Recomiendo:
0

Sumisos, arrodillados, besando manos y pies de impíos y falsarios poderes insaciables

Fuentes: Rebelión

Lo recordaba Jesús Bastante en Público [1]: hace pocos días el gobierno había anunciado que la Ley de Libertad Religiosa [2] -que en absoluto era una ley a favor del laicismo ni mucho menos una ley anticlerical- quedaba ubicada definitivamente en un cajón cerrado a cal y canto, en el abultado archivo de las claudicaciones. […]

Lo recordaba Jesús Bastante en Público [1]: hace pocos días el gobierno había anunciado que la Ley de Libertad Religiosa [2] -que en absoluto era una ley a favor del laicismo ni mucho menos una ley anticlerical- quedaba ubicada definitivamente en un cajón cerrado a cal y canto, en el abultado archivo de las claudicaciones. Unos quince diputados, varios ministros, el presidente del gobierno y el presidente del Congreso de Diputados, la segunda y tercera autoridad de un Estado que dice ser no confesional, han acompañado al señor Ratzinger en su visita privada-pastoral a Santiago y Barcelona.

El máximo responsable de un Estado que no ha firmado la Convención Europea de Derechos Humanos no templó gaitas. Inmediatamente antes de pisar suelo español, denunció con su usual voz falsaria que «en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta» [3]. Añadió: «Y ese enfrentamiento, disputa entre fe y modernidad, ocurre también hoy de manera muy vivaz».

Desgraciadamente el Jefe de este Estado teocrático, sesgada y discriminatoriamente varonil, está errado, muy errado. Él lo sabe bien: agita huracanes que esperan sean rentables para sus arcas. No ha nacido en España todavía, en el país de Manuel Azaña, Negrín, Tagüeña, Ibárruri y Alvárez del Vayo, un secularismo fuerte, un movimiento laico equiparable al de la digna y añorada Segunda República española que ponga a la Iglesia católica en su sitio, que sin duda no es donde ahora está, y que, demostrado está, la estrategia del apaciguamiento es inútil. Son insaciables. Sin que ello implique abonar, desde luego, ningún acto incendiario -asunto sobre el que sus insidias, dicho sea entre paréntesis, tampoco tienen parangón por su cortedad de miras, su calculada exageración y su neta incomprensión neta del asunto- ningún desencuentro, ninguna separación entre corrientes y tradiciones de lucha social. Los cristianos y comunistas que lucharon codo a codo contra la fascista dictadura nacional-católica son prueba no olvidada de que no hay sectarismo alguno en la vindicación. De hecho, numerosos cristianos de base están avergonzados con los actuales mandatarios de la Santa Sede y por sus representantes en España

En España, por si faltara poco, y según la profundísima meditación del señor Ratzinger se necesita una «reevangelización», la búsqueda de «un lugar de encuentro entre fe y laicidad», con esta última postrada a los pies de la primera, un nacional-catolicismo renovado en las formas, una mayor subordinación de la sociedad a los símbolos, cultura, intereses e instituciones católicas, en momentos donde los inimaginables privilegios económicos de la Institución, en impuestos, tierras, ayudas y educación, no tienen parangón.

¿Inesperado lo sucedido? Todo estaba en la agenda prevista. No causan extrañeza estas declaraciones del máximo responsable del único Estado teocrático europeo. De un Estado que debe su existencia a los favores del líder fascista italiano, aquel sádico que encarceló a Gramsci y tantos otros comunistas italianos. De un Estado cuyos representantes en España pasearon bajo palio durante décadas al dictador golpista africanista, bendijeron el golpe fascista de 1936 al que etiquetaron de Cruzada, cobrando su colaboración en poder, privilegios, conversiones forzadas de presas y presos antifascistas y en colaboración con la desaparición de hijos e hijas de prisioneros republicanos. Tal como eran, tal como son. Pero… ¿Y el gobierno? Una de bravas que se acerca el invierno… Están algo sorprendidos eso sí. ¡Sorprendidos!

A su llegada al aeropuerto de Lavacolla, esperaban al Jefe teocrático, además de los devotos príncipes de Asturias, el vicepresidente primero y los ministros José Blanco y Francisco Caamaño. En Barcelona, le esperan José Bono, el señor Zapatero y Ramón Jáuregui. Rubalcaba conocía las inefables palabras papeles cuando entró a conversar con mister Ratzinger en la tarde del sábado. Cuatro minutos duró la conversación. La tesis oficial no se alteró ni en una coma: «Las relaciones entre España y la Santa Sede son buenas», afirmó el vicepresidente. Total colaboración del Ejecutivo en esta visita y en la que realizará Herr Ratzinger el próximo agosto a Madrid, añadió el dirigente «socialista». El presidente, según se afirma, se «vio obligado» a recordar al Papa de la Iglesia romana que España era un Estado aconfesional, reconociendo, eso sí, el peso en nuestro país de la Iglesia católica.

Gaspar Llamazares ha puesto un poco de cordura en todo este disparate, en toda esta infamia. No tuvo ningún reparo a la hora de denunciar que las palabras del señor Ratzinger suponían «una injerencia inaceptable en la vida política del país que ha ido a visitar» [4], añadiendo: «Su intervención es un insulto y una afrenta a la democracia española y a la memoria democrática de los españoles…es un sarcasmo que el líder de la Iglesia católica, cómplice de una de las dictaduras más sangrientas de la historia, venga a dar lecciones». ¡Por fin alguien se atreve a formular, con claridad y distinción, enunciados razonables! ¡Por fin alguien no se postra a los pies de unos caballos desbridados cada vez más insaciables!

Mister Ratzinger tuve además la osadía de lanzar una proclama a favor de la verdad y la libertad. «Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra», declaró. Añadió: «la Iglesia está al servicio de ambas». ¡Qué cinismo! ¡El mundo al revés! ¡Alicia en el país de la tergiversación y la cara esculpida con hormigón y cemento armado! ¡La verdad y la libertad como señas de identidad de una institución que no movió (en su jerarquía) un dedo contra el nazismo y que apoyó durante cuatro décadas al dictador Franco y a otros dictadores como Videla o Pinochet! ¡La Iglesia que condenó a Bruno y a Galileo, que ha censurado todo lo que ha podido y bastante más, al servicio de la verdad y la libertad, en la senda de la búsqueda honesta de la verdad!

Ni que decir tiene que el Jefe del Estado Vaticano no hizo referencia alguna a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero católico. A Carlos Sánchez Matto, de «Iglesia sin Abusos», no le ha sorprendido su silencio. A muchos otros tampoco. En la tarde del sábado, Ratzinger reivindicó las raíces cristianas de Europa y proclamó que «es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa». ¡Resonar gozosamente! ¡Qué Dios, europeo o no, nos coja confesados… y con las maletas a punto!

Hace años, casi veinte, un pensador, él sí, que siempre ha buscado honestamente -y sin descanso- la verdad, la justicia, la igualdad y la libertad auténticas, un amigo de lucha de muchos combatientes cristianos-comunistas como Alfonso Carlos Comín, abrió sus Discursos para insumisos discretos [5] con un poema en el que expone, como si fuera una película, lúcida y veraz, de política-ficción, lo sucedido en estas dos décadas de escarnio e infamia. Vale la pena recordarlo. Lleva por título «Bienvenido, Mr. Ratzinger» y está escrito antes de que el responsable del Santísimo Tribunal inquisidor se hiciera con las riendas del máximo poder de esa institución falsariamente llamada «Santa Sede»:

Cuando el asunto parecía finalmente liquidado

y era ya seguro que «aquello» no regresaría

para inquietar atormentadas mentes infantiles,

cuando su crisis había sido diagnosticada como última

y «aquello» era tan sólo materia para chistes académicos,

cuando podíamos ya airear nuestras miserias

sin las viejas restricciones moralistas,

cuando ya el otro Karl [6] no tenía adversarios

de talla

y el canto al final de las ideologías

bajaba de la Academia a la calle,

cuando ya nada se oponía, amigos,

a que pudiéramos ser tan cínicos

como nuestros enemigos,

cuando empezábamos a identificarnos con la Auténtica Vida,

esto es, la de los otros,

y el ser de una pieza resultaba de mal gusto,

cuando la divisa del día era ya todo vale

y todos estábamos de acuerdo

en que todo está permitido

menos alterar las sabias leyes del mercado,

la bicha volvió.

La desenterró el Inquisidor Ratzinger, oh maravilla,

contra los nuevos teólogos.

Y entonces quedó definitivamente demostrado

que el marxismo no era una ciencia,

compañeros.

Definitivamente demostrado: el marxismo no es una ciencia, no es sólo saber, conocimiento teórico, es también dignidad, lucha política. El coraje que debe acompañar a todo ciudadano socialista, a todo ciudadano, que se precie de serlo. ¡Sin postrarse de rodillas, sin besar manos de inquisidores que arremetieron y arremeten contra todo indicio de liberación, contra todo signo de razonable y no sectario laicismo, contra el enorme caudal de liberación social que representan tantos y tantos cristianos de base que en el mundo luchan y combaten por un mundo justo, libre e igualitario que no esté en manos de mandarines religiosos! De ellos o de los otros, claro está.

Notas:

[1] http://www.publico.es/espana/345388/el-papa-declara-la-guerra-al-laicismo-del-gobierno

[2] El que por apenas un grano de sal no llegó a ser secretario general del PSOE, el actual presidente del Congreso de los Diputados, no cree necesaria una ley de libertad religiosa. «Una ley de libertad religiosa podría ser un elemento de reproche por parte de quienes están en el antisocialismo y nos acusaran, a los socialistas, de ser antirreligiosos». A la tercera autoridad del Estado eso le dolería «porque creo que el crucifijo no hace daño a nadie» (Declaraciones realizadas en el programa «Los desayunos de RTVE», http://www.publico.es/345543/bono-el-crucifijo-no-hace-dano-a-nadie )

[3] El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal arzobispo de Madrid, el líder ultraderechista Antonio María Rouco Varela, ha abonado, claro está, la misma senda sin cortarse un pelo. 1. Ha achacado a «derivaciones del laicismo radical» la situación en España en materia de matrimonio, familia o derecho a la vida, situando a España «en el primer puesto del ranking de laicismo» en estas materias. 2. Se ha referido también a las palabras de Benedicto XVI sobre el «secularismo fuerte y agresivo» de España:. «El santo padre ha hecho una reflexión acerca de una especie de resurrección del laicismo radical un poco extraño a estas alturas del tiempo». Ha insistido en la idea de que aunque se pensaba que el laicismo radical, tras las Segunda Guerra Mundial, había finalizado «parece que no es así y que sigue afectando a toda Europa». 3. Preguntado por la razón por la que Papa ve en España el «campo de batalla entre la fe y el laicismo más agresivo», ha señalado que España «fue uno de los escenarios donde creció y se difundió la fe», con «una de las iglesias que más dinamismo ha mostrado», y, por lo tanto, entiende que se debe a esa «aportación excepcional» que se ha dado dentro del país a lo largo de la historia

[4] http://www.publico.es/espana/345326/el-gobierno-sorprendido-por-las-palabras-del-papa

[5] Francisco Fernández Buey, Discursos para insumisos discretos, Madrid, Ediciones Libertarias, 1993.

[6] Karl Marx- Karl Popper.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.