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Sobre el soberanismo catalán y Gibraltar

Fuentes: Rebelión

Ante el actual conflicto entre el estado español y el británico sobre Gibraltar, hemos oído voces de destacados dirigentes de Convergència Democrática de Catalunya (CDC) y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) que lo tienen claro: hay que estar con el derecho de autodeterminación de los gibraltareños y contra el Estado español. También entre la izquierda […]

Ante el actual conflicto entre el estado español y el británico sobre Gibraltar, hemos oído voces de destacados dirigentes de Convergència Democrática de Catalunya (CDC) y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) que lo tienen claro: hay que estar con el derecho de autodeterminación de los gibraltareños y contra el Estado español. También entre la izquierda independentista hay quien mira el tema con simpatía hacia Gibraltar.

Si identificamos los protagonistas del conflicto: un Estado Español que niega el derecho a la autodeterminación en Cataluña, un gobierno británico que desde hace poco tiempo lo reconoce a los escoceses, y que ahora -ante el conflicto por el Peñón- defiende el «derecho de autodeterminación» (palabra prohibida en el diccionario españolista borbónico) de los gibraltareños. Si a estos protagonistas les añadimos la idea tópica que los enemigos de mis enemigos son mis aliados y la oportunidad de dar una patada al Gobierno de Madrid… ¿Quién puede dudar en una ecuación tan fácil y evidente? Pero, nada más superficial y nefasto… también para Cataluña.

Por eso, la primera pregunta tiene que ser: ¿quién tiene derecho de autodeterminación? ¿Autodeterminación para todo el mundo? Pues nosotros respondemos claramente que no. El derecho de autodeterminación no es un derecho individual, o de quien se reúne y pide una consulta, sino de las naciones. Cataluña es una nación y tiene el derecho de autodeterminación que le niega la constitución monárquica española. Esta es una diferencia sustancial entre Cataluña y otras regiones del Estado a quien se trata por igual como comunidades autónomas en el llamado «café para todos» del Duque de Suárez desde la Transición.

Para quien sigue pensando que al final es la gente que vive la que decide en términos absoluto, casi como un derecho individual, le tendríamos que preguntar que si la ciudad de Cornellà o la comarca del Baix Llobregat promueven una consulta ante una hipotética declaración de independencia de Cataluña… ¿También tienen el derecho de autodeterminación y el de separarse de Cataluña? ¿Cuál es el límite? Nuestra respuesta volvería a ser que no, que el derecho es del conjunto del pueblo de Cataluña, no de una parte de él.

Por eso, porque estamos hablando de derechos de pueblos y naciones, es imprescindible hablar de las realidades nacionales en el conflicto en cuestión. ¿Cuál es la realidad nacional de Gibraltar? Ninguna. Solamente, la de los descendientes de los militares y administradores británicos de una base militar. En todo caso sus derechos nacionales son los de los británicos de las Islas, o si lo quieren, dentro del estado español, como unos habitantes más que viven en su territorio. Exactamente igual que los habitantes de las Malvinas, y esta realidad histórica va más allá de que en un momento determinado quien reclamara las Malvinas argentinas fuera la dictadura de Galtieri. Ni en el Peñón ni en las Malvinas hay un pueblo soberano, sino las consecuencias de la ocupación imperial y colonial, que se tiene que declarar ilegítima, independientemente de los Tratados. Y, esta posición no quiere decir que apoyamos las medidas que está aplicando el Gobierno Rajoy. En consecuencia defendemos la integridad territorial de los pueblos y naciones contra la opresión y el colonialismo.

Y es por esta misma lógica del marxismo ante la cuestión nacional, que dijimos en su momento, que era una trampa ligar la solución del futuro del norte de Irlanda, en poder británico, al derecho de autodeterminación de sus habitantes con los famosos Acuerdos de Viernes Santo. ¿Qué pueblo o nación norte-irlandesa existe? Ninguno. El problema viene que cuando la Gran Bretaña -después de una intensa lucha de los irlandeses-, tuvo que acceder a perder Irlanda, impuso quedarse una parte al norte de la isla, la más rica e industrial, en la que replegó la población derivada de la ocupación colonial. Es decir, convirtió la parte norte de Irlanda en un enclave colonial, en la cual se aplicó y se aplican medidas permanentes de excepción porque es la manera de mantener a raya la resistencia del pueblo irlandés.

¿Quiénes son los unionistas en Irlanda del Norte y los de la orden de Orange? ¿Un pueblo que luchó algún día por su libertad? No, el instrumento del imperialismo británico para ocupar Irlanda. ¿Qué celebran cada año el 12 de julio con provocativas marchas por los barrios católicos? La derrota del candidato al trono inglés, el católico Jaime II, que disfrutaba del apoyo de la población irlandesa, a manos del protestante Guillermo de Orange en 1690. Esta derrota significó una dura y permanente represión del pueblo irlandés, el nacimiento y consolidación el hecho colonial británico sobre Irlanda, la condena a ser un pasto permanente por las industrias textiles británicas y el hundimiento en la pobreza de la población irlandesa. Sólo hay que ver este verano como actúan los «unionistas» y sus fuerzas de choque para destruir cualquier manifestación del pueblo irlandés. Esta población descendente de las fuerzas de ocupación británicas, puede o integrarse como en Irlanda, que es el pueblo que tiene que decidir sobre el futuro de toda la isla o volver a la Gran Bretaña que es el estado del cual se reclaman. Por cierto, muchos de los unionistas son descendientes de escoceses y es, precisamente, en Escocia dónde está previsto realizar en 2014 el referéndum sobre la independencia.

Este hecho nos permite también decir que no sólo es Su Graciosa Majestad británica quién mantiene enclaves coloniales que tienen que devolver como Gibraltar, Las Malvinas, o Irlanda del Norte, sino que también el estado español tiene enclaves coloniales, como Ceuta y Melilla, que tienen que integrarse en Marruecos más allá del carácter de monarquía opresora y represiva de Mohamed V, y más allá de lo que quieran los habitantes de estas dos ciudades, que probablemente votarían -como los gibraltareños o los habitantes de las Malvinas- seguir formando parte de la metrópoli colonial.

En consecuencia, hay que exigir la retirada británica del Peñón de Gibraltar.

¡Fuera los enclaves coloniales! ¡Colonialismo no, ni aquí ni en ninguna parte!

Josep Lluís del Alcázar. Militante de Lucha Internacionalista

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.