Por estos días fue dada a conocer la edición 2011 del Índice Global de Paz (GPI, por sus siglas en inglés) elaborado por el Instituto de Economía y Paz de Londres, que en los últimos cinco años ha venido evaluando – desde el prisma de las sociedades mercantiles – los niveles de democracia, inestabilidad política, […]
Por estos días fue dada a conocer la edición 2011 del Índice Global de Paz (GPI, por sus siglas en inglés) elaborado por el Instituto de Economía y Paz de Londres, que en los últimos cinco años ha venido evaluando – desde el prisma de las sociedades mercantiles – los niveles de democracia, inestabilidad política, corrupción pública, educación, bienestar material, criminalidad y respeto de los derechos humanos, entre otros indicadores, en 153 naciones.
El Índice Global de Paz considera aspectos tales como: niveles de democracia, inestabilidad política, corrupción pública, educación, bienestar material, criminalidad y respeto de los derechos humanos. También incluye otros más claramente determinados por su orientación clasista: libertad del sector privado, libertad de prensa para el capital, pluralismo político y varios más.
Da crédito a la honestidad de su elaboración el hecho de que en la evaluación participan destacadas organizaciones, analistas y personajes de prestigio en las sociedades occidentales, tales como Amnistía Internacional, la Universidad de Columbia, los poderosos empresarios Ted Turner, Richard Branson y George Russell, así como el premio Nobel de la Paz Arzobispo Desmond Tutu, el ex presidente estadounidense James Carter y el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, a quienes nadie podría acusar de una militancia izquierdista, pero tampoco de ser extremistas de derecha.
A pesar de que el IGP está orientado fundamentalmente a mostrar la relación entre la prosperidad económica y la paz, según parámetros políticos, culturales, sociales y económicos capitalistas, y el carácter sesgadamente mercantilista de que parte el análisis, es significativo el hecho de que la Cuba socialista supera con amplitud a los Estados Unidos capitalistas en el listado.
Los países considerados con más paz y estabilidad por el IGP son: Nueva Zelanda, en el primer lugar, seguido de Dinamarca, Noruega, Islandia (que en 2008 ocupaba el número uno) y Austria.
Los últimos lugares corresponden a países en los que Estados Unidos ha impuesto o agudizado la violencia mediante la guerra y la ocupación: Somalia (en el lugar 153 del IGP), Irak (152), Sudán (151) y Afganistán (150). Llama la atención el caso de Libia, que en el IGP de 2010 ocupaba el lugar 60 y, a causa de la invasión de Estados Unidos y la OTAN cayó al 143 en el IGP de 2011.
Mención aparte merece el desempeño del aliado más cercano de Estados Unidos e nivel mundial, Israel, que anda por el lugar 145 del IGP.
En el continente americano el primer lugar lo ocupa Uruguay y el último lo tiene Colombia.
Pero un dato que no mencionan los grandes medios de difusión es que, no obstante sus indicadores sesgados y adoptados a conveniencia, el Índice Global de Paz 2011 evidencia que en Cuba las condiciones son superiores a las de Estados Unidos. La isla caribeña ocupa el lugar 67, mientras que la superpotencia se ubica el puesto 82 del escalafón.
Cuba supera claramente a Estados Unidos en todos aquellos indicadores que reflejan condiciones concretas para el bienestar humano y el social, aunque cede la primacía a la superpotencia en aquellos que refieren privilegios o ventajas para el capital.
Es especialmente significativa esta correlación cuando se tiene en cuenta la situación de guerra a que ha sido sometida Cuba durante más de medio siglo, obligándole a medidas defensivas que distraen fuerzas requeridas para la lucha por el desarrollo social y económico llamado a aportar el escenario para la orientación de paz y solidaridad mundial que es, en ultima instancia el objetivo esencial de la revolución cubana.
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