Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Yassin al-Haj Saleh es un escritor e intelectual sirio. En 1980, cuando estudiaba medicina en la Universidad de Alepo, Yassin, con 19 años entonces, fue arrestado por el gobierno de Hafez al-Asad por pertenecer al Buró Político del Partido Comunista Sirio. Estuvo en prisión 16 años y 14 días. Desde 2000, Yassin al-Haj Saleh escribe sobre temas políticos, sociales y culturales relativos a Siria y al mundo árabe para varios periódicos y periodistas árabes fuera de Siria. Además, ha escrito y editado cuatro libros sobre su país, incluido uno sobre su experiencia en la cárcel. Su quinto libro es una crítica al Islam contemporáneo y una crítica de su crítica.
Cuando empezó la revolución siria, Yassin al-Haj Saleh, que entonces trabajaba en Damasco, estuvo viviendo allí en la clandestinidad durante dos años. En 2013, él y su mujer, la activista revolucionaria Samira Khalil, se trasladaron a Duma para trabajar por la revolución. Más tarde, ese mismo año, viajó a su aldea natal en Raqqa donde Da’esh iba avanzando terreno y donde este grupo había secuestrado a dos de sus hermanos. Su hermano, Firas al-Haj Saleh, todavía sigue entre sus garras. Después de tener que vivir escondido en Raqqa durante dos meses y medio, Yassin se vio obligado a escapar a Turquía, donde se encuentra ahora. Ese viaje fue el tema del documental «Nuestro terrible país». Su esposa, Samira, fue secuestrada en Duma en diciembre de 2013, junto con otros conocidos activistas, Razan Zeituneh, Wael Hamada y Nasim Hammadi. Se desconoce su paradero.
En 2012, se le concedió el Premio Príncipe Claus, de Holanda, como «tributo al pueblo y revolución sirios». No pudo recoger el premio al estar viviendo en clandestinidad. Lleva dos años en el exilio en Estambul. Es uno de los fundadores de la plataforma online Al-Jumhuriya (La República), establecida en 2012. Ha fundado también, junto a colegas de Siria y Turquía, Hamish, la Casa Cultural Siria en Estambul, un espacio para el debate cultural con participantes de Siria, Turquía y otras partes del mundo.
-Kathryn Hamilton (KH): En una entrevista publicada en la Boston Review expusiste que «la cultura puede ser un campo estratégico en nuestra lucha por la libertad tanto en la versión asadista como islámica». ¿Qué visión tienes sobre esta cuestión, es una estrategia entre los sirios o entre los sirios y el mundo exterior?
-Yassin al-Haj Saleh (YHS): Quizá la situación de Siria constituya en estos momentos una carga para la cultura. Ahora es el tiempo de las armas y del pueblo armado. Es un país donde la gente muere asesinada de forma espantosa cada día mientras el mundo observa. Tenemos demasiada experiencia en arrestos, tortura, ataques químicos, bombas de barril, ataques con aviones de combate y, por supuesto, en exilio; cuatro millones de sirios viven en el extranjero y más de siete se encuentran desplazados dentro del país. Esas son nuestras experiencias. Nuestra cultura podría o debería reconstruirse sobre esas experiencias, y a través de la cultura podemos reconstruir nuestra identidad, nuestros roles y, en cierto modo, nuestra imaginación y nuestra sociedad. No queremos ser combatientes armados. Comprendo que la gente se alce en armas contra el régimen. Pero no quiero tener que combatir. Mis herramientas, mis armas, son las palabras. Y las palabras pueden ser una herramienta muy poderosa en nuestra lucha, no sólo en Siria sino a nivel global, porque creo que la lucha siria no es algo que se quede confinado en Siria, es una cuestión mundial. Y como el mundo no ha ayudado a que Siria pueda cambiar para mejor, creo que la situación siria está cambiando el mundo entero para peor.
-KH: Has hablado antes de Siria como «metáfora global», ¿está conectado con esto? ¿Piensas que el cambio reaccionario en el mundo es una respuesta directa a lo que está sucediendo en Siria?
-YHS: Pienso que no podremos entender lo que está sucediendo en Siria mientras sigamos centrándonos tan sólo en las dinámicas, procesos y estructuras internas. He vivido toda mi vida en Siria, casi toda mi vida. Tengo ahora 54 años y llevo aquí [en Estambul] dos. He estado concentrándome en el análisis de las estructuras políticas, sociales y económicas en Siria desde una perspectiva histórica. Pero ahora siento -en realidad, incluso desde antes de la revolución- que esto no es suficiente. Siria está en Oriente Medio y Oriente Medio es una de las regiones más internacionalizadas del mundo. No somos sólo nosotros quienes determinamos nuestro destino.
-KH: Por eso cuando los estadounidenses dicen que no deberían intervenir…
-YHS: Exactamente, ¡todo el mundo ha estado interviniendo todo el tiempo! No sólo de forma estructural. Han ido pergeñando toda la situación. Ya conoces el acuerdo entre estadounidenses y rusos tras la masacre con armas químicas. Por esto es por lo que Siria es una metáfora global, porque lo que está sucediéndole al país no se debe a que los sirios cometan este o aquel error. Por supuesto que los sirios hemos cometido errores. Pero nuestra situación ahora no es el puro resultado de nuestras decisiones como sirios. Tengo información de que en 2012, EEUU presionó a Arabia Saudí y a otros para que detuvieran a los combatientes en las barriadas de Damasco y consiguieron que no lucharan. Todo habría cambiado si ese no fuera el caso. Por tanto, se trata de Siria como «metáfora global». Muestra cómo los políticos no actúan en función de los valores o de un sentido de la justicia. Consideran que el objetivo es la «estabilidad», no la «libertad» ni la «justicia». Los sirios combatieron con valentía, durante siete u ocho años de forma pacífica y después con las armas. Pero desde mediados de 2012, ya no se trata de una lucha de sirios contra sirios. El marco nacional de la lucha se derrumbó y ahora tenemos al mundo entero en el país.
-KH: Quiero volver a la idea de la cultura como campo estratégico de la lucha por la libertad contra el fascismo, tanto en la versión asadista como islámica. ¿Cuál es su papel en la lucha contra cada uno de ellos?
-YHS: Una de las razones por las que la cultura es una estrategia tan importante en nuestra lucha es porque tenemos un problema religioso. Tenemos un gran problema relacionado con el Islam. Algunas personas, y yo soy una de ellas, hablamos de la necesidad de llevar a cabo reformas religiosas en el Islam. El problema es muy complicado. El Islam de ahora, en nuestras experiencias modernas, ha sido en muchos casos una herramienta de resistencia contra el colonialismo, contra la hegemonía occidental, y esto ha impedido que muchos de nosotros luchemos contra los problemas existentes dentro del Islam, como las cuestiones relativas, por ejemplo, a la desigualdad entre hombres y mujeres, entre musulmanes y no musulmanes, y todo lo relacionado con la legitimación del poder absoluto y la tiranía. Así, en mi libro sobre el Islam (The Mith of the Latters: A Critique of Contemporary Islam and a Critique of its Critique) intento desarrollar una crítica radical del Islam, aunque haciendo una crítica radical de las injusticias del mundo moderno. Del racismo en el mundo. Aunque estoy criticando al Islam, tengo que criticar algunas otras críticas al Islam. Muchos musulmanes, muchos islamistas, son esencialistas. Pero muchos críticos del Islam son también esencialistas a su modo. Incluso aunque algunos de ellos estén pensando en el Islam sobre la base de la modernidad o la laicidad, no hay nada de radical en sus críticas, no están interesados en la dignidad humana, en la igualdad, libertad o justicia. El Islam no sólo es interesante por una cuestión de valores, es también importante debido a su relación con la identidad de nuestra sociedad. Por lo tanto, hay que deconstruir todo esto y volver a pensarlo para abrir esta identidad a la crítica y al pensamiento ético. Eso es lo que estoy tratando de hacer.
La cultura es también una importante estrategia contra el régimen de Asad porque es un régimen que ha eliminado a los intelectuales, que ha suprimido el pensamiento crítico, que no ha permitido que la gente en las universidades o en los medios de comunicación pueda discutir sobre temas de religión, sectarismo, tiranía. Aunque el régimen es modernista de alguna manera y Asad es un fascista con corbata, está contra la cultura y no en menor grado que los islamistas de Da’esh. Tenemos realmente tres monstruos en Siria, tres criaturas inhumanas. Una, el monstruo islamista; dos, el monstruo de la tiranía; y tres, el monstruo imperialista occidental. Y la cultura puede ser nuestra arma para convertir estos monstruos en energías humanas, en política humana, en actores humanos. La cultura es un campo que humaniza, que podría transformar a esos monstruos en energías a escala humana.
-KH: Cuándo estabas trabajando en Siria, ¿cómo ejercías ese poder de las palabras y de la cultura?
-YHS: Practicábamos la política de la escritura. Sobre todo cuando estás escribiendo sobre política, tienes que practicar la política de la escritura, quiero decir que tienes que poner en práctica algunas maniobras políticas para poder expresarte. Hay un dicho en Siria ألشرطي الداخلي shurti dajili, el poli interior. Tenemos un policía dentro de nuestras cabezas que nos observa mientras escribimos. Y eso hace que no podamos llamar a las cosas por su nombre. Por eso echamos mano de tantos trucos. En vez de hablar del régimen sirio de forma específica, hablamos de los regímenes árabes o de los regímenes del Tercer Mundo. En vez de hablar de específicos aparatos de seguridad, hablamos de represión en general. Pero esto es algo humillante y algo que hace que nuestros escritos no tengan sujeto. Había formas para engañar al régimen pero nos engañábamos a nosotros mismos al hacerlo. Intento desafiar esto. La censura en Siria, y creo que en todas partes, no es algo rígido. Es algo que puedes presionar, algo que puedes negociar. Pero siempre exponiéndote al peligro y al riesgo de que te arresten.
-KH: Has dicho en el pasado que los sirios durante el último medio siglo han estado solos y que el monólogo ha sido el modo por defecto de interacción. ¿Cómo puedes abrir ahora esta situación al diálogo?
-YHS: Bien, ahora tenemos que abrirnos a la comunidad internacional. Siempre ha sido necesario pero esa necesidad es mucho mayor a partir de la guerra. El régimen se construyó excluyéndonos y aislándonos del mundo. Cualquiera de nosotros que tuviera amigos occidentales estaba bajo la sospecha de ser un espía. El concepto de nacionalismo se ha utilizado siempre en Siria para levantar barreras altas entre Siria y el mundo, y tenemos que romper esto. Pero lo primero de todo tiene que ser el diálogo entre los sirios. Porque con Asad era imposible para nosotros incluso estar en una casa privada como esta y discutir de cuestiones públicas. ¿Te extraña? Era así, literalmente. Era imposible que diez o veinte personas se reunieran en una casa particular; desde luego que puedes hacerlo en secreto, pero entonces se trata de un monólogo. Sólo se convierte en un diálogo cuando haces que algo sea público. Necesitamos dialogar entre nosotros mismos para encontrarnos y reconstruir nuestra sociedad. La sociedad se compone de esas interacciones entre las personas. Si estamos aislados unos de otros, en muchos casos, incluso en las discusiones, no tienes una sociedad. El régimen trabajó duro para aislarnos a unos de los otros. Se esforzó en separar de la gente a quienes se interesaban en las cuestiones públicas. El régimen se fue construyendo a base de aislamiento y de impedir que la gente se reuniera, y al final tuvieron éxito.
¿Qué es lo que se ha producido en Siria en los últimos cuatro años? El concepto de lo Horrible. Tenemos una palabra en árabe, الفظيع fasi‘, que significa algo de lo que tú escapas, algo muy penoso y muy peligroso. Cuando ves un cuerpo humano destrozado o una barriada destruida. Son momentos de los que tú escapas. Intentas evitar los lugares, incluso el país donde has tenido ese tipo de experiencias. Por esta razón más de cuatro millones de personas han abandonado el país y más de siete millones se han desplazado dentro de él. Porque lo horrendo, lo الفظيع fasi‘ es la experiencia diaria de todas ellas. Y tenemos que construir ahora nuestra cultura sobre esas experiencias. Quizá esta experiencia sea más importante que la política o la religión como fuente de una nueva cultura humanista.
-KH: Cuando hablas de una «nueva cultura humanista», ¿quieres decir para todo el mundo? ¿Que el horror de lo que está sucediendo en Siria hace necesario que se reconsidere la cultura del mundo, no sólo de Siria? ¿Qué lo que está sucediendo en Siria requiere volver a imaginar radicalmente la forma en que el mundo funciona?
-YHS: En árabe tenemos un hermoso vínculo etimológico entre sufrimiento y significado. La raíz es la misma. Sufrimiento es معاناة mu‘anat, y significado es معنى ma‘na. Así pues, si quiero resumir qué estoy haciendo podría decir que intentando extraer significado del sufrimiento. Qué significa el sufrimiento, la cultura y los valores del sufrimiento a partir de esas terribles experiencias por las que hemos pasado. Mis sentimientos actuales en relación a Europa y Occidente es que durante setenta años allí han estado viviendo bastante bien, no hubo tragedias, grandes tragedias. Desde luego que ellos sí causaron la tragedia de otros, pero no grandes tragedias para sí mismos. Y de tal manera que parecen haber perdido el norte, incluso los izquierdistas y algunos de los filósofos que me gustan. Hablan del Holocausto como si a partir de ahí no hubiera habido más dolor humano. Me gusta el trabajo de Giorgio Agamben, aunque siempre es lo mismo. Y en el pasado me gustaba la obra de Slavoj Žižek, pero creo que está convirtiéndose en un payaso, en un charlatán.
-KH: Encontrar significado al sufrimiento… ¿cómo lo haces?
-YHS: No es sólo una cuestión de conocimiento y experiencias. Pienso que en Occidente se centran mucho en los conceptos. Tenemos la lógica de la práctica y la lógica del sentimiento. Saben mucho pero no sienten nada. Tendríamos que volver a pensar y reconstruir una cultura en la que estén abiertos los canales entre sentimiento y entendimiento y significado y conocimiento.
En primer lugar tenemos nuestras experiencias. Sabes que estuve en prisión mucho tiempo, que fui torturado. Pero no trato de decir que uno deba sufrir para saber. E incluso cuando sufres, no es fácil transformar esa experiencia en significado y cultura. Y esto implica un reto para mí porque estoy intentando hacer cosas para las que no cuento con referencias. Pero al menos tienes que hacerlo a través de tus escritos, soy escritor, no estoy hablando de cineastas o pintores. Al menos tienes que ser capaz de describir tus experiencias, de ofrecer ejemplos sobre el sufrimiento de la gente. Informar de lo que está sucediendo. Quizás puedas encontrar mucha información en fotos, videos, pero no hay mucho material escrito y yo estoy interesado en esto debido al significado de revolución cultural. Siria es parte del mundo árabe y parte del mundo musulmán. Y siento que este mundo necesita una revolución cultural que desafíe la religión, pero que no esté obsesionada sólo con la religión, como puede verse en Occidente cada día. No de esa forma. Sino en una dirección emancipadora y liberadora. La revolución cultural es necesaria. Es importante para nosotros para liberar la mente y la imaginación y los recuerdos. Pero esto se aplica también al mundo. Nosotros, los árabes, los musulmanes, somos la quinta parte de la población del mundo. Y hemos intervenido mucho en hacer algo malo del mundo. Por eso necesitamos también participar para mejorarlo. Y para hacer esto, para hacer la revolución cultural, el sufrimiento, la experiencia de los asesinados, de los aplastados, de los que tanto han sufrido es una base importante de la que partir. Y puedes desafiar a las autoridades religiosas, a los poderes, en nombre de ese sufrimiento. Esta es la base real de una nueva humanidad y hay que tener esperanza en un nuevo pensamiento, en una nueva cultura. Eso es lo que estoy tratando de hacer.
-KH: La naturaleza de diáspora de la comunidad siria en estos momentos, ¿es parte del desafío, de que no exista un centro?
-YHS: Eso podría ser también una buena oportunidad para hacer compañeros en los países en los que nos encontramos ahora, porque hemos vivido durante décadas en un país aislado. Es difícil porque la lucha sigue aún en Siria y tenemos allí a nuestros amigos y familias y cada día hay gente que muere asesinada. Y es una situación nueva para nosotros. Llevamos pocos años y estamos enfrentando demasiados retos y dificultades. Pero a largo plazo podría constituir una oportunidad. Éramos un pueblo provinciano, con talento, inteligente, sí, pero el ámbito de nuestra experiencia era limitado. Tengo la teoría de que nosotros los sirios, mi generación, cuando éramos jóvenes, teníamos conceptos, libros, pero no teníamos experiencias. Pero desde que era joven hemos pasado por sufrimientos terribles y estamos aprendiendo cómo hacer para que esas experiencias puedan trasmitirse a otras personas a través de películas, pinturas, artículos, libros. Por eso ahora estamos escribiendo con dos ojos: el ojo de la experiencia y el ojo de los conceptos, de la sabiduría.
-KH: ¿Cómo trasmites esas experiencias del horror a los que están fuera de Siria? En las noticias se nos enseña el horror pero sin significado. La enormidad del horror lleva a la inacción.
-YHS: Eso es lo que está sucediendo ahora. No sé qué hacer. Nos sentimos abrumados. Porque la experiencia, la escala de esas experiencias es horrible y los esfuerzos de organización son limitados. Por esa razón no tengo respuesta ante ello. Pero, como escritor, aún tengo alguna esperanza metafísica en que algún día este sufrimiento que intento expresar y trasmitir a otros, tendrá algún efecto. El problema es escribir sólo en árabe. Bueno, esto no es verdad realmente, quiero escribir en árabe. Mis destinatarios son los sirios y quienes puedan leer en árabe. Pero siento que lo que estamos intentando hacer responde a una necesidad humana y va también dirigido a la gente en Chile, en Japón, en Sudáfrica, en Nueva York… No tengo una solución sistemática. Por ejemplo, no podemos construir una nueva Internacional, aunque creo que debería ser algo a ese nivel. Es decir, un nuevo movimiento global que desarrolle una nueva sensibilidad, una nueva imaginación, nuevas teorías y nuevos pensamientos. Ojalá.
-KH: La enormidad de lo que ha sucedido y sigue sucediendo parece exigir algo de igual enormidad en la respuesta. Si Siria es una metáfora global, entonces el hecho de que algo así pueda suceder en el mundo, significa que hay algo fundamentalmente equivocado en el mundo.
-YHS: Exactamente, y no hay ningún país que esté tan lejos del otro como para no poder ser vecinos. Vosotros no estáis aislados, nosotros no estamos aislados. Pensáis que podéis levantar muros alrededor de vuestro castillo. Quizá. Pero algún día alguien más fuerte que vosotros vendrá y los derrumbará y volveremos de nuevo a la barbarie. Por eso creo que tenemos que imaginar un nuevo momento, un nuevo movimiento global. Si no estamos muy equivocados en lo que hemos estado hablando esta tarde, seguro que hay otros pensando lo mismo que nosotros en la India, en Brasil. En eso confío y en que nos podamos encontrar en los próximos años.