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Sudáfrica ya está aquí

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

¿Cómo pudo el público israelí permitir que unas pocas docenas de racistas decidan por su cuenta entrar en la boca del lobo en Umm al-Fahm? ¿Michael Ben-Ari, Baruch Marzel e Itamar Ben Gvir se representan sólo a sí mismos o son la punta del iceberg de la extrema derecha? Después de todo, miles de ciudadanos israelíes estaban de acuerdo cuando escucharon las criminales explicaciones sobre la realización de esta marcha.

Cientos de miles de personas en Israel están satisfechas con la Ley de Ciudadanía, contentos con el proyecto de ley que permitirá cuando se apruebe -y se aprobará- la discriminación de los árabes que soliciten comprar una vivienda en un barrio judío. Y la mayoría del público ve a la parlamentaria Hanin Zuabi como una traidora.

¿Adónde estaba todo este público mientras los fascistas marchaban por Umm al-Fahm? ¿De repente se sienten incómodos porque los identifican con quienes representan con precisión el Zeitgeist (espíritu de la época, N. de T.)?

En esta marcha deberían estar el ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman, los parlamentarios Anastassia Michaeli y David Rotem, el líder de los colonos, los seguidores del rabino Ovadia Yosef, los dirigentes de las comunidades judías de Galilea junto a los propietarios de casas en Tel Aviv y en Ra’anana, que se niegan a alquilar viviendas a los árabes. Esta marcha tendría que haber llevado carteles con la leyenda «Marcha del orgullo [Nacional]». Y ocurrió que llegaron solamente 1.300 manifestantes incluyendo a los policías que los protegían.

Pero sin duda no están solos. Simplemente no necesitan más para una demostración. El movimiento racista israelí surge de la nada y va tomando forma legal en el Parlamento. Se está moviendo desde los racistas individuales, que esconden su peligrosidad con justificaciones como «diferencias culturales» y «descuidos históricos», que solamente necesitan un pequeño fondo presupuestario y un par de tuberías de aguas residuales para que todo siga bien, al apartheid que se da por supuesto, abierto y obligatorio que ya no necesita ninguna justificación.

En Sudáfrica, en la década de 1950, los blancos temían incluso a los inmigrantes blancos, no sea cosa de que vinieran con ideas liberales que afectaran al folclore local.

Pero sobre todo tenían miedo de los negros. En un corto período de tiempo, la aislada comunidad blanca adoptó una serie de leyes destinadas a preservar la pureza de raza. En 1949 se dictó a ley que prohibía los casamientos mixtos. En 1950 y 1957 se aprobaron las leyes de moralidad que criminalizaban las relaciones sexuales interraciales y cuyas penas a quienes las infringían llegaban hasta 7 años de prisión. También en el año 1950 se aprobó la ley del registro poblacional en la que se clasificaba a los habitantes según la raza. En 1953, el Acta de Educación Bantú establecía educación diferenciada, de menor nivel para los negros, y en 1950 se estableció el Acta de Regiones Grupales donde se determinaban las «regiones por grupos» en las que podía habitar cada comunidad racial y que expulsó a 3.500.000 negros de sus hogares.

Este listado se presenta aquí como un servicio a los racistas del Parlamento, por si no saben qué leyes presentar para completar su programa. También es un servicio al público que no acudió a la marcha de Umm al-Fahm, y así podrán saber lo que deben exigir a sus representantes.

Con bastante retraso, el Acta de Regiones Grupales sudafricana se copia en la actualidad en los libros de las leyes israelíes. Un árabe ya no puede comprar un terreno, construir su casa ni tampoco puede alquilar una vivienda, en las pequeñas comunidades donde el comité de absorción se opone a su presencia. Según Adalah -el Centro Legal para los derechos de la minoría árabe en Israel-, esta ley «protegerá» de la «contaminación» al 68,3% de las comunidades de Israel.

El resto de las poblaciones, y en especial las grandes ciudades, tendrán que continuar, mientras tanto, arreglándose con el apartheid voluntario. Pero también su momento llegará, así como Sudáfrica encontró la solución apropiada para sus ciudades. Será posible, por ejemplo, adjudicar a las juntas de propietarios la determinación de quién puede comprar o alquilar un apartamento en un edificio. Después de todo, lo que es bueno para una comunidad pequeña, también lo será para el más pequeño de los edificios. Y, por supuesto, también se aprobará una ley que fomenta la denuncia.

Y así, mientras el gobierno de Israel pretende que los palestinos reconozcan su identidad judía, también construye internamente la doble identidad del Estado. Autonomía protegida para la mayoría judía y una endeble para la minoría árabe.

Rápidamente Israel está definiendo las fronteras de la autonomía árabe y por medio de leyes raciales otorga a la minoría árabe enclaves con derechos limitados, mientras por otro lado aspira a ser una región étnica y cultural que exige el reconocimiento internacional por su status especial.

 

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/south-africa-is-already-here-1.322052