Recomiendo:
0

Stalin, la señora Aguirre y el presidente Chávez

Fuentes: Rebelión

He oído las declaraciones en los informativos del mediodía del miércoles 28 de enero de 2009. El presidente de los socialitas madrileños -no seamos tan generosos: del PSOE-, mejor no citar el nombre de la rosa en este caso, ha intervenido en torno al «Madridgate», ese asunto de espionaje, víboras y falsarios, limitado al norte […]


He oído las declaraciones en los informativos del mediodía del miércoles 28 de enero de 2009. El presidente de los socialitas madrileños -no seamos tan generosos: del PSOE-, mejor no citar el nombre de la rosa en este caso, ha intervenido en torno al «Madridgate», ese asunto de espionaje, víboras y falsarios, limitado al norte por los (neo) liberales de la Comunidad de Madrid y al sur por los postmodernos del Ayuntamiento que confirma por enésima y aléfica vez, innecesariamente sin duda, que la derecha española no tiene nada que envidiar al peor rostro de los representantes del Gran Capital-Capitán y sus aliados.

El señor presidente madrileño del partido gobernante y principal partido de la oposición de la Comunidad de Madrid ha hablado sobre la señora Aguirre y Gil de Biedma (¡Gil de Biedma!). Es una de sus primeras manifestaciones sobre el tema según he oído. Ha dicho que la presidenta está entre Stalin y el señor Chávez. El desatino estalinista no lo ha justificado, corramos un tupido velo; la comparación con el presidente venezolano sí: como Chávez, ha dicho el presidente opositor, la señora Aguirre tiene amordazados los medios de la Comunidad.

Han leído bien: la señora Aguirre controla con mano de hierro los medios informativos de la Comunidad madrileña con métodos similares a los seguidos por el presidente bolivariano con los medios de su país. No importa que el principal canal televisivo venezolano esté en manos de los (seguramente) amigos prisistas y afines del presidente opositor. No importa que ese canal lance día sí y otro también no críticas sino insultos racistas contra el presidente democrático de su país. No importa que manipulen hasta lo inconcebible la (des)información todo los días de la semana, incluidos fiestas y celebraciones. No importa que esos medios, como sus colegas de PRISA y su diario global independiente, saludaran entusiastas el golpe militar de 2002. Nada de eso cuenta: la señora Aguirre actúa de forma autoritaria, amordazando libertades y críticas, de forma semejante a como lo hace el presidente de Venezuela.

El desatino es mayúsculo pero las inferencias políticas se imponen. ¿No es acaso el declarante, según dicen, la esperanza blanca del «nuevo socialismo» madrileño? ¿Dónde está la novedad de esos disparates y de «ese socialismo»? ¿Se puede construir algo que tenga que ver tímidamente con la izquierda, en alguno de sus significados razonables, con alguien que insulta, en la forma en que lo ha hecho el señor presidente opositor, a uno de los pocos gobernantes del mundo que han plantado cara con dignidad y coraje a los designios imperiales, a las grandes corporaciones españolas (por designarlas de algún modo) y a la derechona antiilustrada y corrupta de su propio país? ¿Puede haber puntos de confluencia con alguien que cultiva ese legado político? ¿Es ese el republicanismo ciudadano del PSOE del señor Zapatero?

Hay, por lo demás, otra conclusión que no debería perderse en los márgenes: no digo que no haya que alimentar buenas relaciones con los sectores de izquierda del PSOE, que existen, que no son equipolentes simplemente con el conjunto vacío, pero admitamos sin sectarismos, pero también sin ceguera, que no es fácil encontrar puntos de acuerdo con un dirigente político, y la federación que dirige y representa, que se manifiesta en esos términos y tiene la concepción que tiene de la política internacional.

No se trata de volver a la tesis de las dos orillas, que acaso tuvo formulaciones poco afortunadas y algunos gestos erróneos, pero es muy difícil emprender un camino de cambio, de transformación, de honradez política, con el presidente de una federación, nada marginal en su Partido, que interviene sobre un asunto de la trascendencia de las luchas sin freno y piedad en el Madrid de hoy poniendo su punto de mira en un presidente que lucha dignamente, y con amplio apoyo ciudadano, porque el mundo cambie de base y que los que hoy nada son sean realmente en una mañana no ocultado en la lejanía del tiempo.

De hecho, si se me permite la coda final, la comparación de la señora Aguirre con el presidente Chávez es impía, absolutamente impía.