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Del griot a la cultura cimarrona afroamericana

Tego Calderón, dembow y autoridad lírica

Fuentes: Rebelión

A Joanita y David, por la sugerencia Interludio real, viviendo en las barriadas El café fuerte no es para el aburrido desvelo o para la noche sin las emociones del silencio a perpetuidad como si se quisiera estrenar el don primario de las gentes de la barriada, esa intensidad cool de vecindario solidario. O el Bing […]


A Joanita y David, por la sugerencia

Interludio real, viviendo en las barriadas

El café fuerte no es para el aburrido desvelo o para la noche sin las emociones del silencio a perpetuidad como si se quisiera estrenar el don primario de las gentes de la barriada, esa intensidad cool de vecindario solidario. O el Bing Bang emocional para conectar con las técnicas de aquel arte que expresa el concentrado de molestias populares. Leve fractura en la ruidosa austeridad, es un automóvil, de gánsteres es posible porque su negocio es la madrugada de los otros, ese blade runner dobla la próxima esquina, y quién sabe si el guiso no es fácil; el viento lunar mueve el breve bosque y un reggaetón, venido de por allá, se cuela causando estropicios en el oído. Angustia personal como mala noche comunitaria. El reggaetón quiere oído tierno, pero también cuerpos imitando cópula de caninos [1] . Pelvis gelatinosa en la prehistoria y perreo por estos días de posverdad, ¿qué más da? Los inquisidores del swing corporal se han pasado invocando el juicio final para quienes hacen del cuerpo apología anarquista de la vida y sus tuntuneadas satisfacciones, pero ya nadie escucha las trompetas del apocalipsis, menos mal. O están desafinadas y sordas. Las voces marginadas corresponden al material predilecto de la adusta sociología del conformismo, se mezclan situaciones críticas y espacio degradados, en el balón de destilación, para agrandar bibliotecas de la temática. La Facultad universitaria, pres-pres [2] académicos y tal, no tiene facultad si no adquiere picadura cimarrónica de abayarde [3] . Ahí, justamente por ahí, ingresa Tego por la puerta de adelante proclamando que es «el negrolo cocolo que los jode como quiera, acompañao o solo, este es mi chance, sigo sin quitarte el guante, tirando adelante…« [4]

Tego Calderón, músico y poeta puertorriqueño, cuyas composiciones se han enfocado en temas sociales, como el racismo, la corrupción y la desigualdad social.

La ruta del ánima bendita de Ismael Rivera

Aquellos que trabajan el nacimiento de cada habitante de barrio adentro con cuadrantes astrológicas o con conexiones de divinidades sin más recinto de culto que la viva fe del portador, dicen que en el instante cumbre del nombre se hace elección del destino: clavo o martillo. Y ya. Como diría el Poeta: «…y uno va por su vía, tratando de encontrarse, uno lucha y se estira, palpitando se arrastra, pero la sangre tiene el puño firme y conserva lo suyo hasta el arribo» [5] . La marginalidad no es una elección, al menos mientras no es desánimo político, es aquello que retrata Frantz Fanon en Los Condenados de la Tierra: «Descubre que una piel de colono no vale más que una piel de habitante del ghetto (JME) [6] . El marginal, es decir el urbanita colonizado, desafía los malos vientos sociales proclamando con filosofía y arte su territorialidad rebelde en marginalidad, no teme el clandestinaje de la desconsiderada seriedad mediática ni ser clasificado en el abigarrado jazz del lumpenaje. Él es Tego y punto.

Tegui Calderón Rosario, el hijo de Pilar y Esteban, está en la comarca del jabalí en la astrología china, sus nativos tienen tres virtudes: les tiran a las relaciones públicas con ganas y sinceridad, se meten en la jodedera sin las pausas del hambre del lunes y son estajanovistas a la antigua o sea full productivity. Los cronistas del zodiaco chino pierden el mapa cuando se encuentran a gente como Tego rankeado en el probarse todos los días, al momento de abrir los ojos ya está en ese estado mental para auto gestionar el porvenir. Él dice que eso le funciona «desde pequeño». Ahí agarra un summa cum laude en N.W.A [7] . Nació en Santurce y está ombligado en Loíza, el clásico barrio adentro, por donde aún camina el ánima de Ismael Rivera recordando a las Caras lindas de su gente negra.

Loíza es favela del Caribe u otra Nigeria [8] portorriqueña. Mike Davis escribiría el graffitti: el planeta de suburbios [9] . Tego trepado en la loma del cuadrangular afana de pitcher [10] : «¡de Calderón, pa’ Loíza entero!» Y va el primer strike: «Es que tu historia es vergonzosa. Entre otras cosas, cambiaste las cadenas por esposas. No todos somos iguales en términos legales. Y eso esta probao en los tribunales. En lo claro la justicia se obtiene con cascajos». El afroproletariado de las Américas precisa de lenguas de fuete sonoras, rítmicas y con las ciencias del aquel que está llegando de allá abajo, vale nombrar a Segundo Nazareno [11] y Carlinhos Brown. Esa lenguas sean el àdá lírico, el machete de Òggum, no sé, pero como fueron aquellas eficaces y letales cimitarras de los mambises cubanos o de los insurgentes de Federico Lastra [12] . Otras circunstancias y otras contestaciones demandan hierro en la palabra y no al final del brazo.

El bembeteo feroz del cimarrón

«A cada abusador le llega su Calderon’a» [13] . Es la verificación callejera de la ley de la materialidad revolucionaria; el bla, bla, bla de la contradicción de clases sociales con sus pieles condenadas o sacramentadas. El baratillo de humo de dos por tres, el afiche indeleble del mercader no pone olvidos, aun con desconsuelo efímero, para la próxima tragadera de bolas electorales. ¿Quién no sabe de eso en el vecindario?

Al caldo de piedra del ninguneo de las clases blancas gobernantes de las Américas, Tego les alcanza con su espesa sopa de letras cimarronas (la Nación Rastafari prefirió sancionarlas en clave bíblica: babilonia). «Este es, el Grampa’, pa’ Babilonia. Pa’ to’ esos MC que hablaron noña, tienen roña con el Calde’…» [14] El cimarrón en el bembeteo prefiere llamar guasa, guasa a la demagogia y comparar a sus productores con alguien dañino y corrompido como el Guasón gótico alterno ético de Batman. Búsquenlo en el centro de un tambor repiqueante, pero no por la derecha confundida con el amén de sus malas historias. Tego está ahí diciendo lo suyo: «Con su flow antiguo como el voodoo, viejo como el bugaloo. El malo del guasibiriboo. Tumbao de preso en sus canciones, pero no conviven ni en ambiciones…« [15] .

Las barriadas son el país de la memoria radical

El café incumple el primer principio de Termodinámica: no se enfría. Humea, claro está. El punto de azúcar no engaña al gusto etíope. Dale con la mente de esta orilla: gusto cafetero ancestral, porque Etiopía es el País de los Negros, si uno se devuelve a la etimología de la denominación geográfica. Aun en los slums del trópico las madrugadas tiran pa’bajo el mercurio del indicador de calidez. El colectivo del flow, tres calles más allá, retorna de la salsa monga [16] al discípulo del profeta Malcolm X. Y ahora una muestra de lírica Shaka (borincana, también): «Deja el tirirí-tarará, que yo estoy viejo pa’ eso ya. Métele como es, o no le metas na’. Llegó el negro libiri. El enemy de los guasibiri, Tego Calde pa’ los jere’. Pa’ los trilili. Vengo más pesao’ que Enrique Gratas [17] …». La sopa de letras está picante y bastante caliente, no hay cuchara y el hambre aprieta. Sandunga calduda.

Las barriadas son el país de los recuerdos y los olvidos a conveniencia, de norte a sur: Loíza (Puerto Rico), 23 de Enero (Venezuela), El Callao (Perú), La Trinitaria (Ecuador), Villa Fiorito (Argentina) y de vuelta al punto inicial. Rabias y lamentos calculadas con las mismas cuentas del rosario al santo indiferente del Vaticano, alumbrado con una lucecita débil como el final de la fe. Las nuevas formas sociales de la plantación decimonónica, ahora en el siglo XXI: palma aceitera, en el norte de Esmeraldas, Ecuador; el porfiado ecofeminismo para fatigar hasta la muerte al capitalismo (la utopía es para avanzar, optimizó Eduardo Galeano); los arcos mineros de todos lados son el bling bling para engatusar comunidades afroamericanas.

El nieto por otras vías de sangre de Franswa Mackandal

Franswa Mackandal, verba mitológica y hougan liberador de mentes esclavizadas, revive en la oralidad guerrera de los que perdieron el rumbo y todavía creen en el espejismo del neón súbito de la fortuna. «El único con el sonido es canchanchán [18] . Soy veterano sin ir a Vietnam. Y yo no uso diccionario, pues yo canto pa’ to’ los barrios. Y pa’ las niches de dulces labios. Y yo no sé pa’ ti, pero pa’ mí es mi estilo, me lo están mascando…» [19] . En todo caso, cada barriada es palenke (quilombo) insatisfecho y se masca el descontento con estilo dembow [20] , con percusión de todos los tamaños de alegrías, rebeldías y axês.

El pecado mortal de la izquierda cansada del bluyín y de Don Ata [21] . La conseja de Tego. No hace falta un discurso anticapitalista recargado de citas, con un mogollón de estadísticas, segmentando pueblos de los slums con clase social de los clubes de avenida principal; saboteando la arrechera con traje Armani y al final un whisky on the rock porque se tienen placeres, compañeros; todo se justifica con más decires marxistas y no de Carlitos de Tréveris, sino de los apropiados del dogma. Tego templa el parche: «Yo sé rapear de lo vivío día a día, prefiero no vender antes de hablá boberías… es que no puedo estar chilling [22] ,… That nigga is crazy, using and dealing , está hasta abajo, ya no promete muy a lo loco demasiao algarete, yo quisiera hablar de amor, de cosas buenas, pero de corazón esa m**rda no me queda, demasiado de mucho sufrimiento pa’ yo meterle como que vivo contento,…» [23] Así es, el sufrimiento tiene colores que van del prieto al marrón.

Los ritmos del hip hop tienen patente cultural de revancha

Hay delitos piadosos, por ejemplo, culpar al café del insomnio por la espera de no se sabe qué. El músculo juvenil, varón y hembra, no se cansa del dembow. Tienen el ritmo de parientes genéticos repartidos por la historia, al ritmo de Tego se responden con danzas de guerras de otros tiempos y bailes sospechosos de no ser eso que parecen, en fin, de la oralidad a estas coreografías inquietantes. Lo de Tego es la oralidad con virtud bioquímica de cada orisha juntos y por separado, así pues, su poesía estropeando la reglamentación de olimpos, sus decires de pedernal implacable, su crónica hard boiled [24] , reinvención y contravención del idioma hasta deshuesarlo y préstamos radicales al último concho de memoria colectiva de las comunidades negras americanas.

«Yo escupo pa’los malucos, en sus carros me escucho. Sin truco, esto está que por na’ te vo’a matar. Me han puesto a pensar lo que vo’a grabar… Y viven to’ del tumpacatá. Ta’ malo, ta’ malo pero carajo, ¿esto se va arreglar con el hasta abajo?» [25] . No hay breakendito (pequeña pausa), porque en vez de cocteles Molotov la juventud lanza lírica jodida o incendiaria. Después del Hip hop los procesos líricos, escritos, currulaos y fashion s tienen patente cultural de revancha. Reggae, reggaetón, rap, arrullo- bundeao y cierta salsa evolucionada para mercantilizar ardores juveniles llamada salsa-choque, todos tienen genética para gobernar las emociones del desentendimiento social. «Siempre que sea el party, ya tú sabes, man«, dicen algunos jóvenes mostrando el bling bling de su inconsciencia.

«¿Qué tú quieres que escriba: guasimillas, mentiras?»

Tego Calderón comprendió que cualquier slum es más que geografía urbana, es historia de humanidad con clases sociales roncando timbales, pero también aspereza ideológica y estética tenaz, dicho sin anestesia: racial. Hay tantos Malcolm X por ahí, que uno más no sobra, multiplica actitudes; el gueto palenkero (o quilombólico) por carencias a veces hasta de espectaculares auroras desafía la poquedad gubernamental (no importa el país, los parecidos no confunden) con coros de ángeles arrabaleros: «esto es mucho con demasiado». Las adversidades no son primicias, apenas las señales que se cuentan en la tienda de abarrotes o en la parada del bus. No hablan de capitalismo, pero explican las pocas oportunidades y las próximas elecciones con la misma clase política tan devaluada como el peso en el bolsillo. Y Tego tropieza con el hermano Malcolm X: «Soy el hombre que crees que eres. Si quieres saber lo que haré, averigua lo que harás. Haré lo mismo, solo que más de eso». ¡Wow! El Gobierno que gobierna las barriadas está fuera de ese planeta (Elysium, en tiempo real) y tiene el brazo duro de la chota [26] para imponer austeridad mientras el chin exclusivo disfruta de la grandiosa plusvalía. Tego ataca: «Oye, a mí me importa poco lo que se diga del nigga, [27] William Landrón [28] y yo somos socios de la avenida. Soy bandolero como el míster politiquero, que se robó to’ el dinero y lo postularon de nuevo (como si na’), si fuera Calde o Don Omar, nos daban conspiración la llave bota…» [29]

Mucho n’kame [30] social y va de largo: «Y yo no soy ejemplo mi respeto a tempo.

Su único delito fue tener talento. Qué tú quieres que yo escriba: guasimilla, mentira. De que el D.E.A me tiene en la mira (yo sé). Yo estoy claro-claro, mis impuestos pagos. Critican si trabajo, critican si soy vago (qué se va hacer). Yo hago en primera y me tratan de segunda. Así de na’ le encanta como el negro zumba (eso es verdad). Yo soy tu cuco tengo el trabuco conocido mundialmente como el maluco…» [31] Ocurre en todos los slums de aglomerada negritud. Por mucho que Calle 13 la ponga de cogollo con fuertes demandas emocionales: «los de atrás vienen conmigo».

Tego Calderón, la institución cimarrónica urbana

Ni reggaetón ni cosa rara, esto es urbano y primordial si quieren acoquinarlo en el rincón deviene en black panther con afro-look o dreadlock. Diez mil años dice la arqueología atestiguan este hairstyle (peinado) de guerreros de la sobrevivencia. Tego presume poco de arte de protesta y revancha, no hace falta, porque sus dembow febril y coming son perpetuo son cambiantes respuestas a esas preguntas que están campaneando por ahí. Él es la institución urbana registrada en los oídos de ciento cincuenta millones de afrodescendientes, el Hulk más black que green, él de la lírica pesada, el de la voz del tambor colectivo nyabinghy. Mejor dicho, jangueo proletario del Abayarde negrura marrón.

«Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla. En los países subdesarrollados, las generaciones anteriores han resistido la labor de erosión realizada por el colonialismo y, al mismo tiempo, han preparado la maduración de las luchas actuales» [32] . ¿Tego descubrió su misión y la está cumpliendo? El aborigen de Loíza encontró el idioma para comunicarse con las abigarradas juventudes de las barriadas, eso es comunicación al estilo Mackandal del siglo XXI. Imprescindible si babilonia tiene las atarrayas sociales. Una gramática despiadada, atropelladora, directa y en las proporciones necesarias al paquete cerebral (córtex, emotivo e instintivo). ¿Y qué más? La política, no esa ni esa, si se argumenta con seriedad es aquella que recuerda a los Mau Mau, porque como enseñó el Profeta de la X (El-Hajj Malik El-Shabazz): «para hablar con el poder urge tener poder». Más na’, pariente. Ese poder cromado, fastuoso, encorbatado y ampuloso solo respeta al poder sentipensante. Shabazz advierte: «el poder no retrocede ante una sonrisa, ante una advertencia…» O ante una lírica monga, descafeinada; el poder no se entretiene en lecturas de autoayuda o en trucos de emprendimiento. El poder de los de arriba es el maratón de las zancadillas para calzar realidad con sus libros. Vaya viendo, Maquiavelo invertebrado y del lumpen.

¡Ah, la herencia ancestral de Tego!

La estrategia artística de Tego Calderón tiene bastante estudio, eso no se consigue solo zanganeando en la esquina, hay etapas. Por ejemplo, descubrir las estrellas negras del libro de Liliam Thuram, estrenar y afirmar el discurso lírico de griot impertinente al límite y obtener el mix sandunguero y desafiante con unas letras como picadura de hormiga rabiosa: Longer than Mandela (Longer than Mandela). Don’t even know why we don’t even care [33] (Más tiempo que Mandela (más tiempo que Mandela). Ni siquiera sé por qué ni siquiera nos importa). En esos días, exigía la libertad del héroe independentista puertorriqueño Óscar López, indultado por el ex presidente Barack Obama.

Las calles de los slums producen códigos, rituales, filosofía y política. El material cultural está ahí, anda por ahí y se escucha por ahí. La voz y el cuerpo, actitud y herencia ancestral, cimarronismo y ternura. Tego Calderón no anda en definiciones o especulando academicismos, sería estresar la potencia anímica del coro de rebeldías fundidas en un tono. «A ti se te trancó el bolo con el cocolo, tus sueños de grandeza los esborono, negrolo. Y eso que están culpándonos, ajorándonos, hablando bazofia, marginándonos, en vez de ser Tego el que te canta, podría ser Tego el que te asalta, saco de trampa, lucho pa’ que mi hija nunca pase hambre…» [34] Bajó del tranvía, con el surtido de caramelos y el cojoneo de la desesperanza, porque el mediodía comienza en la madrugada y la calle no perdona, aún está dura, bros [35] .

La gente que hizo hablar al batá, a la bomba, al cununo, a la tambora, al cajón; se maravilló con dos palitos llamados claves o con las plaquetas de chonta fina de la marimba; encontró en el saxo y en la trompeta otros secretos armónicos, esa gente no creía en exotismos. Ni cree. Voz (oralidad cantada) y cuerpo (danzas) recursos del hip hop. Hoy es resabido: el hip hop es ese marimbeo, explicable con la física clásica, de los individuos de suburbios. El primero fue Mackandal mientras se consumía. Oloddumare les prestó responsabilidades de orishas para que no quedara materia sin movimiento. O como define Tego: «candela pura». Negra candela incombustible.

En el hip hop no es el destino final es la ruta, porque «él que de lucha se cansa, su sueño nunca alcanza» [36] , es proceso cultural de la barriada impaciente, juvenil por desfachatez, comiendo años parecidos a semanas e identidad urbana que es decir cimarronismo de los iluminados multifamiliares similares a trasatlánticos negreros encallados su propia historia. «Me inculcaron semillitas de esta cultura. Desde la cuna agradecido de esta negrura. Con la soltura de mi flow. No hago travesuras…» [37] Axê, Tego.

Notas:


[1] Doggy style.

[2] Engreimiento, en el habla bonito de Esmeraldas (Ecuador

[3] Hormiga rojiza, cuya picadura es molestosa.

[4] Tema musical: El Abayarde.

[5] Del poema El poeta le muestra sus raíces, de Antonio Preciado.

[6] Los condenados de la Tierra, Frantz Fanon, Kolectivo Editorial «Último recurso», 2007, p. 33.

[7] Niggas With Aptitude (NWA). Negros con aptitud.

[8] Barrio de la ciudad de Guayaquil, Ecuador.

[9] Planet of slums , autor Mike Davis.

[10] El que lanza las pelotas al bateador en el béisbol.

[11] Cantor afroecuatoriano ya fallecido. Por su voz de alto grosor lírico le correspondió el prestigio y la fama en la costa pacífica colombo-ecuatoriana.

[12] Líder de la Revolución Negra (1913-1916) contra el concertaje (esclavización disfrazada de falsas oportunidades), en la provincia de Esmeraldas, Ecuador.

[13] Guasa, guasa, de Tego Calderón

[14] Sopa de letras, de Tego Calderón.

[15] Guasa, guasa, de tego Calderón.

[16] Salsa opuesta a la salsa de la Fania all stars, aquello que se considera «brava», «dura»

[17] Enrique Gratas (1944-2015), nacido en Argentina, presentador de noticias de la televisión estadounidense.

[18] Proviene del ingles: Catch all as you can. Significa: agarra lo que puedas. Se entiende la influencia total en el ámbito musical. Como quien dice: «la supremacía Tego».

[19] Sopas de letras, Tego Calderón.

[20] El dembow no tiene especial significado lingüístico, más bien hace referencia a la percusión y la fuerte incidencia rítmica del bajo en la ejecución de la lírica. Es originario de la misma matriz de sonoridades que el reggaetón. Se atribuye si no su creación al menos su difusión a El General (Edgardo Franco).

[21] Se hace referencia a Atahualpa Yupanqui (1908-1992).

[22] Chilling significa: estar en onda, estar tranquilo o estar relajado. En el habla coloquial de las barriadas caribeñas.

[23] Chilling, de Tego Calderón.

[24] Presentación novelística de aquello que llaman «bajo mundo», en donde se incluye crimen, violencia, sexo y amores contrariados.

[25] Yo dando break , de Tego Calderón.

[26] Policía.

[27] Niche, en la versión de Latinoamérica.

[28] William Omar Landrón, artista portorriqueño, llamado Don Omar.

[29] Bandolero, autor Tego Calderón.

[30] Parla sagrada (bantuismo).

[31] Óp. Cit.

[32] Los condenados de la Tierra, Frantz Fanon, Kolectivo editorial «Último Recurso», 2007, p. 164

[33] Longer tan Mandela, Tego Calderón en colaboración con Talib Kweli.

[34] El bueno, el malo y el feo, Tego Calderón, con Vico C y Eddie Dee.

[35] Brother, hermano.

[36] El Abayarde, Tego Calderón.

[37] Óp. Cit.


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