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Sobre un pueblo llamado Bab al-Shams

Fuentes: Entretierras

El texto cuya traducción presento abajo tiene aquí su enlace original en árabe y expresa los sentimientos de Elías Khoury, autor del libro «La cueva del sol» (aun que literalmente sería la «puerta del sol», alcaración necesaria para comprender algunas imágenes del texto), ante la iniciativa palestina de levantar un pueblo en la llamada zona E1. No solo eso, sino que relaciona el sufrimiento palestino con el de los desplazados sirios. A continuación, el texto

Escribir sobre el pueblo de Bab al-Shams, que fundó un grupo de luchadores y luchadoras palestinos al este de Jerusalén en un acto de protesta sin precedentes contra la colonización salvaje y rastrera de Israel, es una cuestión muy complicada para mí. Además de la tormenta de sentimientos que me ha invadido, por ser el autor de la novela, el dolor de la memoria me llevó a ver los rostros de mis amigos y compañeros que cayeron en su camino hacia el sol de la libertad en Palestina.

En tres días un pueblo vanguardista palestino ha nacido y ha sido borrado de la existencia. Tres días de creación, imaginación y lucha han sido suficientes para abrir en mi interior la herida de la esperanza y me han dado una lección sobre la elocuencia de un hecho que comenzó como una palabra y se convirtió en una herida antes de materializarse en la geografía de nuestras almas y la geografía de Palestina.

El pueblo de Bab al-shams se parece a la novela por ser un espejo que no refleja la realidad más que como intento de recrearse. No basta la creación literaria y luchadora para materializar la realidad, sino que es también una visión para reformularla y cambiarla. Igual que la historia cambia la literatura, la literatura también puede participar en el cambio de la historia.

Lo que hicieron los luchadores y luchadoras al fundar su pueblo o nuestro pueblo fue creación porque construyó una visión nueva de los valores de la justicia y la verdad, que son la esencia de la cuestión palestina. Y con ello han sido vanguardia de las posibilidades del horizonte de lucha palestino, que se conforma hoy de nuevo al ritmo de las revoluciones árabes que recorren la zona.

Escribo hoy como lector, y que me permitan mis amigos en el pueblo de Bab al-Shams, que me aceptaron agradecidos como ciudadano en su pueblo que ha sido destruido, participar en la discusión de esta experiencia, porque he visto en ella perfilarse la posibilidad de que se dé un punto de inflexión en el camino de la lucha palestina, capaz de conformar la base para enfrentarse al salvajismo ocupante israelí y construir un horizonte de libertad para Palestina.

La destrucción de Bab al-Shams no es nueva, pues el pueblo naciente incluye en sí a más de 400 pueblos palestinos que la ocupación destruyó durante la guerra de la Nakba, y los barrios enteros que fueron asolados tras la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza en 1967. La represión que sufrió la gente de Bab al-shams no se puede comparar con las masacres colectivas que ha cometido y comete la ocupación, desde Ayn al-Zaytun a Deir Yassin, desde Tantura a Kafar Qasim, y desde Shatila y Sabra a Jenin y Gaza. Y si el ejército de la ocupación ha logrado hoy expulsar a la gente de Bab al-Shams sin recurrir al asesinato, el ejército conocido durante la primera Intifada por romper los huesos de los niños no dudará en usar la violencia contra los palestinos muchas más veces. La tierra que la gente de Bab al-Shams inentó liberar es una tierra confiscada por la fuerza por parte de la ocupación. Esto tampoco es nuevo: toda Palestina es una tierra confiscada. Las tierras de Cisjordania las destruyen el muro y los asentamientos, mientras que Gaza sigue bloqueada.

Palestina lucha bajo una ocupación racista sin misericordia, y los israelíes que han entregado el liderazgo a los partidos fascistas y racistas están estableciendo hoy un sistema de apartheid que les llevará al abismo.

Lo nuevo en la experiencia de Bab al-Shams son tres aspectos:

El primero es una nueva fórmula: en vez de reaccionar, los luchadores y luchadoras palestinos tomaron la iniciativa y en vez de quejarse negativamente recurrieron a una queja positiva. Los constructores de Bab al-Shams sabían que sería destruido, pero su insistencia en construir su magnífico pueblo en mitad del clima helador de enero fue el anuncio de que los escombros de la nación palestina pueden fundirse de nuevo. Bab al-shams es el nombre simbólico de todo pueblo destruido. Todos los pueblos y ciudades se han convertido hoy en candidatas a que su gente las construya de nuevo.

El segundo es que este nuevo formato refleja los ambientes de recuperación espiritual de la lucha tras la sequía que acompañó al apagón de la segunda Intifada; es decir que el cambio en las formas no es una mera cuestión formal, sino que es la expresión de una madurez cultural y política. El investigador no puede comprender la nueva revolución palestina sin la literatura de Ghassan Kanafani, Mahmud Darwish y Emil Habibi, o sin el pensamiento de Edward W. Said o el trabajo de los historiadores e investigadores palestinos como Walid al-Jalidi. Por eso, la recuperación del espíritu luchador por medio del recurso a la literatura en esta nueva experiencia es una cuestión esencial y, a pesar de inspirarse en la novela «Bab al-shams» (La cueva del sol), es la cosecha del trabajo de generaciones de intelectuales y luchadores palestinos y árabes.

El tercero es que la lucha pacífica, que será la brújula de la actividad luchadora en Palestina hoy, no es contraria o alternativa a otras formas de lucha. No queremos pasar de sacralizar la unicidad del fusil y negar todas las demás formas, a sacralizar la lucha pacífica. La lucha pacífica es la forma adecuada hoy, pero no abroga por ello el resto de formas, sino que las complementa y puede llegar en la etapa siguiente a utilizar algunas. Creo que el pueblo de Bab al-Shams ha abierto el horizonte de la lucha en Cisjordania.

Estamos en el umbral de una nueva etapa que anuncia la tercera Intifada palestina, pero esta intifada no ha de estar separada de Gaza, la diáspora y los palestinos del 48. Es el marco para recuperar el tejido nacional palestino que se ha ido perdiendo gradualmente desde Oslo y es una recuperación que lleva a cabo la base popular y una nueva generación de luchadores y luchadoras que deberían ya ocupar la primera fila de la escena política.

Mucho se ha dicho del estancamiento palestino en comparación con las revoluciones árabes, Gaza con su perseverancia y Bab al-Shams con sus connotaciones han llegado para acabar con este estancamiento. Las tiendas de campaña de Bab al-Shams fueron la otra cara de las tiendas de los desplazados sirios que huyen de la crueldad del despotismo, además de apuntar hacia un nuevo horizonte para los campamentos palestinos que han sufrido lo que han sufrido desde Yarmuk (Siria) a Tel Zaatar, Jenin y Nahr al-Bared (Líbano).

El nuevo campamento es el de la recuperación de la tierra, el sumergimiento en ella y su bautizo con sudor, sangre y perseverancia.»

Fuente original: http://entretierras.net/2013/01/16/sobre-un-pueblo-llamado-bab-al-shams/