbólicas que son moralmente influyentes pero que no tienen ningún poder real. Una corriente islamista que no estaba organizada bajo Hafez al-Assad o Bashar. No sabemos mucho acerca de su grado de organización pero sabemos que existe y ha salido a la calle. También hay una capa más extensa de gentes de mentalidad religiosa, personas que son religiosas pero antiautoritarias y que no tienen ningún proyecto en particular para la sociedad. Y, finalmente, hay una masa de jóvenes muy localizada, organizada a nivel de base en células pequeñas y organizaciones que se llaman tansiqiyat, o comités de coordinación. Tienen formas abiertas de coordinación que consisten principalmente en la transmisión de información. Mucho de lo que está sucediendo es el producto de la iniciativa que toman en las localidades y en los barrios. Las personas de un barrio pasan a otro y piden a la gente que se una al movimiento; esa ha sido una de las constantes en las principales manifestaciones.

También existe la oposición fuera de Siria, que abarca desde los progresistas sirios exiliados a los ex baazistas pro saudíes.

La naturaleza descentralizada del levantamiento ha sido una debilidad y una fuerza al mismo tiempo. Al igual que en Yemen y en Egipto, lo que hay es una multitud que se levanta y no masas dirigidas por una única iniciativa o un único centro. Creo que el coraje y el sentido del sacrificio que el pueblo sirio ha desplegado es muy impresionante, pero todavía queda un largo período de transformación por delante.

AS y AK: A medida que la presión internacional sobre Siria empieza a crecer, muchos observadores simpatizantes se muestran divididos. A algunos les preocupa que la presión de Occidente, y de Estados Unidos en particular, sea contraproducente e hipócrita, que sólo sirva para alimentar la propia propaganda del régimen sobre la intervención occidental y el doble rasero. Otros creen que este tipo de atención internacional es la única manera de hacer que el régimen sienta el coste. ¿Cómo ve esta situación?

FT: Creo que todo el que habla de la presión tiene que ser preciso. Yo no veo presión alguna. Hasta el régimen sirio ha dejado de hablar de conspiración y de la intervención extranjera. O bien saben que existe la presión y no se atreven a declararlo o la presión es muy pequeña. El régimen sirio se ha beneficiado del apoyo total de los regímenes árabes hasta hace muy poco. El régimen iraquí sigue siendo un sólido apoyo. Los países del Golfo son un coro que se decidió a hablar por primera vez cinco meses después de la revolución. Tal vez la presión real en este momento provenga de Turquía, con algunos innecesarios ecos otomanos. Pero creo que las amenazas turcas son mucho más fuertes que cualquier acción que estén dispuestos a tomar. Simplemente quieren monopolizar la mediación internacional para resolver la crisis.

En cuanto a la presión internacional, en definitiva, casi todos los regímenes árabes se basan en la legitimidad extranjera en lugar de en la legitimidad popular. Así que siempre habrá un actor extranjero que de alguna manera resuelva el problema.

Siempre he dicho que el régimen sirio mantenía conversaciones con Estados Unidos sobre problemas internos y creo que el verdadero y principal debate ahora se está dando con Estados Unidos. Debatir no significa aceptar. Así que una de las ideas es que se ponga límite a las elecciones presidenciales. Por supuesto, ello no tiene ningún sentido para el pueblo sirio. No significa nada. Sin embargo, el régimen sirio lo está proponiendo como si fuera una gran concesión diciendo: «El presidente lo aceptará».

Con respecto a las acrobacias de la posición del gobierno estadounidense, si se traza una cronología de lo que se ha dicho, resulta increíble. Hace unas semanas, la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton dijo que la mejor solución para Siria era el ejército, y eso fue en el momento en que el ejército estaba entrando en las principales ciudades de Hama, Deir al-Zour, etc. Cuando el régimen sirio declaró a Ban Ki-Moon que habían parado las operaciones militares, el presidente Obama emitió una declaración diciendo que Bashar al-Assad era ilegítimo. Eso fue justo dos días después de que el gobierno de Estados Unidos dijera que no estaba interesado en plantear la cuestión de la legitimidad del presidente sirio.

En términos generales, Estados Unidos parece estar aferrándose aún a la idea de que Siria es un factor de relativa estabilidad para la frontera norte de Israel y de que no hay alternativa a este régimen.

AS y AK: ¿Cómo ve el desarrollo de los próximos meses en Siria si la gente sigue saliendo a las calles y, como usted sugiere, rechaza los intentos de las escasas reformas del régimen?

FT: Es muy difícil hacer conjeturas en este momento, cuando el gobierno sirio ha decidido ponerse en contacto con el secretario general de las Naciones Unidas para informarle de que las operaciones militares han terminado. La gran pregunta es qué tipo de concesiones -en caso de que se produzcan- se van a realizar. Mi corazonada es que no tienen nada más que lo que ya han revelado, y eso no es bastante. La gente quiere un cambio real, ya sea la renuncia del presidente o una nueva constitución. Quiere una reformulación real de la relación entre gobernantes y gobernados. Muchos piensan simplemente que esto es el final del régimen baazista y que lo que tienen que hacer es irse.

De una cosa estoy seguro: de que la gente se ha vuelto mucho más exigente y radicalizada y no aceptará los compromisos que el régimen ha ofrecido hasta ahora.

AS y AK: Vamos a cambiar un poco de tema y a hablar de Yemen, un país que ha seguido usted muy de cerca durante muchas décadas. ¿Cómo evalúa los acontecimientos en Yemen desde enero de este año?, ¿se sorprendió por el estallido de las protestas en Yemen?

FT: Creo que cualquiera que diga que esperaba lo sucedido en cualquier parte del mundo árabe este año exagera. Me sorprendió y me interesó mucho cómo un país que parecía estar quebrándose en partes, con el sur llamando a la secesión, el este exigiendo cierta forma de autonomía, y un gobierno central perdiendo el control, de repente se convirtió en un solo pueblo, en el que la tribu del presidente trataba de asesinar al presidente y el presidente tuvo que recurrir a otras tribus para probar su popularidad. Y lo que encontré más interesante es el papel predominante de la juventud en todo ese movimiento. Si no fuera por los jóvenes de la Plaza Taghyir en Saná tendríamos una situación muy tradicional.

Yemen es un país muy grande y muy disperso. Sin embargo, todas las localidades de Yemen formaron parte del movimiento. Tanto las reivindicaciones de autonomía como las secesionistas retrocedieron. En comparación con otros países, ésta está siendo la revolución más larga y con mayor presencia en las calles. No salen solo los viernes: ¡están siempre en la calle! Y han estado en las calles de manera continuada en las principales ciudades del país, en Sana, Aden, Taiz, etc.

Esta es la región de la seguridad petrolera. Ha habido una iniciativa de Estados árabes del Golfo y un programa contrarrevolucionario estadounidense -que dice que hay que reemplazar a un presidente por otro, mantener un sistema presidencial y un papel primordial del ejército, iniciar un diálogo con una oposición reconocida, pero que las manifestaciones tienen que acabar y que los jóvenes tienen que evacuar las calles. Sin embargo, las protestas continúan. Ahora, además de eso, el presidente Ali Abdallah Saleh, simplemente ha matado la iniciativa de los Estados del Golfo y dice que ni siquiera va a dimitir. Lo positivo que ha sucedido recientemente es que la oposición yemení se ha unido para elegir lo que ellos denominan consejo nacional de transición, majlis watani intiqali. Está inspirado en el inicial Consejo de Transición egipcio que nunca llegó a materializarse, pero en Yemen sí lo ha conseguido en realidad. Creo que cuenta con 142 personas representativas de todas las regiones de Yemen. El Consejo se estableció a finales del mes pasado a pesar de la gran presión que ejercieron sobre la oposición más tradicional tanto el gobierno estadounidense como los saudíes para que retrasaran su formación, ya que «complica las cosas». Habría mucho que decir acerca de la sobre-representación de la tribu del presidente (la tribu Hashed) en este consejo, pero al menos cuando las fuerzas de la contrarrevolución -Arabia Saudí y Estados Unidos- están intentando imponer la sustitución del presidente por el vicepresidente, la gente mantiene que quien debe conducir el período de transición debe ser un consejo de personas que represente a la mayoría de los yemeníes. En este punto nos encontramos en este momento y esto es lo que he hallado de novedoso en la experiencia yemení.

Ahora, la otra novedad es que el ejemplo de Yemen ofrece una respuesta a la idea dominante (tomada de la experiencia de Egipto) de que debe ser el ejército quien supervise el período de transición. Está claro que lo que la gente está diciendo en Yemen es basta de ejército, por favor. Se trata de un movimiento civil.

Así que vemos algunos signos muy interesante sobre cómo llevar a cabo una revolución en lo que a la gente le gusta considerar como el «atrasado» Yemen. Los jóvenes han tomado la mayor parte de su programa de la juventud egipcia y tunecina pero se las han arreglado para poner en práctica aspectos muy interesantes de él.

AS y AK: Las revueltas en el mundo árabe han planteado un enorme desafío a las largas décadas de política estadounidense de invertir en la estabilidad autoritaria para proteger los intereses estadounidenses en la región. ¿Cuáles son sus expectativas iniciales sobre el modo en que los levantamientos afectarán la política de Estados Unidos en Oriente Próximo y Norte de África? ¿Qué tipo de ajustes serán necesarios para mantener la influencia política de Estados Unidos?

FT: Creo que las dos lógicas de la política estadounidense en Oriente Próximo -estabilidad y negociaciones de paz- se han visto gravemente golpeadas. Han sido severamente golpeadas en Egipto, en Yemen y en la frontera norte de Israel. Así que antes de hablar incluso sobre el impacto de la crisis económica de Estados Unidos en su diplomacia para el mundo árabe, hay que reconocer que hay una falla en los ámbitos principales de la política estadounidense en la región.

No hay duda de que la visión de la política de Estados Unidos en el mundo árabe ha quedado maltrecha a partir, por supuesto, de la invasión de Iraq, que se presentó inicialmente como unas vacaciones de dos semanas en las que los iraquíes regarían a los soldados estadounidenses con flores, pero que ha terminado, por el contrario, en una situación catastrófica. El ejército estadounidense ha dejado Iraq destruido. Todavía tiene 50.000 soldados allí y aún no sabe qué hacer con ellos. La mayoría de los políticos y partidos iraquíes quieren que esas tropas se queden porque tienen dudas sobre la unidad y la eficacia del ejército iraquí, que sigue dividido por las principales líneas étnicas y sectarias.

Otro problema es el conflicto árabe-israelí. Tenemos una absoluta inversión no sólo del proceso de paz sino, me atrevería a decir, de la fórmula global de «territorios a cambio de paz» que ha dominado las negociaciones en las últimas décadas. El Estado de Israel, el ejército y la mayoría de la opinión pública israelí han llegado a la conclusión de que el que ofrece la paz es el único que puede hacer la guerra. En este momento, el ejército israelí (apoyado por Estados Unidos) es el único que puede hacer la guerra, no los Estados árabes. El lema político árabe formal -tierra por paz y normalización- que fue la base de la Iniciativa Árabe de Paz liderada por Arabia Saudí en 2002, es inútil en la actualidad. No ha conseguido nada. Ahora nos encontramos ante una situación en la que el presidente Obama ha afirmado reiteradamente que Estados Unidos apoya un Estado palestino. Sin embargo, en pocas semanas Estados Unidos puede vetar un intento de reconocer un Estado palestino (o, más exactamente, una Autoridad palestina) en Cisjordania y Gaza.

La posición de Estados Unidos hacia las revueltas árabes es, en el mejor de los casos, la de defender el statu quo, sacar a la gente de las calles, llamar al diálogo entre la oposición oficial y los regímenes y, finalmente, apoyar regímenes presidenciales suaves con un gran papel para el ejército. Estados Unidos apoya el pluralismo sin democracia (si por democracia entendemos el poder de los representantes elegidos por encima del poder ejecutivo). Si eso es lo que significa la democracia, entonces no veo señales de que ello forme parte de ningún programa estadounidense, con independencia de las ilusiones de los islamistas y los demócratas liberales en que (para bien o para mal) Estados Unidos pueda imponer un régimen democrático desde el exterior.

AS y AK: En general, ¿es usted bastante optimista respecto a esta fase revolucionaria que atraviesa el mundo árabe?

FT: Bueno, yo creo que no deberíamos llamarla una Primavera árabe. Ese nombre da la impresión de que hay algo milagroso que va a suceder o que debería haber ocurrido en unos pocos meses. Para un país que ha estado bajo esos regímenes durante 30 o 40 años, una cosa obvia es que no vamos a volver a como estábamos.

La cuestión es que hay dos visiones de la democracia. Uno es el pluralismo con fuertes restricciones de seguridad y un papel central para el ejército, bajo un sistema presidencial con todo tipo de medios de comunicación y pluralismo de partidos políticos. Ese es el mejor resultado posible para el gobierno de Estados Unidos en lo que respecta a los regímenes militares populistas. Y esto es lo que está en juego en Siria, Libia y Egipto.

No creo que podamos esperar mucho en Yemen. Y para el resto del Golfo, se trata de preservar el statu quo. La zona de seguridad petrolera no se toca, únicamente hay que reprimir, enviar al ejército saudí a reprimir la rebelión en Bahréin. Punto y final. Y reprimir los inicios de una rebelión en Omán.

La otra visión de la democracia es un verdadero programa democrático en el que haya un gobierno civil, sobre la base de elecciones libres, bien en el marco de una democracia parlamentaria o un marco de equilibrio de poderes entre el ejecutivo y el parlamento.

De lo que mucha gente no habla es de que eso casi se ha alcanzado en Marruecos, donde las manifestaciones masivas obligaron al rey a hacer grandes concesiones convirtiendo la monarquía semi-absoluta en una monarquía constitucional. Pero todavía es una monarquía constitucional basada en un ejecutivo. Por lo tanto, la oposición de Marruecos ha propuesto una monarquía parlamentaria constitucional. Todavía no son republicanos. Pero tal vez se pueda obtener una democracia mejor en las monarquías que en las ex repúblicas, porque nuestras repúblicas se han convertido en sangrientas monarquías hereditarias. Así, en Marruecos, no fue suficiente siquiera con aceptar una monarquía constitucional y ello también con muy poco coste. Sí, hubo un manifestante muerto, pero el efecto fue muy interesante. La batalla no ha terminado. Eso demuestra que se pueden extraer concesiones y utilizarlas para continuar la lucha y, a veces, conseguir más de esos regímenes sin necesidad de derrocarlos totalmente.

AS y AK: Un debate sobre las visiones de la democracia parece clave en el contexto árabe actual. Volviendo a Siria, ¿por qué ciertos sectores de la izquierda, sobre todo aquí en Líbano, parecen reticentes a condenar inequívocamente el régimen de al-Assad y su represión de las protestas? Por un lado, muchos simpatizan de inmediato con las reivindicaciones populares sirias de libertad y dignidad, especialmente cuando las reivindicaciones son brutalmente reprimidas. Pero por otro lado, el argumento de que Siria sirve de contrapeso regional a los intereses imperiales de Estados Unidos en Oriente Próximo todavía parece tener cierto anclaje. ¿Cuál es su respuesta?

FT: Bueno, un izquierdista serio comenzaría con la economía y se daría cuenta de que muchos de los problemas en Siria están relacionados con la aceptación de Bashar al-Assad de neoliberalizar su economía, como ya he mencionado. En este sentido, no hay nada de progresista en el régimen de al-Assad.

En términos de política exterior, una manera de responder a este debate es simplemente describir la función de Siria en el ámbito regional e internacional. Los izquierdistas y nacionalistas ingenuos caracterizan frecuentemente a Siria utilizando el término mumana’a. Es un término muy útil en árabe que significa que algo se quiere y no se quiere a la vez. Se utiliza para caracterizar la relación entre Siria y Estados Unidos.

En mayo de 2003, poco después de que comenzara la guerra contra Iraq, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, visitó Siria y se dice que presentó una serie de condiciones ante el presidente Bashar al-Assad. En primer lugar, la ruptura de relaciones con Irán. En segundo lugar, dejar de armar a Hizbolá. En tercer lugar, cerrar las oficinas de Hamas, Yihad Islámica y del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) en Siria. Y en cuarto lugar, dejar de exportar yihadistas a Iraq. De las condiciones presentadas por Powell, conocemos al menos estas cuatro.

Ahora, mi argumento es muy simple. La mayoría de estos asuntos en los que Siria supuestamente sirve como contrapeso a los intereses de Estados Unidos ya no son pertinentes. Comencemos con Iraq. Siria ya no facilita la exportación de yihadistas a Iraq porque la guerra entró en una nueva fase el año pasado tras la retirada de las tropas de combate estadounidenses. El gobierno sirio apoyó al mismo candidato para el puesto de primer ministro de Iraq que Estados Unidos, Arabia Saudí y Turquía: Iyad Allawi. En realidad, fueron los iraníes los que en última instancia hicieron un pacto con el gobierno de Estados Unidos y propusieron el retorno de Nuri al-Maliki. Por lo tanto, el supuesto papel de Siria como mumana’a en Iraq acabó con los estadounidenses y los sirios manteniendo la misma posición para imponer un nuevo régimen.

En Palestina, el reciente acuerdo de reconciliación entre Hamas y Fatah y el anuncio del dirigente de Hamas Jaled Mish’al de que estaría dispuesto a dar a Israel una oportunidad para la paz significa que el papel de Siria como apoyo de la alianza anti-Oslo ha concluido. Se dio por terminado cuando Siria declaró oficialmente el mes pasado que reconoce un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967. Por lo tanto, Siria ya no es una fuerza anti-Oslo.

En Líbano, Siria apoya a Hizbolá como moneda de cambio para recuperar el control de los Altos del Golán. En eso se resume todo. Si se le diera la oportunidad, el régimen sirio recuperaría definitivamente los Altos del Golán e Hizbolá, a su vez, adoptaría una posición muy moderada, una vez que Siria y Líbano entraran en negociaciones de paz con Israel. Pero el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha volado en pedazos las perspectivas de una paz siria-libanesa con Israel (al igual que destruyó la posibilidad de una paz entre israelíes y palestinos). Entonces, ¿de qué le sirve a Siria utilizar a Hizbolá como moneda de cambio para recuperar los Altos del Golán si de antemano el Golán no es negociable?

Finalmente, con respecto a Irán, cualquier país decente del mundo diría a la administración estadounidense que dos Estados independientes tienen derecho a realizar sus propias relaciones entre sí, sin la interferencia de potencias extranjeras.

No sé de ninguna otra área en la que Siria mantenga supuestamente una posición «antiimperialista» o «antisionista» (o como se quiera llamar). El régimen sirio fue antiimperialista vis-a-vis la guerra de Iraq al principio y, en cierto modo, ello le ayudó a lograr sus objetivos. Ahora, el ejército estadounidense se ha ido y ya no hay presión sobre el régimen sirio. La aventura estadounidense en Iraq debía conducir a la caída del régimen sirio. No fue así; el régimen ha sobrevivido.

AS y AK: Entonces, ¿estamos condenados a elegir entre democracias liberales respaldadas por Occidente frente a autócratas que izan la bandera del antiimperialismo? ¿O puede la ola de levantamientos populares inspirar a la izquierda árabe para imaginar posibilidades democráticas que no terminen en la subordinación al imperio, así como estrategias de resistencia no ancladas en el populismo autoritario?

FT: La izquierda tiene una larga tradición de estar enamorada de dictadores -legitimados por nociones como la «dictadura del proletariado», etc. – y creo que en realidad no nos hemos curado de esto. La izquierda árabe ha mantenido en el pasado alianzas con regímenes represivos. Durante mucho tiempo se consideró que el régimen sirio representaba la firmeza y la resistencia; el único país donde los partidos comunistas son tolerados (por supuesto, bajo fuertes restricciones). Por lo tanto, existe una larga tradición de imaginar el socialismo como no democrático. Un montón de gente de la izquierda no ha superado esta historia. Algunos no quieren democracia rechazándola por «burguesa» y por ser una forma de control de Estados Unidos. En su lugar, quieren algo parecido a la democracia soviética, pero quieren que alguien se la de. Otros se creen que la democracia se puede alcanzar por la intervención extranjera o por una simple reforma constitucional.

Hasta donde yo sé, y soy historiador, la gente ha pagado un precio muy alto por la democracia. La democracia es un proceso revolucionario. No se puede exportar: o la hace uno mismo o no la hace. La prueba de ello la tenemos en todo el mundo árabe, donde la gente ha pagado un alto costo para obtener logros democráticos o antiautoritarios básicos, como derrocar ancianos presidentes y llevarlos a juicio (suponiendo que consigamos seguir adelante con el proceso contra Hosni Mubarak, o el juicio en rebeldía de Zine al-Abidine Ben Ali). Así que la gente que quiere que se le entregue la democracia, o los que siguen siendo partidarios de los regímenes autoritarios, ya pueden esperar sentados. La democracia es un proceso histórico que llevará años, podría no funcionar en algunos lugares, en otros puede tener éxito sólo parcialmente. Así es como funcionan las cosas.

Por lo tanto, quienes en la izquierda no quieren aceptar que hay que pagar un precio colectivo en tiempo, esfuerzo y sacrificio para pasar de la dictadura a la democracia, quienes rechazan la democracia liberal sobre la base de sus fracasos en el occidente europeo y estadounidense, deben proporcionarnos una fórmula mejor para la democracia popular. Se intentó en la Unión Soviética y en otros lugares y el resultado, por desgracia, fue la dictadura. Si no puedo conseguir la democracia directa, me conformo históricamente con lo que generalmente se llama la democracia burguesa. Además, vale la pena destacar que la democracia burguesa fue el producto de la lucha obrera en Europa y en Estados Unidos, no la creó la burguesía. La burguesía aceptó inicialmente una representación política limitada mediante el sufragio masculino, una concepción estrecha de la democracia que se transformó posteriormente mediante revueltas, movimientos populares, y revoluciones para producir lo que ahora se denomina democracia burguesa.

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/2544/escaping-mumanaa-and-the-us-saudi-counter-revoluti

rCR