Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Sin soluciones políticas a corto plazo para la guerra civil del país, Yemen está teniendo que enfrentarse a desafíos terribles.
Destrucción causada por los bombardeos del pasado año en la sureña ciudad de Taiz. La ONU calcula que dos terceras partes de los yemeníes necesitan ayuda humanitaria. (Getty)
En la punta sur de la Península Arábiga, la desastrosa guerra del Yemen lleva casi dos años arrasándolo todo. En cierto modo eclipsada por la devastadora crisis en Siria, es, sin embargo, una catástrofe inmensa: según las Naciones Unidas, han perdido la vida más de 10.000 personas y más de 20 millones (de una población total de 27 millones de habitantes) necesitan ayuda humanitaria. Hay más de tres millones de seres internamente desplazados y, asimismo, varios cientos de miles han huido del país. La amenaza de hambruna inminente es cada vez mayor a medida que el conflicto ha ido destruyendo la producción alimentaria en el país.
Esta guerra tiene sus raíces en el levantamiento popular de 2011. Esa rebelión destituyó al presidente de larga data Ali Abdullah Saleh, cuyo partido, el Congreso General del Pueblo (CGP) lleva dominando la vida política del país desde la unificación del Yemen en 1990. Pero lo que realmente desencadenó el conflicto, que se inició en 2015, fueron los años de fracasadas negociaciones para un período transitorio que siguieron al derrocamiento de Saleh.
El movimiento de protesta se extendió velozmente por todo el país, a los jóvenes manifestantes se unieron pronto los partidos establecidos, así como los separatistas del sur del Yemen y el movimiento hutí.
El movimiento hutí surgió en los primeros años del 2000; en pocas palabras, se trata de un movimiento revivalista chií zaidí que trata de corregir la marginación de la importante minoría zaidí en el Yemen, cuya oposición al régimen de Saleh estalló en un conflicto de gran violencia en seis ocasiones diferentes entre 2004 y 2010.
Cuando las deserciones del ejército tras el levantamiento de 2011 amenazaron con desencadenar una guerra civil, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con el apoyo de la ONU y diversos Estados occidentales, presentó una iniciativa en función de la cual Saleh traspasaba el poder a su adjunto, Abd-Rabbo Mansur Hadi, a la vez que su CGP pasaba a compartir el poder junto a una alianza de partidos de la oposición.