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Un desastre perpetrado por manos humanas

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Hay algo torpe, incluso vergonzoso, de dos en dos, de tres en tres e incluso en bandadas, los vehículos se apresuran a llegar a la zona del desastre. Sus ocupantes, que hablan idiomas extranjeros, se apean y anotan cuidadosamente los daños, estiman la asistencia necesaria y luego buscan la forma de reparar. Después publican sus hallazgos y conclusiones en los informes internos y a continuación en revistas brillantes con hermosas fotos, porque el sufrimiento es fotogénico. Incluso cuando están llenas de dedicación, cariño y compasión, un aura del mundo ordinario, acogedor, saludable donde equipos de voluntarios los rodean y los separan del mundo en el cual ocurren las tragedias es el pan de cada día. Unos se ganan la vida con los desastres y los otros los viven. Aún sin ser cínicos, el guión es esencialmente cínico.

Los desastres naturales también tienen un gran peso de fracaso atribuido al gobierno, a las fallas humanas, a la negligencia criminal que pretende perpetuar las diferencias de clase. Pero al menos cuando la causa inmediata es un terremoto o una tormenta todavía hay un nivel de inevitabilidad. La mano del hombre determina las dimensiones, pero no el evento en sí.

Los equipos internacionales que efectúan las investigaciones y llegan a los  rincones más oscuros y remotos de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza se alimentan de hechos que son 100% actuaciones humanas. Por lo tanto, el cinismo del guión  en este artículo está duplicado. El agua apta para beber que reparten con regularidad en botellones, los paquetes de alimentos que se distribuyen cada pocas semanas o meses, y las tiendas de campaña que levantan cada semana en lugar de una casa destruida resumen otro éxito israelí: el colapso de la causa y la libertad palestinas, la independencia y los derechos se redujeron a una cuestión de caridad y de bienestar con las donaciones internacionales al momento en que llegan.

Loa palestinos «jornaleros» que reciben donaciones de agua, alimentos y tiendas de campaña en las  plantaciones de Al Maleh, Beit Lahia y Shuafat, son indigentes porque son los israelíes quienes fijan los salarios, las enormes diferencias entre la  educación pública y estatal y la religiosa también estatal, los grados militares altos y los futuros de lujo para los trabajadores de las  empresas de alta tecnología del gobierno, que se especializan en abusar de ellos. ¿Qué es sino abuso recibir esas migajas en forma de gotas de agua mientras que bajo su tierra -Faressia, al norte del Valle del Jordán-, pasa el caño que lleva el agua a los hogares judíos construidos en un terreno que es de su pueblo y del que ni siquiera les llega una gota del vital fluido? ¿Qué es, si no abuso, la rutina de disparar sobre los pescadores y los que recogen chatarra para ganarse la vida, y qué es -si no sadismo- la expulsión de personas de sus casas en Sheikh Jarrah y Silwan y el rechazo a inscribir en Jerusalén a los hijos de madres jerosolimitanas?

Los altos funcionarios de los ministerios de Asuntos Exteriores en las capitales europeas, en Bruselas y en Estados Unidos son los destinatarios de todos los informes específicos de estos equipos dedicados que investigan y describen estos abusos. La información debería llegar a los ministros de Asuntos Exteriores y a los gobiernos. Es probable que algunos lleguen, pero en ese caso son decisiones políticas conscientes de adherirse a estos gobiernos hipócritas, que no interfieren políticamente y que abonan con ciertas sumas  que sirven para apagar unos pocos incendios.

Este es también un gran éxito israelí: la preocupación internacional por las consecuencias consistentes y cotidianas de control israelí sobre los palestinos y el robo de sus tierras pasó a ser un asunto humanitario en vez de entenderlo como una decisión política. Contra su voluntad, las personas dedicadas a las actividades humanitarias son la hoja de parra de los países occidentales, que sobre el papel apoyan los derechos y la independencia de los palestinos pero en los hechos  acuerdan con el apartheid israelí.

Es el apartheid el que está creando  la desgracia de los  palestinos y por la cual se convocan tantos encuentros y gracias a los cuales se ganan satisfactoriamente  la vida los funcionarios palestinos y extranjeros que viven de ellos.  Los dineros para la ayuda a los palestinos son generosos, se transfieren a esa población  de diversas maneras que comportan tasas pagadas por los países occidentales para encubrir la tolerancia del apartheid israelí, y por el estímulo que Israel recibe en forma de lazos cercanos para su seguridad, el mejoramiento de las relaciones comerciales y el intercambio de productos culturales y científicos.

Fuente: http://www.haaretz.co.il/opinions/1.1923018