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Distracciones fatales

Sobre crisis, espectáculo y ciudadanía

Fuentes: Rebelión

Hace unas semanas el futbolista Cristiano Ronaldo se presentó ante la afición del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabeu, en un espectacular evento al que asistieron unas 80.000 personas y que desbancó durante varios días a cualquier otro asunto de la agenda informativa en la prensa escrita, televisión, radio e internet. El fichaje del […]

Hace unas semanas el futbolista Cristiano Ronaldo se presentó ante la afición del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabeu, en un espectacular evento al que asistieron unas 80.000 personas y que desbancó durante varios días a cualquier otro asunto de la agenda informativa en la prensa escrita, televisión, radio e internet. El fichaje del nuevo astro futbolístico ha costado al club merengue unos 94 millones de euros, en pago a su club de origen, además de los 13 millones de euros de su nómina anual (a los que el jugador añadira otros 10 millones en contratos publicitarios). Otras cifras que han llegado a los medios han sido los entre 3 y 5 millones de euros a tocateja que el joven jugador invertirá en su residencia madrileña, o los 17.000 euros en copas con que, en compañía de la también rica y famosa Paris Hilton, celebró su fichaje en varias discotecas de la ciudad de Los Ángeles.

A modo de contraste, repasemos otras cifras recientes de la actualidad laboral y económica. España avanza inexorablemente hacia los 5 millones de desempleados, más del 20% de la población activa, cifra que la Comisión Europea o la fundación FUNCAS, entre otras fuentes, auguran para 2010-2011. De los más de 4 millones de parados actuales, millón y medio ya ha perdido sus prestaciones de desempleo. Un millón de familias españolas ya tiene a todos sus miembros en paro. Casi un 30% de los asalariados españoles son contratados temporales; un 40% de los contratos de trabajo firmados en 2008 tuvo una duración menor de tres meses, y poco más del 10% fue indefinido. La mitad de los trabajadores españoles gana menos de 1.000 euros al mes: en España se registra el índice de desigualdad salarial más alto de la Unión Europea. Un 40% de los hogares, según datos del último Informe Foessa, está fuertemente endeudado y en situación de vulnerabilidad, antesala de la pobreza, en la que ya viven 8,5 millones de españoles (ingresos menores de 600 euros mensuales), a sumar al millón y medio de indigentes absolutos (ingresos inferiores a 300 euros). Medio millón de ancianos sobrevive con pensiones no contributivas de poco más de 300 euros al mes. Los impagos hipotecarios han crecido por encima del 300% y los deshaucios, casi un 200%. Cáritas ha visto como las solicitudes de ayuda crecía un 70% en los últimos meses: los servicios asistenciales municipales y autonómicos, que no han incrementado significativamente sus presupuestos a pesar de la crisis, desplazan hacia esta ONG más de la mitad de las peticiones de ayuda urgente que reciben.

Sería injusto achacar al futbolista Cristiano Ronaldo alguna responsabilidad en todos estos hechos y cifras dramáticos. Pero el contrapunto entre sus fabulosos ingresos y su lujosísimo tren de vida y la situación económica y laboral del país al que llega convertido en rutilante estrella deportiva y publicitaria, debería hacernos reflexionar a todos. Para empezar, a los miles de ciudadanos que acudieron al estadio Santiago Bernabeu a vitorearle como a un semidiós recién llegado del Monte Olimpo. Nunca en los últimos meses se han reunido en nuestro país 80.000 ciudadanos para exigir la plena aplicaciónde la Ley de Dependencia, la prolongación de la cobertura de desempleo a los parados sin prestación, el aumento de la dotación de los servicios de asistencia social o cualquier otra de aquellas medidas que de veras hubiesen contribuido significativamente a paliar la tragedia social de la crisis económica. La multitud que recibió como a un mesías al joven Ronaldo pone rostro a una ciudadanía completamente enajenada de sí misma, que a medio camino entre la estupidez, la insolidaridad y la resignación, opta por sumirse aún más en el aturdimiento mediático y la idolatría a los ricos y famosos, en lugar de ponerse a la tarea de comprender lo que está ocurriendo y ponerle remedio. Una distracción fatal en tiempo de tremendo sufrimiento y zozobra. Un gigantesco latrocinio entusiásticamente consentido por quienes lo padecen. Una completa catástrofe moral, cultural y política.

http://jfmoriche.blogspot.com [email protected]

[NOTA: este texto se publicará en el número 58 (julio 2009) de La Crónica del Ambroz. Versión digital disponible en http://www.radiohervas.es/]