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Cientos de personalidades mundiales se reúnen para exigir a Estados Unidos que termine con su doble rasero ante el terrorismo

Todo preparado para conferencia antiterrorista en La Habana

Fuentes: World Data Service

Una conferencia antiterrorista a realizarse esta semana en La Habana a la que hasta el momento habían confirmado su presencia alrededor de 300 delegados latinoamericanos y de otras partes del mundo, refleja el interés universal de hacer la lucha contra ese flagelo más universal y justa. La reunión convocada desde La Habana por intelectuales y […]

Una conferencia antiterrorista a realizarse esta semana en La Habana a la que hasta el momento habían confirmado su presencia alrededor de 300 delegados latinoamericanos y de otras partes del mundo, refleja el interés universal de hacer la lucha contra ese flagelo más universal y justa.

La reunión convocada desde La Habana por intelectuales y entidades culturales ha tomado como centro la exigencia al gobierno de Estados Unidos de que abandone políticas de doble rasero en su propio programa contra el terrorismo, y no separe a los criminales en «terroristas malos y terroristas buenos».

En la segunda nomenclatura -de acuerdo con enérgicas denuncias principalmente desde La Habana y Caracas- está Luis Posada Carriles, actualmente recluido en un centro de detención en El Paso, Texas, y Orlando Bosch, quien reside en Miami, Florida, en completa libertad.

Ambos individuos tiene gruesos y cruentos expedientes plagados de acciones violentas contra Cuba, entre otras la coautoría de la destrucción con bombas en pleno vuelo de un avión civil cubano en 1976, frente a las costas de Barbados, con un saldo de 73 muertes.

Tanto Carriles como Bosch fueron generados, como terroristas, por el largo conflicto cubano-norteamericano iniciado prácticamente en 1959 cuando triunfó en Cuba una revolución que se enfrentó rápidamente con Washington al aplicar programas extensos de mejoras sociales y transformaciones internas que devinieron en un sistema socialista.

Entonces tanto Carriles como Bosch se sumaron, subordinados a órganos de inteligencia y militares estadounidenses, a un programa que desde el primer momento tuvo el objetivo de derrocar por cualquier medio al gobierno encabezado por el actual presidente cubano, Fidel Castro.

Es precisamente la membresía por décadas de cada uno de esos individuos en entidades oficiales de Estados Unidos -incluyendo la Agencia Central de Inteligencia (CIA)- lo que hace sus casos muy embarazosos para la Casa Blanca, especialmente el de Posada Carriles.

Bosch fue indultado en su momento por el presidente George Bush padre, contra el consejo de asesores de justicia norteamericanos y pese a abrumadores pruebas de que se estaba perdonando a un terrorista.

Pero el caso de Carriles ocurre en un momento en el cual Bush tiene casi exclusivamente el argumento «terrorismo» para justificar dos invasiones -una de ellas sumida profundamente en el caos- en Iraq y en Afganistán y acciones similares que estén por venir. Ambos fueron ataques que, supuestamente, fueron lanzadas por el gobierno de Bush para responder a «estados vinculados a terroristas» después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
Sin embargo, desde entonces, todo se ha mezclado, incluyendo necesidades norteamericanas de fortalecer su hegemonía global, y el no menos importante interés por el petróleo.

El regreso de Posada Carriles a Estados Unidos después de ser él mismo indultado el año pasado por la presidenta panameña Mireya Moscoso, quien no oculta sus intereses y amistades con los cubanoamericanos más poderosos y extremistas en Miami, perturbó aún más el accionar de Bush de justificar cualquier acción bélica en el mundo con una varita mágica: el antiterrorismo.

La gran mayoría de los gobiernos mundiales ha dejado hacer a Washington en este sentido, unos por conveniencias e identidades políticas y otros simplemente por debilidad ante la primera potencia universal.

Incluso para quienes prefieren ignorar no solo el doble rasero de Bush sobre el tema, sino su accionar unilateral en la esfera, el caso de Carriles sería demasiado al menos para permanecer callados.

La reunión internacional de La Habana de esta semana aparece como un primer intento de reunir a personalidades del mundo que buscan una tribuna para exponer sus criterios al respecto y que por razones obvias pueden no tenerlas en sus propias naciones.

En una rueda de prensa en esta capital el capítulo cubano de la red de redes «En Defensa de la Humanidad» dirigió la semana pasada su convocatoria a intelectuales, artistas, líderes sindicales, luchadores sociales, parlamentarios y dirigentes políticos.

Un comunicado emitido dijo que «durante las últimas semanas, hemos contemplado con indignación cómo el gobierno de los Estados Unidos, autoproclamado líder mundial de la guerra contra el terrorismo, protege a los autores de monstruosos crímenes en virtud de sus alianzas políticas con los sectores ultraderechistas de Miami y de su probada complicidad con estos hechos».

«La presencia en el sur de la Florida del asesino Luis Posada Carriles, responsable, entre otras atrocidades, del estallido en pleno vuelo de un avión civil que costó la vida a 73 personas, responsable confeso de una cadena de actos terroristas con bombas en numerosos hoteles de Cuba y prófugo de la justicia venezolana, fue desconocida y aún puesta en duda durante meses por las autoridades norteamericanas».

«Numerosos documentos de agencias federales, entre ellas la CIA, el FBI y el Departamento de Estado, demuestran inobjetablemente la autoría de Luis Posada Carriles y de Orlando Bosch, quien se pasea hoy libremente por las calles de Miami, en el sabotaje al avión de Cubana en 1976, así como el conocimiento que de ello tenían las autoridades norteamericanas antes de producirse el hecho», expuso el documento.