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Negociaciones peligrosas

Solo hay un camino para impedir las agresiones sociales: la lucha y organizar la Huelga General

Fuentes: Rebelión

La inquietud se ha disparado entre amplios sectores de la izquierda social y política ante el curso de las negociaciones entre gobierno y sindicatos, ampliada posteriormente a la patronal CEOE, y que pretende la complicidad de la mayoría de los grupos con representación parlamentaria. El giro negociador ha provocado desconcierto, desconfianza, desmoralización y rechazo. No […]

La inquietud se ha disparado entre amplios sectores de la izquierda social y política ante el curso de las negociaciones entre gobierno y sindicatos, ampliada posteriormente a la patronal CEOE, y que pretende la complicidad de la mayoría de los grupos con representación parlamentaria.

El giro negociador ha provocado desconcierto, desconfianza, desmoralización y rechazo. No es para menos si tenemos en cuenta que pocos días antes, en el acto de cierre de la manifestación sindical de 18 de diciembre contra la reforma de las pensiones, los dirigentes de CCOO y UGT reafirmaron la oposición sindical a cruzar las líneas rojas de la reforma, en particular el retraso de la jubilación a 67 años con carácter obligatorio, y Toxo amenazó con una nueva Huelga General en enero.

Apostar al proceso de negociación para detener el proyecto de reforma de pensiones del gobierno es cuanto menos iluso y conlleva graves riesgos de todo tipo, sobre todo, cuando el propio Gobierno busca sin ambages la derrota y rendición de la oposición sindical a las reformas antisociales. Hasta la fecha el Presidente Zapatero ha repetido machaconamente su determinación de reformar el sistema de pensiones y elevar la edad de jubilación a 67 años, es más, ante el nuevo foro que reúne la gran Banca y las grandes empresas, y que contó en la ocasión con la presencia de un representante del imperio, proclamó de manera servil que el gobierno llevará adelante la reforma haya o no acuerdo con los sindicatos…

¡Que provocación de Zapatero a los sindicatos que en esos días se reunían con voluntad declarada de llegar a un acuerdo!

¿Qué ha ocurrido para que las direcciones de CCOO y UGT se hayan tragado tanto la provocación de Zapatero, como sus propias palabras y advertencias? ¿Qué sucedió en la aireada reunión «secreta» entre Zapatero, Valeriano, Cándido y Toxo antes de finalizar 2010? ¿Qué amenazas y chantajes se realizaron para que se haya producido este cambio de actitud en Cándido y Toxo?

Que el Presidente del gobierno capitulara en la pasada primavera ante las presiones de los grandes poderes económicos europeos e internacionales, incluida la imperial llamada al orden de Obama, y en un giro de 180 grados se lanzase a un programa de ajuste antisocial y de reformas regresivas como es la reforma laboral, no impidió, a pesar de los titubeos iniciales, que CCOO y UGT convocaran y organizaran la Huelga General del pasado 29 de septiembre.

¿Qué nuevos datos y circunstancias han surgido para aparcar tanto la Huelga general anunciada para Enero como la manifestación estatal prevista para el 22 del mismo mes en Madrid? La explicación que en medio de una negociación no procede la movilización no es de recibo, y desde luego, la desconvocatoria de la manifestación no tiene justificación cuando además el Sr. Presidente ejerce su nuevo talante chantajista y provocador.

Entre las posibles «nuevas circunstancias» que circulan «vox populi» está la amenaza de retirada de los subsidios y ayudas del Estado a los sindicatos, pero ello no es nuevo y a su pesar se convocó la pasada Huelga General. En cualquier caso es un factor disuasorio nada despreciable en manos del Estado burgués, de sobras conocido por un movimiento sindical que a lo largo de su historia ha defendido el principio de autonomía e independencia sindical, aunque en los últimos tiempos ha relajado su observancia y con ello se ha debilitado y expuesto a las presiones de los poderes del sistema. Conviene recordar que la fuerza de los sindicatos reside en el apoyo de los trabajadores/as, en su nivel de conciencia y capacidad de movilización, y en consecuencia defraudar la confianza de la clase trabajadora tiene un coste mucho mayor que perder los subsidios estatales.

Entre las nuevas circunstancias hay quienes señalan la perspectiva del «rescate» de España por la Unión Europea ante la crisis de la deuda soberana, que afecta también a otros países de la periferia como Portugal y amenaza de manera creciente a Italia, Bélgica, etc., y que podría desencadenar un colapso de la propia Unión Europea.

Se especula que para evitar dicho «rescate» y la intervención de la Unión Europea sobre la economía española con un paquete de medidas de ajuste y recorte social todavía más duras, los sindicatos han entrado a negociar la reforma de las pensiones, en un marco de negociación más amplio -reforma laboral, negociación colectiva (ultraactividad convenios), la cuestión energética, industrial, políticas activas de empleo, etc.

Conceder visos de fundamento a esta especulación rechina con los análisis y declaraciones que han realizado los propios sindicatos cuando cuestionan, con toda razón, que una reforma de pensiones que el gobierno justifica para garantizar su viabilidad en el futuro a largo plazo, 30 a 40 años, no tiene efectos para salir de la crisis ni a corto plazo ni a medio plazo.

En efecto, pero además, ninguno de los temas que se han situado en la mesa de negociaciones, tiene efectos inmediatos o significativos para superar la crisis económica.

Así pues, las direcciones de UGT y CCOO deberían considerar las terribles consecuencias que sobre su propia credibilidad y la de sus organizaciones, así como los efectos desmoralizadores sobre la clase trabajadora, y sobre la unidad de la izquierda tendría un «Pacto de Estado» trufado de renuncias y claudicaciones, y sazonado con algunas concesiones. Efectos que se verían agravados si además no pudiera evitarse el «rescate» de España o el colapso de la UE como consecuencia de la agudización y estallido de la crisis financiera española y europea, o por un rebrote de la crisis en EEUU o en otra región económica del planeta. Tampoco las concesiones que pudieran obtenerse (mantener la ultraactividad en los convenios, etc.) estarían garantizados ante una nueva ofensiva antisocial de los poderes económicos y de la UE…

En las condiciones que se negocia, y tras los últimos vaivenes de los dirigentes de CCOO y UGT, es lógico que crezca el desasosiego sobre su comportamiento ante tal cúmulo de presiones y chantajes desde tantos lugares y tan variopintas, en definitiva si serán capaces o no de conservar la lucidez y la lealtad a los intereses de la clase trabajadora.

Nadie espera que se comporten como salvadores, y menos de una crisis que ha sido provocada por el desorden neoliberal.

Nadie les exige un comportamiento de hombres de estado para el que no han sido elegidos.

Se espera y se les exige que defiendan los intereses de la clase trabajadora, con el apoyo y participación de millones de trabajadores y trabajadoras, en activo y en paro, de numerosos ciudadanos/as y gentes solidarias.

El presidente Zapatero al enfatizar su giro antisocial con la frase «cueste lo que le cueste» expresaba su disposición a inmolarse en beneficio de los objetivos del neoliberalismo económico. En ese suicidio político anunciado se dispone a arrastrar a la todo lo que pueda tras de sí, en primer lugar a su propio Partido al que las encuestas sitúan en caída libre. El Presidente se ha convertido en un sujeto peligroso que hace cenizas todo lo que toca y no repara en nada en su pretensión de parecer un gobernante responsable. El riesgo que la negociación del Pacto de Estado termine por arrastrar a CCOO y UGT a la pira de Zapatero no debe subestimarse.

Por ello, lo más razonable y honesto, cuando Zapatero obediente a Botín sigue con su mantra provocador de la jubilación obligada a los 67 años, es dar por rotas las negociaciones ante esa presidencial falta de voluntad negociadora, levantarse de la mesa y organizar de inmediato la movilización general sostenida de la clase trabajadora y de la ciudadanía solidaria, convocar las manifestaciones y la Huelga General, para derrotar los planes antisociales del Gobierno, de la patronal, de la derecha política, y de la Unión Europea.

El Gobierno del PSOE debe saber que sus «contrarreformas no pasarán» y/o serán su tumba política por mucho tiempo. Las movilizaciones convocadas para los próximos días en diversas ciudades del estado español y las convocatorias de Huelga General el día 27 de enero, particularmente en Euskadi y Galicia, deben señalar el camino.

Pedro Montes y Diosdado Toledano, miembros de la Coordinadora de Socialismo 21

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.