Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Foto de Portada: Jared Kushner, asesor principal de la Casa Blanca, segundo por la izquierda, escucha al presidente Donald Trump mientras habla con los trabajadores de su campaña en el anexo de la RNC en Arlington, Virginia, el 3 de noviembre de 2020. (Foto: Chris Kleponis/CNP/Bloomberg/Getty Images)
Imagínense un partido de fútbol en el que el portero de uno de los equipos, en un abrir y cerrar de ojos, decide salir corriendo a tomar un café en medio del partido. Ese fue básicamente el enfoque del presidente Donald Trump sobre el conflicto israelí-palestino durante los últimos cuatro años. La administración Trump le dio al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, una oportunidad de gol a portería vacía para que aumentara el marcador frente a los palestinos, sin resistencia alguna y con mucha connivencia de Estados Unidos.
Con el presidente electo Joe Biden avanzando penosamente sobre el terreno, es probable que el establishment de la política exterior de EE. UU. busque un regreso al modus operandi de la era de Obama: énfasis en la solución de dos Estados y el mantenimiento de la ilusión de ser un intermediario honesto, aunque en la práctica se favorezca de modo desmesurado a Israel. Podrían verse unos cuantos entrecejos fruncidos, debido a las frustraciones de los veteranos de la administración Obama sobre las acciones de Israel en torno a dos intentos fallidos de paz palestinos, así como a la cuestión del acuerdo nuclear con Irán. Pero Biden ha sido históricamente, y probablemente seguirá siendo, un partidario tradicional, fiel y leal, de Israel en Washington.
También es posible que nada de eso importe. El campo de juego del conflicto israelí-palestino será radicalmente diferente al que dejaron los veteranos de Obama en 2017, sobre todo gracias a que Trump facilitó un gol a portería vacía para los israelíes. El resultado final parece claro: otro clavo más en el ataúd de la solución de dos Estados, como resultado de los hechos radicalmente alterados sobre el terreno a los que Trump dio luz verde, y es poco probable que Biden o cualquier otro presidente de los Estados Unidos lo revierta.
Durante los últimos cuatro años, Trump y su lugarteniente, el caraculo de su yerno Jared Kushner, ayudaron a Israel a lograr un increíble conjunto de logros diplomáticos y estratégicos prácticamente sin concesión alguna a los palestinos. En un montón de áreas políticas, Trump repentinamente abandonó las objeciones que durante décadas habían sostenido las administraciones presidenciales bipartidistas de Estados Unidos. Establecer una embajada de los Estados Unidos en Jerusalén, anexionarse los disputados Altos del Golán, aumentar los ilegales asentamientos, estrangular la ayuda humanitaria a los palestinos, demoler un número récord de hogares en Cisjordania, amenazar con calificar de antisemitas a las organizaciones de derechos humanos que critican a Israel, e incluso conseguir el reconocimiento público de Israel por parte de varios Estados árabes: estos son solo algunos de los espeluznantes cambios que se produjeron bajo Trump. Más notable aún fue que estos obsequios le fueron entregados a Israel por el autor de “The Art of the Deal” [“El arte de llegar a un acuerdo”] sin tener que negociar nada a cambio.
En lo que parece ser un obsequio final gratuito para el gobierno de Netanyahu, el secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, planea visitar los Altos del Golán anexionados y un asentamiento en la ocupada Cisjordania la próxima semana. Estos movimientos, sin precedentes para un secretario de estado en ejercicio, legitimarían aún más las reclamaciones israelíes sobre estos territorios al tiempo que enfatizan lo poco que Estados Unidos está interesado en un Estado palestino o en otros intereses básicos. Para algunos palestinos y sus defensores, el enfoque de Trump no hacía sino reflejar una realidad tácita que de repente se dejaba escuchar por los altavoces.
“Trump dejó claro de una vez por todas que Estados Unidos es totalmente pro-Israel. Se quitó la máscara del intermediario honesto y dejó bien sentado que el papel de Estados Unidos en cualquier negociación es actuar como abogado de Israel”, dijo Diana Buttu, analista política con sede en Ramala y exasesora legal del equipo palestino durante el denominado proceso de paz de Oslo. “Su legado ha sido seleccionarlo todo en la lista de deseos de Israel».
El legado de Kushner
Según la mayor parte de los informes, Kushner jugó un papel clave en el manejo de la política de su padre hacia Israel. Las bromas abundaban cuando al promotor inmobiliario se le entregó la cartera por la paz en Oriente Medio. Pero su mandato ha tenido como consecuencia alejar aún más a israelíes y palestinos de cualquier acuerdo.
Las señales del enfoque abiertamente unilateral de Kushner se hicieron visibles poco después de que Trump asumiera el cargo. Al principio de su mandato, surgió una anécdota divertida sobre la larga historia personal de Kushner con el derechista Netanyahu. A fines de la década de 1990, la familia de Kushner recibió a Netanyahu durante la noche en su casa de Nueva Jersey durante uno de sus viajes a Estados Unidos, una noche en la que el adolescente Jared tuvo que ceder su habitación a Netanyahu y mudarse al sótano.
Esta experiencia personal de desplazamiento a manos de un funcionario del gobierno de Israel no pareció haber originado en Kushner mucha empatía por los palestinos una vez en el poder. Durante su papel como enviado de Trump, Kushner utilizó todo el peso del poder diplomático de Estados Unidos para tratar de enterrar al movimiento nacional palestino. Mientras alardeaba de su propia lectura en profundidad sobre el conflicto entre Israel y Palestina, Kushner difamaba públicamente el presunto derecho al autogobierno palestino y hacía cuanto le era posible por sofocar sus aspiraciones.
Sería demasiado fácil decir que esos esfuerzos no han tenido éxito. Con los hechos sobre el terreno bajo la administración Trump radicalmente remodelados a favor de Israel -mediante actuaciones como el traslado de la embajada y la anexión de los Altos del Golán-, ha quedado mucho menos sobre la mesa para negociar. Incluso el veto que alguna vez tuvieron los palestinos sobre los Estados árabes que normalizaban las relaciones con Israel ha quedado anulado, y numerosas naciones, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán, han establecido ya vínculos públicos con Israel. Estos hechos han destruido eficazmente lo que quedaba del antiguo consenso de la Liga Árabe sobre este tema, que decía que los lazos con Israel deberían basarse en la creación de un Estado palestino. Ahora, con tal Estado efectivamente fuera de escena y la Liga Árabe siguiendo adelante de forma independiente, los palestinos se han quedado solos frente a un destino incierto.
Es poco probable que Biden dé marcha atrás
Para la mayoría de los analistas, las probabilidades de que una administración de Biden actúe con la misma fuerza en la dirección opuesta para que los palestinos negocien en paridad con Israel parecen poco viables. Es casi imposible que el nuevo equilibrio de poder que han establecido Kushner, Netanyahu y algunas otras personas bien situadas cambie radicalmente en el corto plazo.
“Hay ciertas campanas que la administración Trump ha hecho sonar sobre este tema que Biden no va a poder deshacer. La administración Biden aceptará como la nueva normalidad las cuestiones relativas al reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel, a la anexión de los Altos del Golán, al apoyo a su normalización”, dijo Yousef Munayyer, destacado investigador no residente del Arab Center en Washington D.C. “Estados Unidos está inmerso en una recesión económica y lidia con un virus pandémico. Mientras tanto, en el escenario internacional, hay una serie de problemas urgentes creados por la administración Trump que están pidiendo atención. Esos problemas estarán en la parte superior de la agenda de la administración Biden”.
Bajo la administración Trump, las relaciones de Estados Unidos y el apoyo económico a la Autoridad Palestina se ahogaron formando parte de una dura campaña destinada a obligar a los palestinos a rendirse ante las exigencias israelíes. Si bien es poco probable que Biden presione a Israel para que haga concesiones, puede ser que busque un regreso al statu quo ante existente con los líderes palestinos durante la administración de Obama.
Mientras tanto, el liderazgo palestino tiene sus propios problemas: débil, dividido y sin timón, liderado por una clase gobernante septuagenaria a la que la despiadada campaña de la administración Trump para destruir el nacionalismo palestino cogió casi completamente desprevenida. Un regreso al statu quo de la era de Obama, con Biden haciendo de guardameta poco entusiasta contra los abusos israelíes más flagrantes, no va a salvarlos. Pero podría darles un respiro para comenzar a replantear su enfoque en un conflicto que los ha dejado a merced de los cambiantes vientos políticos estadounidenses.
“Hay una grave crisis de legitimidad interna que el liderazgo de la Autoridad Palestina lleva sin solucionar más de una década”, dijo Khaled Elgindy, investigador principal del Middle East Institute y autor del libro Blind Spot: America and the Palestinians, from Balfour hasta Trump. “Biden no va a instituir cambios trascendentales sobre el terreno, pero si reanuda la financiación de la ayuda, restablece las relaciones políticas y cesa el ataque constante que hemos visto bajo la administración Trump, al menos podría darles a los palestinos el respiro que necesitan para poner orden en su propia casa”.
Murtaza Hussain es un periodista que centra sus trabajos en temas de seguridad nacional, política exterior y derechos humanos. Sus escritos han aparecido con anterioridad en el New York Times, The Guardian y Al Jazeera English.
Fuente:
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.