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Palestina

«Sr. Abu Mazen, se lo ruego, no hable en mi nombre»

Fuentes: Al Quds al-Arabi

Traducido del árabe por J. Sadaka.

Cuando el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Sr. Mahmud Abbas, se permite renunciar a regresar a su localidad natal, Saffad, situada en la alta Galilea, y reduce Palestina a Cisjordania y Gaza, no solo está haciendo concesiones gratuitas sino renunciando a lo irrenunciable con el propósito de agradar a los israelíes, sin importarle para nada los sentimientos más arraigados de su pueblo, y con ello está mostrando un absoluto desprecio hacia todos los palestinos y sus aspiraciones nacionales. Si él personalmente no quiere volver a Saffad, prefiere vivir en Ramalah o en su residencia habitual en Amman, es libre de hacerlo por ser una opción personal, pero no puede hablar en nombre, ni siquiera alegar representar, de seis millones de refugiados palestinos repartidos por el mundo, muchos de ellos viviendo en los territorios ocupados o en los países de acogida.

¿Cómo podemos estar seguros de que Abbas está capacitado para defender el derecho del retorno de los palestinos, cuando él no está convencido de ese derecho, ni siquiera lo desea para sí, ni para sus hijos y nietos, y es capaz de ofrecerlo gratuitamente a Lieberman o Netanyahu con tal de caerle bien a los israelíes?

El presidente Abbas, para ser digno representante de los palestinos y tener derecho a hablar en su nombre, debería ser su líder ejemplar, respetar sus sentimientos y sus derechos inalienables. Los mártires de la resistencia, que cayeron defendiendo la dignidad y el honor de su pueblo con anterioridad a la ocupación de Israel de Cisjordania y Gaza, lucharon por la liberación de Saffad, Hiyfa, Yafa, Jerusalén y toda la tierra palestina. No tenemos ningún dato que nos ayude a comprender las razones de Abbas para hacer esta grave renuncia al sagrado derecho al retorno, que es la esencia de la Cuestión Palestina. No debe olvidar que la Revolución palestina se inició en los campamentos de la diáspora con objeto de restaurar este derecho y liberar la tierra usurpada.

Si el presidente de la ANP cree que el método más adecuado para conseguir la restauración de los derechos palestinos es pedir una limosna a los israelíes, para que se muestren piadosos y comprensivos, influyendo en los resultados de las elecciones próximas, es que está cometiendo un grave error. Le recuerdo que esta maniobra ya fue ensayada en las elecciones anteriores cuando los árabes, aconsejados por occidente, hicieron una humillante propuesta y la promocionaron a través de los medios de comunicación israelíes con el argumento de convencer a la opinión publica de Israel, al margen de sus políticos. El resultado fue absolutamente contrario al esperado. El pueblo israelí interpretó aquello como una señal de debilidad y se sintió triunfador y por eso optó por el partido más intransigente, el Likud, dirigido por Netanyahu y Lieberman.

¿Qué ventajas espera obtener Abbas de granjearse la simpatía de los israelíes aún a riesgo de perder la de su pueblo, suponiendo que convenza a los israelíes y que los sionistas se muestren comprensivos con él, algo que consideramos absolutamente inviable? Creemos que su planteamiento derrotista será recibido con desprecio, como una muestra de debilidad y falta de alternativas.

Pero lo más grave es que Abbas prometió impedir una tercera Intifada en los territorios ocupados, esto significa que está dispuesto a combatir contra su pueblo, alineándose con el ejército de ocupación. No deseamos que su vida política concluya con ese final.

Puede que sea útil refrescarle la memoria al Sr. Abbas sobre la experiencia de Mubarak, que tenía más de un millón de policías, y la del presidente de Túnez, Zain al Abedin, que disponía de uno de los aparatos represivos más eficientes de la región, lo mismo podemos decir del presidente sirio, que posee 17 aparatos de inteligencia, con larga experiencia en los peores método de represión. Sin embargo, ninguno de ellos pudo hacer frente a un pueblo decidido a luchar por la libertad, la dignidad y el cambio democrático.

Es cierto que Abbas y su primer ministro Fayad se han destacado por la implantación de una paz económica que ha convertido a más de 160 mil funcionarios palestinos de los territorios ocupados en cautivos de un sueldo, pero ese tipo de lealtades no perdurará para siempre. Tenemos un ejemplo en el pueblo de Kuwait, uno de los más ricos del mundo y de más alto nivel de vida, pero esto no le impide rebelarse contra la opresión y a favor de las reformas, enfrentándose a proyectos políticos que solo benefician al poder del Emir.

El pueblo palestino no puede ni debe aceptar tal ignominia en estos momentos, viendo como los pueblos árabes se levantan en demanda de sus derechos civiles y políticos, mientras este pueblo, el palestino, está sometido a una doble humillación, la de depender del sueldo de Abbas y la de estar sometido a ocupación, viendo cómo su presidente entra en una vorágine de concesiones y renuncias, presentándose como un socio leal y moderado de Israel a pesar de que solo recibe desprecios.

Mi sentir personal, en la creencia de reflejar el de seis millones de refugiados palestinos, me hace decirle al Sr. Abbas que queremos retornar a los pueblos, aldeas y ciudades de nuestra tierra palestina, que no renunciamos, por nada del mundo, a una sola pulgada. Esa es nuestra tierra y ese es nuestro derecho. Por lo tanto, le pedimos, Sr. Abbas, que no hable en nuestro nombre, porque nunca ha querido ser uno más de nosotros.

Abdel Bari Atwan nació en Gaza. Vive en Londres desde 1979. Ha sido editor del diario en lengua árabe Al-Quds al-Arabi (donde apareció el presente artículo el pasado 3 de noviembre), que se publica en esa capital desde 1989. Es autor del libro «The Secret History of al-Qaida» y de un libro de memorias «A Country of Words».