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Tres fuerzas organizadas… y una revolución

Fuentes: Al-Hayat

Tres fuerzas organizadas trabajan para influir en la situación en Siria según les conviene: las fuerzas internacionales que actúan a través del grupo de «Amigos de Siria» que se reunió en Marruecos y reconoció a la Coalición Nacional Siria como único representante legal del pueblo sirio, lo que significa quitarle la legitimidad al régimen asadiano; […]

Tres fuerzas organizadas trabajan para influir en la situación en Siria según les conviene: las fuerzas internacionales que actúan a través del grupo de «Amigos de Siria» que se reunió en Marruecos y reconoció a la Coalición Nacional Siria como único representante legal del pueblo sirio, lo que significa quitarle la legitimidad al régimen asadiano; la propia Coalición Nacional, que ha conformado un marco más amplio para la oposición pero que carece de cohesión interna; y finalmente el régimen asadiano, que se supera a sí mismo en su enfrentamiento con los sirios utilizando misiles de largo alcance y cócteles molotov, agotando sus medios en una guerra que eligió él mismo e impuso a sus gobernados revolucionarios. El régimen aún puede hacer mucho daño, pero desde ahora e incluso antes, no es más que una parte.

Pero hay también una cuarta fuerza, no organizada, que sigue hacia delante y no parece que las tres fuerzas organizadas anteriores puedan influir en ella de la manera que les convenga: la revolución. Y no nos referimos, cuando hablamos de la revolución, a fuerzas concretas o a un grupo de las fuerzas más destacadas, sino a una ingente convulsión social que nadie que trabaja en su marco puede dominar y que se define por un alto grado de descentralización. Su forma más destacada hoy es la resistencia violenta esparcida contra el régimen en decenas de puntos del país a diario. El cómputo total de los frentes activos de vez en cuando puede sumar centenares, aunque no actúen todos a la vez. No hay un sistema nervioso, que siente y moviliza, o una red de comunicaciones organizada para coordinar el trabajo entre cientos de grupos combatientes ni las actividades armadas y las civiles de diverso tipo (de ayuda o de comunicación además de las manifestaciones que salen cada vez que pueden, algunas de las cuales son muy críticas con los grupos combatientes locales o claramente opositoras a los mismos).

Esta estructura tan esparcida tiene la gran ventaja de impedir al régimen lograr una victoria sobre la resistencia armada; pues no hay una cabeza que pueda ser cortada o un frente concreto que pueda romperse, pero es a su vez, una «ventaja» limitada por la efectividad de la resistencia armada debido a la debilidad de coordinación y de trabajo organizado. Contribuye a ello el hecho de que gran parte de los combatientes son civiles, no disciplinados militarmente y sobre cuyo comportamiento dominan la valentía y la improvisación. Originariamente, la mayoría de los combatientes no tienen orientaciones políticas o ideológicas concretas más allá del rencor hacia el régimen y puede que la mayor parte de ese rencor sea fruto de sucesos durante la propia revolución. Pero hoy se está expandiendo entre estos grupos una tendencia a la religiosidad, especialmente al salafismo, del que es complicado valorar su grado de expansión y profundidad. Hay mucha confusión sobre este punto debido a la confluencia del ascenso real de los grupos salafistas, con la excesiva preocupación que los medios de comunicación, especialmente los árabes, expresan sobre ellos, y con las condiciones mismas de la revolución que impiden que aparezcan distinciones ideológicas o políticas entre la resistencia al régimen y una resistencia clara a las formas de religiosidad extremista, como podía observarse en condiciones más relajadas. Esto sabiendo que estas resistencias se han visto de veras aquí y allá, a pesar de todo, y de que esto preocupa a los resistentes armados, y no solo los que participan en la revolución por otros medios.

Esto para saber dónde tienen lugar las operaciones efectivas, y para decir que no comprendemos nada importante de lo que sucede en Siria en lo referente a las fuerzas organizadas. De las fuerzas organizadas, vivas, que son la «revolución», una fuerza mayoritaria, caótica y subversiva, seguimos sin saber apenas nada, incluidos nosotros los que vivimos aquí en el país. Esto no se debe solo al tamaño de la revolución y la ausencia de un centro o frente que tenga una autoridad unida, sino que también se debe a que ha caminado respirando al unísono desde hace 21 meses sin detenerse. No ha mostrado más que una única cara con la que se enfrenta al régimen con medios diferentes. Después de un tiempo, cuando caiga el régimen tal vez comencemos a conocer la conformación de la revolución, sus complicaciones y sus diversas y contradictorias aspiraciones. En ese momento, comenzará la revolución a distinguirse, podremos verle otras caras y entrará en nuevos marcos de lucha.

Ojalá una comprensión de esta complicada realidad que parece que va a complicarse más sea lo que ha empujado a los «Amigos de Siria» a aumentar su apoyo político a la Coalición Nacional. Parece que esto es un intento de las fuerzas internacionales y regionales organizadas de influir, por medio de una fuerza siria organizada, en la situación siria no organizada en direcciones que convengan a las fuerzas influyentes en la agrupación de «nuestros Amigos» o al menos un impedimento de que vaya en direcciones dispersas y demasiado yermas, como temen los estadounidenses al incluir el Frente de Al-Nusra sirio en la lista negra de las organizaciones terroristas. Lo que se sobreentiende implícitamente tras esto es que el régimen caerá en un tiempo no muy lejano porque no sabe cuáles son los fantasmas y monstruos que pueden quedar libres si se alarga la crisis siria.

No hace falta que uno tenga reservas por las razones que sean acerca de la Coalición Nacional (y el que escribe estas líneas no las tiene) para ver que es improbable que la coalición juegue un papel unido e influyente una vez caído el régimen, pues carece de fuerza propia y saca el peso y legitimidad que tiene de abrazar la cuestión de la revolución por un lado y de haberse ganado el reconocimiento internacional por otro. Si cae el régimen, en lo que la Coalición apenas tendrá un papel importante, esta es candidata a dividirse por distintas razones que han provocado una ruptura radical de algunos de sus miembros con el régimen, especialmente entre islamistas y no islamistas. El reconocimiento internacional está dirigido contra el régimen y para arrebatarle la legitimidad más que por un entusiasmo especial por la Coalición. Por ello, su actividad terminará con la caída del régimen. Lo más probable es que el final del régimen sea también el final de la Coalición.

En cuanto al régimen, es la tercera fuerza organizada que no seduce a nadie con las ventajas de la organización, sino que seduce por el caos y la total destrucción. El régimen asadiano ha logrado hacer de sí mismo la peor de las opciones de los sirios con diferencia, pues además de su esencia criminal, lleva consigo todos los vicios que se puedan reprochar a los otros, incluida la fabricación de «yihadistas», el que la sociedad siria quede desintegrada y nazcan en ella odios intrínsecos, y el que se produzca una decadencia nacional general en todos los niveles. ¿Quién no está deseoso de deshacerse de tal pesadilla?

Librándonos de él nos encontramos ante un despertar doloroso no ante dulces sueños, pero no hay otra alternativa, a fin de cuentas, que el despertar doloroso.