Recomiendo:
0

Un clamor del corazón de una estudiante de la Universidad de Damasco

«¡Sr. Obama, por favor, ponga fin a las sanciones!»

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Damasco

Este observador aprendió hace tiempo en esta región que si uno quiere saber lo que está sucediendo sobre el terreno a nivel político y social es conveniente hablar con funcionarios del gobierno, periodistas, académicos con larga trayectoria, ONG y gente de la calle. Pero ha aprendido también que una de las mejores fuentes para obtener información objetiva se halla en los estudiantes universitarios. Como le expliqué el otro día a un funcionario, si uno se sienta con media docena de estudiantes, puede estar seguro de presenciar y beneficiarse de un intercambio enérgico y desafiante de diversos puntos de vista y algunos de ellos se expresan sin tener que justificar la posición de los otros ni la interpretación de los acontecimientos que uno hace.

Es por esa razón por la que cuando este observador tuvo la oportunidad se dirigió a una de las facultades de Damasco.

En Siria, en estos momentos, desde las calles y cafés a las Universidades, uno de los principales temas de discusión son las sanciones lideradas por EEUU, consideradas a nivel casi universal como inmorales e ilegales, ya que, en efecto, están dirigidas contra la población civil.

En parte como consecuencia de esas brutales sanciones, hay ya cuatro millones de personas en este país necesitando algún tipo de ayuda humanitaria y, a día de hoy, hay 637.958 refugiados registrados dentro de Siria que necesitan urgentemente ayuda, lo que supone un aumento de 57.000 personas desde hace un año.

Los combates han contribuido obviamente a la crisis en curso a que se enfrenta la población civil. Por ejemplo, la cada vez más peligrosa situación ha implicado que el Programa Alimentario Mundial (WFP, por sus siglas en inglés) haya evacuado a sus equipos de Homs, Aleppo, Tartus Qamisly y otras zonas. La razón de esa retirada es que a lo largo de los tres últimos meses se ha registrado un agudo aumento en el número de ataques contra los camiones de la ayuda del WFP, que también se han visto afectados por la escasez de combustible. Mientras tanto, la Agencia para los Refugiados de la ONU acaba de informar que la cifra de refugiados que escapan de la violencia en Siria ha saltado a casi 100.000 durante el pasado mes. Tanto la Sociedad del Creciente Rojo de la República Árabe Siria como otras ONG extranjeras y locales no dan más de sí, ya que tienen aproximadamente 10.000 personas más cada mes en situación desesperada en las zonas donde prestan sus servicios.

Prácticamente todas las ONG aquí dan fe del hecho de que si las sanciones lideradas por EEUU se levantaran o incluso se suspendieran hasta la primavera, eso supondría un gesto humanitario coherente con los aclamados valores estadounidenses. Seguir permitiendo muerte y sufrimiento bajo el peso de esas sanciones sugiere que nosotros, en EEUU, no hemos aprendido nada de las consecuencias de las similares sanciones que se impusieron contra Iraq y Afganistán.

Las profundamente inhumanas sanciones impiden que las empresas vuelvan a abrir, que se hagan inversiones, transacciones financieras, reabastecimientos y otras actividades económicas necesarias, lo que significa que es muy difícil conseguir, por ejemplo, combustible para calentar las casas y algo tan elemental como el pan en muchas de las zonas. Estas carencias son el resultado directo y previsible de las sanciones y de los sabotajes de los rebeldes, en menor medida de los traficantes libaneses, turcos y otros que acaparan los suministros y se los llevan a través de las fronteras para venderlos en el mercado negro a precios disparatados.

Como resultado de las sanciones, los precios de los alimentos se han disparado por encima de las posibilidades de la mayor parte de la población civil siria. Según Nizar, una autoridad en literatura inglesa, hay muchísimos niños, ancianos, enfermos y gente empobrecida que están muriendo cada mes como consecuencia directa y previsible de esas sanciones.

La única lógica que los extranjeros que visitan Damasco escuchan de Washington, y lo que la administración Obama está diciendo a los países de la UE que están secundándole en las sanciones, es que las mismas son vitales para conseguir el cambio de régimen en Siria y que cuando el gobierno caiga -para ser reemplazado quién sabe por qué o por quién-, EEUU levantará entonces las sanciones y retirará su bota de las gargantas de los estudiantes y de la población civil de Siria.

Nizar ofrece otro punto de vista: «Si terrorismo es matar a civiles inocentes en función de determinados objetivos políticos, entonces su gobierno, el experto en terrorismo aclamado por el mundo es muy culpable de terrorismo masivo y no necesita dar lecciones a nadie porque eso es exactamente lo que están haciendo con sus sanciones en mi país».

Al contrario de los fervientes deseos de EEUU-Israel y otros gobiernos, no es probable que se produzca pronto un cambio de régimen en Siria, según la opinión de la mayoría de los estudiantes con los que este observador se reunió, quienes insisten en que los cuatro próximos meses van a ser meses críticos.

Los estudiantes sirios siguen de cerca los acontecimientos locales y regionales y un punto de vista común es que Arabia Saudí, los EAU, Qatar, Jordania e incluso algunos en el Capitolio en Washington, están emitiendo múltiples señales de que todos ellos están llevando a cabo consultas con el gobierno sirio a través de sus agencias de inteligencia para alcanzar una solución, porque finalmente están aceptando que, a pesar de la financiación y ayuda a la panoplia de rebeldes con armas, dinero y entrenamiento, estos países, incluido Egipto, creen que el régimen va a conseguir sobrevivir y que los salafíes tipo al-Nusra no se van a contentar con la caída de Siria sino que van a volverse contra Doha, Riad, Ammán, los EAU y otros países en la región.

La historia nos enseña que las sanciones no propician el cambio de régimen y que los afectados no son precisamente quienes detentan el poder. Son los desamparados, los pobres, los refugiados que se hacinan tratando de sobrevivir, por parafrasear la inscripción de Emma Lazarus en nuestra Estatua de la Libertad, quienes están sufriendo muerte prematura a causa de las sanciones impuestas por el gobierno estadounidense.

Los objetivos políticos impuestos contra los civiles sirios son una cosa. La realidad, otra muy diferente. Las sanciones de EEUU, todavía en vigor en lugares como Cuba, después de más 53 años, han sido un fracaso, al igual que las que se impusieron en China, Vietnam, Iraq, Afganistán, Irán, Libia y ahora Siria, por nombrar sólo unas cuantas.

«Todo tiene que ver con una venganza desenfrenada, no con consecuencias lógicas, como señalan las noticias que ofrecen las agencias del gobierno estadounidense», explicó Samir, un importante empresario de Alepo.

Una vez más, gran parte del mundo en el que se incluye esta región, así como la historia, condenará a Estados Unidos por estos brutales crímenes económicos contra una población civil indefensa. Igual ocurrirá entre los ciudadanos estadounidenses y otros con quienes me he reunido recientemente en Líbano, Egipto y Libia que saben lo que está sucediendo sobre el terreno en Siria. Un abrumador porcentaje de seres humanos no acepta y nunca aceptará que se ataque a civiles inocentes, ya sea con aviones no tripulados o con sanciones. Y manifiestan sentimientos de vergüenza, no solo por los últimos once años de innecesarias guerras criminales contra esta región sino por el crimen de las sanciones en curso contra el pueblo sirio.

El odio que nuestro gobierno ha atraído sobre sí mismo durante más de quince años atacando a los civiles se intensifica cada día, porque quienes sufren y mueren aquí en Siria a causa del hambre y de los efectos de las ahora congeladas temperaturas, no culpan a su gobierno tanto como al parecer esperaban los responsables de la política estadounidense. Más bien culpan, y con razón, a nuestro gobierno.

Como un observador señalaba esta semana: «Las tiendas de campaña están empapadas. Los niños no paran de llorar. Los charcos de agua están por todas partes… Voy caminando y mis zapatos están empapados de lluvia. No recuerdo haber pasado nunca tanto frío. No me atrevo ni a pensar cómo estarán más de la mitad de quienes viven en mi zona. ¡Hay que hacer algo!»

Nosotros, los estadounidenses, estamos demostrando una vez al mundo que tenemos poder para destruir a las poblaciones civiles. Pero podemos ser mejores como pueblo. En palabras del senador de Oregón Wayne Morse: «Cada uno de nosotros tiene una obligación personal de contribuir a cambiar, por todos los medios legales necesarios, los actos criminales de nuestro gobierno».

Sentado en nuestra mesa en el refectorio del sindicato de estudiantes en la Universidad de Damasco el 9 de enero de 2013, Rana, una apasionada, y en esta ocasión indignada, estudiante de historia que se está especializando en la historia y cultura de EEUU puede haber reflejado con exactitud los puntos de vista de muchos en los campus sirios estos días.

Rana nos dijo que ella le diría a la cara a Barack Obama lo siguiente: «Sr. Presidente, en 1987, en el 750º aniversario de Berlín, su predecesor, Ronald Reagan, habló acerca de la importancia de la dignidad humana y desafió al dirigente ruso Gorbachev a «echar abajo este muro». En 2013, nosotros, los estudiantes sirios, y nuestras familias de Damasco, la Ciudad del Jazmín, que estaba ya habitado en el año 8.000 antes de Cristo, y cuyos medios de vida, oportunidades y esperanzas está Vd. hoy destruyendo por alguna razón demencial, le insta a ‘poner fin a estas sanciones’, a venir a Siria, visitar nuestro campus e iniciar un diálogo con nosotros».

Los sirios son un gran pueblo. Rana, y sus compañeros, son una honra para Siria y para toda la humanidad.

Franklin Lamb es autor de «The Price We Pay: A Quarter Century of Israel ‘s use of American Weapon’s against Lebanon» (1978-2006), disponible en Amazon.com.uk, y de «Hizbollah: A Brief Guide for Beginners». Ha participado en las investigaciones de la Comisión Kahan sobre la masacre de Sabra y Shatila. Es miembro de la Fundación de ese mismo nombre y de la Campaña por los Derechos Civiles de los Palestinos en Líbano. En estos momentos se encuentra investigando en Damasco. Puede contactarse con él en: [email protected]  

Fuente original: http://www.counterpunch.org/2013/01/11/mr-obama-tear-down-these-sanctions/