No se sabe cuál fue la chispa que inició el terrible incendio en el monte Carmelo, donde se quemaron 5.000 hectáreas de bosque, más de 15.000 personas tuvieron que ser evacuadas y tuvo un saldo de 43 muertos. La ineficiencia del Estado fue evidente. Los bomberos llegaron solamente a horas de ser avisados del incendio, […]
No se sabe cuál fue la chispa que inició el terrible incendio en el monte Carmelo, donde se quemaron 5.000 hectáreas de bosque, más de 15.000 personas tuvieron que ser evacuadas y tuvo un saldo de 43 muertos. La ineficiencia del Estado fue evidente. Los bomberos llegaron solamente a horas de ser avisados del incendio, los depósitos de material de extinción se encontraban vacíos, y se descubrió que Israel no tiene aviones preparados para la extinción de incendios de bosques. El discurso demagógico comenzó mientras se esperaba la ayuda de la solidaridad internacional. Ésta no se hizo esperar, de Europa, de Turquía, de Jordania y de la Autoridad Palestina, que estando más equipada que el cuerpo de bomberos israelí, mandó asistencia.
Al principio el discurso demagógico solamente hablaba del heroísmo de aquellos que luchan contra el fuego, rápidamente el presidente Shimon Peres dejó saber que se trataba del mejor momento del pueblo. Más tarde ya se hablaba de «la guerra contra el fuego».
Entonces llegó el momento de los árabes. Ya que alguien tiene que pagar los platos, y ni el régimen radicalmente neoliberal ni los políticos de turno estaban dispuestos a ser ellos, se culpó a los árabes. Según la Policía israelí, se trata de un adolescente de catorce años. No sabemos su nombre, ya que la ley israelí no permite publicar el nombre de menores acusados de crímenes, pero sabemos que estaba fumando su narguile en un bosque al lado de su casa en la aldea drusa de Usfia y que le dio por tirar un carbón prendido.
Claro, la prensa israelí ya ha publicado que el niño ha confesado por voluntad propia. Antes de que el niño fuera arrestado, la prensa en hebreo informaba como si fuera verdad de que el incendio comenzó en un basural ilegal dentro de la localidad drusa. La Policía ya había informado que en los bosques de Haifa fueron arrestados dos jóvenes intentando incitar un incendio. Estos jóvenes, también eran árabes de religión drusa pero de la localidad de Daliat al-Karmil, fueron liberados a la mañana siguiente sin acusación alguna. De esto la prensa informo solo marginalmente.
El discurso mediático ya cambiaba en forma radical, no se trataba más de incendios que pueden tener razones naturales en días calurosos después de ocho meses de sequía, sino que se trataba de incendios provocados. Claro, eran los árabes quienes provocaban los incendios.
Tampoco se trataba más solamente del incendio en el monte Carmelo, sino que la prensa divulgaba decenas de incendios provocados, o de intentos de provocar incendios. En todos los casos o se informaba de que los incendiarios eran árabes o que estos siempre ocurrieran a lado de aldeas árabes. Las respuestas del público a los artículos publicados por la prensa diaria en Internet ya expresaban abiertamente posiciones racistas, desde mantener que se trata de un problema cultural de los árabes hasta discutir si se trata de una nueva estrategia terrorista y finalmente llamar a boicotear las aldeas árabes de Israel.
No es de sorprenderse. La opinión pública israelí mantiene una constante posición racista frente a la población de los ciudadanos de Israel. Según una encuesta publicada por el matutino «Yediot Aharonot» en marzo de este año, el 82% de los estudiantes secundarios religiosos y el 36% de los laicos creen que el Estado no tiene que dar los mismos derechos civiles a los ciudadanos árabes de Israel y el 56% de los estudiantes secundarios creen que no habría que permitir diputados árabes en el Parlamento.
El racismo es una constante. Según el mismo periódico, en el año 2005 la tercera parte de los judíos pensaban que el idioma árabe no tendría que ser oficial en Israel. Un año después el 70% de los ciudadanos judíos declaraban que no quieren vivir en vecindad a un árabe. No se trata solamente de que el discurso popular y mediático en Israel están impregnados de racismo, sino que las instituciones adoptan el estado de ánimo racista y lo transforman en ley. Según Adalah, el centro legal por los derechos de la minoría árabe en Israel, desde las elecciones de febrero del 2009 el Parlamento israelí ha promulgado veinte leyes nuevas que tienen como objetivo restringir los derechos de la minoría árabe-palestina en Israel. Estas leyes vienen a restringir el derecho de los ciudadanos palestinos de Israel a comprar tierras, su derecho a residir en poblaciones judías, demandan jurar lealtad al Estado judío, prohíben la memoria de la Nakba palestina, restringen los derechos de las localidades árabes y dan privilegios a jóvenes judíos.
Quizás el incendio en los bosques del monte Carmelo pudiera servir de ejemplo. Éste pudo ser apagado solamente gracias a la asistencia internacional. No sería sorprendente que los instrumentos creados por la comunidad internacional y su experiencia en la lucha contra regímenes racistas pudieran servir para combatir el racismo en Israel.
Lo que de verdad sorprende es que el incendio se pudo extinguir en 72 horas, mientras que la segregación del pueblo palestino tiene ya más de 72 años. ¿Quizás se trate de voluntad política?
Sergio Yahni es Director de Alternative Information Center