Tras una parálisis del sistema democrático que ha durado más de dos años, la reciente elección de Michel Aoun como el nuevo presidente del «país del Cedro» el 31 de octubre de 2016 plantea más interrogantes que certidumbres. Las dramáticas consecuencias del conflicto sirio sitúan en un delicado equilibrio a este pequeño país, surcado por […]
Tras una parálisis del sistema democrático que ha durado más de dos años, la reciente elección de Michel Aoun como el nuevo presidente del «país del Cedro» el 31 de octubre de 2016 plantea más interrogantes que certidumbres. Las dramáticas consecuencias del conflicto sirio sitúan en un delicado equilibrio a este pequeño país, surcado por la doble cultura de la sierra y el mar. Para decriptar lo que ha hecho posible esta nueva alianza de gobierno y lo que está en juego en los meses a venir, hemos entrevistado a Ghassan Saliba, presidente del Centro de Información para trabajadores extranjeros en el sindicato CCOO de Catalunya y responsable de políticas de cohesión social y del mundo árabe.
-El Líbano ha estado enfrascado en una larga crisis política desde hace más de dos años. Según usted, ¿cuales son las mayores disfunciones que ha revelado esa crisis?
-La crisis del Líbano no se limita a estos dos años y medio sin presidente de la república, la crisis es del régimen y generalizada. El sistema de reparto confesional, la dominación del país por una clase política que representa al mismo tiempo la oligarquía, el feudalismo y la utilización de la religión por parte de esa clase política para defender sus intereses. Esa clase política que recurre a todos los medios sin escrúpulos para defender su régimen y su poder, recurre a la religión y también al apoyo de las potencias extranjeras regionales como internacionales.
Desde el llamado «pacto nacional» en 1943 que consagró la división confesional, pasando por guerras civiles, intervenciones extranjeras, hasta hoy, el Líbano ha conocido muy poco tiempo de paz. El problema no es simplemente la elección de un nuevo presidente, sino es el propio régimen político confesional, que ha impedido que haya realmente un estado, unas instituciones que funcionan y la consolidación del concepto de ciudadanía frente al clientelismo político y la corrupción.
No solamente han habido dos años y medio sin presidente, sino que también tenemos un parlamento que auto prolongó su mandato dos veces en los últimos años, y tenemos todos los servicios públicos y las infraestructuras paralizadas o sin funcionar. El ejemplo más claro es la crisis de la recogida de basura. Son dos años sin servicio para la recogida de basura, todo por la pelea entre los «representantes políticos confesionales» que dominan el país sobre los porcentajes de ganancias en la recogida de la basura. Llegar a este punto de decadencia, demuestra la ausencia o la desaparición del concepto de estado.
-Se podría replicar que la historia contemporánea del Líbano está marcada por trastornos de un alcance geopolítico de gran magnitud…
-Sin duda. Recordemos que el acuerdo del Taif en 1989, patrocinado por EEUU, Arabia Saudita y Siria ha servido para parar la guerra civil pero no para encontrar una solución duradera o para la consolidación del estado. Ha producido una redistribución del poder entre las confesiones y ha consolidado la tutela extranjera sobre el Líbano, que ha servido para pacificar el país durante pocos años. La paz duró lo que duró la luna de miel entre Siria y Arabia Saudita, y seguramente Siria y EEUU. De hecho duró hasta la segunda guerra del golfo y la invasión de EEUU a Iraq del 2003. Desde entonces, el Líbano ha vuelto entrar en un periodo de tensión política, en el filo de nuevos enfrentamientos armados.
El asesinato de Rafic El Harriri en 2005 ha representado el auge de la confrontación regional entre Arabia Saudita y Siria (también entre EEUU y Siria) y ha dividido el Líbano entre dos bloques: el 14 de marzo pro saudí y el 8 de marzo prosirio o conocido como «el eje de la resistencia» (Siria-Iran-Hezbollah). La explotación de la guerra en Siria en 2012 ha profundizado todavía más la división en el Líbano y ha paralizado todas las instituciones del país. Los políticos se han dividido entre quienes están contra el régimen sirio, bajo tutela saudí, y los que son aliados del régimen sirio, bajo tutela del «Eje de Resistencia» (Siria-Irán- Hezbollah). Desde entonces, el parlamento se auto-prolongó su mandato 2 veces, y desde marzo del 2014 no hubo elección de nuevo presidente de la república.
-¿Cómo se reflejan esas tensiones en la política del día a día ?
-Hay que destacar que el presidente de la república no se elige por sufragio universal sino por el propio parlamente dividido en partes iguales entre el grupo del 14 de marzo y el 8 de marzo. Cada grupo ha tenido su propio candidato, el 14 de marzo en principio apoyó a Samir Geagae, de la falange libanesa, conocido por sus crimines durante la guerra civil, y el 8 de marzo apoyó al general Michel Aoun aliado de Hezbollah. La clase política que «gobierna» el país – y eso sin ningún tipo de remordimiento moral -, solía expresar que no habrían elecciones presidenciales en el Líbano sin que antes hubiese un acuerdo entre Irán y EEUU sobre el tema nuclear, o entre Irán y Arabia Saudita, o después de una solución al conflicto en Siria. Esa es la lógica política que ha reinado en el país desde hace 2 años y medio.
-Finalmente, el 31 de octubre Michel Aoun ha sido elegido nuevo presidente. ¿Qué ha pasado para que Saad el Harriri jefe del grupo 14 de marzo y del Corriente Futur de su apoyo al candidato Michel Aoun?
-Pueden ser muchos factores los que han influido en el cambio de posicionamiento de Saad el Harriri, desde el rechazo total hacia el general Michel Aoun, hasta llegar últimamente a un acuerdo y apoyo, que ha permitido desbloquear las elecciones y la llegada de Michel Aoun a la presidencia de la república. El primero que destacaría es la propia situación de crisis que vive el propio Arabia Saudita, una crisis económica, y su fracaso en la guerra contra Yemen. Segundo, la quiebra de las grandes empresas de El Harriri, ya que su holding está relacionado con la economía saudí. Tanto el OGER saudí como el OGER libanés están en quiebra, con miles de despidos y retraso de más de un año en el pago de salarios. Eso se ha reflejado en la división dentro del Corriente Futur, ya que una parte importante de su política fue basada en el clientelismo y el dinero. Ademas, hay otros aspectos que pueden haber contribuido, como la disputa entre la familia real saudí, el distanciamiento entre la administración de EEUU y Arabia Saudita, el acuerdo iraní-EEUU al margen de Arabia Saudita, o la correlación de fuerzas regionales a favor de Rusia-Siria-Irán.
En todo caso, al margen de los motivos del cambio de postura de El Harriri, y la llegada de Michel Aoun a la presidencia, es difícil solucionar el meollo de la crisis del régimen con la misma lógica que ha dominado la política de los grupos confesionales-políticos del país. Un nuevo reequilibrio de poder, y la formula de Aoun presidente de la república y Harriri presidente del gobierno no solucionará nada. El primer desafío ante el presidente es su capacidad de hacer un cambio profundo y una reforma que tiene que empezar con una nueva ley electoral moderna, con la eliminación de la distribución confesional, que el Líbano sea una única circunscripción electoral y el sistema proporcional, más otras reformas para recuperar las instituciones del estado y los servicios públicos al servicio de la ciudadanía etc… sino, el general Aoun no será más que un presidente más en la larga crisis crónica del Líbano.
-Como pais fronterizo, el Libano ha sido particularmente afectado por el conflicto sirio. ¿Cómo ha afectado la inestable situación politica a la acogida de un millón y medio de refugiados ?
-El Líbano ha sido siempre y continúa siendo un pais cuyo destino está ligado a la situación en Siria. La creación misma del Líbano es fruto de una división de fronteras artificiales entre los dos países, impuestas por el colonialismo. Entonces entre Siria y el Líbano hay lazos históricos, políticos, económicos, culturales y también familiares. Las fronteras entre Siria y el Líbano en la práctica son inexistentes, la movilidad de las personas entre los dos países no está sometida a ningún control. Hay que recordar la presencia de más de 35 años del ejército sirio en el Líbano y la dominación durante décadas de Siria sobre la vida política en el Líbano. Hoy son importantes las alianzas de Siria dentro del «eje de la Resistencia» (Irán-Siria-Hezbollah) que tienen influencia directa sobre la política libanesa en la resistencia contra Israel, pero también en la presencia de libaneses que combaten en Siria en todos los bandos.
El conflicto de Siria ha agudizado la crisis del régimen libanés y a la parálisis política en el Líbano y la desaparición del estado y de las infraestructuras. El Líbano es un país sin infraestructuras, sin servicios públicos potentes a nivel de sanidad y educación y con una economía débil. Los sectores productivos están al mínimo, y el único sector que funciona es el financiero y la banca. De una parte, las huellas de más de 35 años de presencia y control sirio sobre la política libanesa han permanecido de una forma u otra, y eso a pesar del conflicto dentro de Siria. De otra parte, la llegada de casi dos millones de sirios, entre refugiados y trabajadores, ha agudizado más la crisis del régimen y la ausencia de las instituciones públicas y las infraestructuras. ¿Puede imaginarse un país de 4 millones de habitantes, incluyendo a los medio millón de refugiados palestinos, y que de golpe entren 2 millones más? La población aumenta casi de un 50%.
-¿Cómo ha vivido esa experiencia concretamente el pueblo libanés? y ¿cuál es la situación hoy de los refugiados sirios?
-En primer momento, los diferentes grupos políticos del Líbano querían aprovechar políticamente de la llegada de personas refugiadas sirias, sobre todo por parte de los grupos afines a Arabia Saudita, a Qatar y Turquía, con el reparto anárquico y condicionado de las ayudas, en intentar también utilizar algunos campamentos de refugiados para introducir a grupos relacionados con DAESH y Jabhat Al Nusra, y utilizarlos para desestabilizar el país a través de control armado de algunos barrios de Beirut, Tripoli, Sidon, en pueblos fronterizos, en atentados y el secuestro de miembros del ejército libanés. Solo fue cuando constataron que la mayoría de las personas refugiadas sirias rechazaban la manipulación y ser utilizados, cuando los grupos políticos como la «Corriente Futur» de Harriri, empezaron a aplicar medidas de control sobre la entrada de refugiados. Hay que destacar el papel del ejército libanés, que a pesar de sus humildes medios, consiguió debilitar y desmantelar a grupos que se aprovechaban de las personas refugiadas.
La otra cara de la influencia del conflicto sirio, y de la llegada de refugiados a edad laboral, es la llegada de mano de obra masiva sin ningún tipo de control, que está dispuesta a trabajar en cualquier condición y a cualquier salario para poder mantener a sus familias, ha afectado negativamente sobre la mano de obra libanesa. Los empresarios libaneses y agricultores libaneses se han visto delante la oportunidad de sobreexplotar a trabajadores sirios, a bajos salarios y despedir a trabajadores libaneses. Esto se produce no sólo en los sectores precarios y duros, sino en sectores con cualificación y en servicios. Las organizaciones no gubernamentales, los sindicatos y la izquierda libanesa intentan con todos los medios disponibles concienciar y sensibilizar a la población contra el racismo y hacer un esfuerzo importante para dar respuestas a las necesidades de la población, tanto libanesa como siria, a nivel de la sanidad y la educación.
-En Europa, sobre todo al inicio del proceso de las llamadas «primaveras árabes», ha prevalecido una tendencia a subestimar el peso regional de las «petromonarquías», al menos en lo que concierne al discurso dominante…¿qué opina de ello?
-En los procesos de levantamientos populares, mal llamados «primaveras árabes», tanto en Túnez como en Egipto, creo que Europa y EEUU utilizaron a las monarquías del Golfo, como a Turquía como cabeza y como fuente de financiación en la contrarevolución. Ante el miedo de occidente y de EEUU de un cambio realmente radical en los países árabes, cambios en la línea de la proclamación de las masas en la calle de «libertad, dignidad y justicia social» recurrieron a elementos para frustrar esos procesos, elementos de contrarevolución, a grupos relacionados con los Hermanos Musulmanes y a grupos salafistas violentos, asesinos como son las diferentes filiales de Al Qaeda (Daesh. Jabhut Al Nasra etc..), tanto a los Hermanos Musulmanes financiados por Qatar y Turquía, como a los grupos más violentos financiados por Arabia Saudita.
En realidad, no creo que Europa haya subestimado la influencia de las petromonarquias sino que por el contrario contaba con ellas. Sobre todo utilizando sus capitales para financiar la operación y la política de Occidente y EEUU en la región. De tal manera que frenaron un cambio real al desmembrar a países árabes como fue el caso de Libia, Siria y Yemen, y han conseguido vender armas con sumas astronómicas a los países del golfo, sobre todo a Arabia Saudita, Qatar y Kuwait. Los gobiernos europeos saben y son cómplices de la financiación de los grupos terroristas. Lo saben, y mantienen sus relaciones privilegiadas con Qatar, Arabia Saudita, países que financian el terrorismo.
-Cinco años después, ¿qué visión prevalece en el seno de las fuerzas progresistas del Libano sobre un futuro cercano en la región?
-Creo que estamos ante un proceso de cambio complicado y largo. Como todos los procesos revolucionarios tienen sus avances y sus retrocesos, y en Oriente medio será todavía más complejo y más doloroso. Las oligarquías locales harán todo lo posible para impedir el cambio. Por la importancia de la región a nivel estratégico, tanto geográfico, económico y cultural, EEUU y Europa harán también todo lo posible para impedir que los pueblos de esa región sean soberanos en controlar sus propias riquezas y sus propios modelos de desarrollo.
Pero las fuerzas progresistas, la izquierda árabe tiene que organizarse, unirse, y plantear una alternativa nacional y democrática a los regímenes monárquicos, y a las dictaduras. La izquierda, las fuerzas progresistas laicas son los que pueden avanzar en el proceso de cambio democrático, cambio social, para la dignidad nacional en general, y en el compromiso con la lucha del pueblo palestino para recuperar sus derechos nacionales. La causa palestina sigue siendo y tiene que seguir siendo la causa principal y el objetivo principal de los pueblos árabes. El compromiso con el pueblo palestino es el barómetro esencial para clasificar a amigos o adversarios y para definir quienes son revolucionarios o contrarevolucionarios.
-En la encrucijada actual en la que se encuentra, ¿qué papel puede jugar la juventud del mundo arabe?
-La juventud árabe ha sido el motor de las revueltas, la juventud en la calle ha manifestado su deseo de libertad, dignidad y justicia social, porque la juventud en general y las mujeres en particular han sido y son las víctimas de las dictaduras, de las monarquías absolutas y del pensamiento wahabita, esa versión obscurantista de la religión. Hay ejemplos positivos del empeño de la juventud de salir y volver a salir contra las dictaduras en Túnez y Egipto y volver a salir contra la islamización reaccionaria de la sociedad y de la estructura del estado. En el Líbano, la juventud ha salido a la calle contra el régimen confesional, por la laicidad del estado, ha salido contra la corrupción y la ausencia del estado en asegurar los servicios públicos para la ciudadanía.
Lo más importante es la continuidad, la paciencia y saber priorizar en cada momento el objetivo a seguir, y sobre todo articular una alternativa potente, democrática, que sea capaz en las condiciones maduras de dar el salto como una alternativa real, tanto a los regímenes represivos como a los grupos obscurantistas. La juventud progresista puede articularse alrededor de un programa que priorice en estos momentos: un cambio democrático, el desarrollo económico y social, la soberanía y la dignidad nacional, el control de las riquezas, la lucha contra todo tipo de obscurantismo y fascismo, por la paz, por la unidad y la integridad de sus países, y contra la injerencia extranjera en los asuntos de sus países.
La prioridad actual es articular un movimiento por la paz y contra las guerras, contra la guerra mundial que se está produciendo en nuestras tierras. Actualmente, el Oriente Medio es donde se concentra la mayor presencia militar de potencias extranjeras y regionales desde la segunda guerra mundial. La juventud árabe, con la solidaridad de la juventud a nivel mundial, tiene que avalar y poner en primera línea la lucha por la paz, contra la carrera armamentista y por un mundo justo y multipolar.
Alex Anfruns es educador, periodista y jefe de redacción del medio independiente Investig’Action en Bruselas. En 2007 participó en la realización del documental «Palestina, la verdad asediada. Voces por la paz» (disponible en subtitulos español, catalán, inglés y árabe). Entre 2009 y 2014 realizó varios viajes de estudio a Egipto y los territorios ocupados palestinos. Desde 2015 dirige el mensual Journal de Notre Amérique.