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Siria y las potencias occidentales

Un problema global

Fuentes: Al-Quds

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

La forma en que Occidente viene abordando el conflicto sirio desde sus primeros momentos se ha arropado de una serie de características que cuestionan la credibilidad intelectual y política de las elites y dirigentes políticos occidentales. La primera de esas características es que aborda sólo las consecuencias del enfrentamiento, no sus raíces y causas; por lo tanto, a nivel político, es estrecha de miras al considerar de forma miope exclusivamente una fina porción del presente, no sólo sin profundidad histórica sino también sin comprender siquiera el conflicto actual y sus dinámicas. En segundo lugar, las políticas de las potencias occidentales no se asientan en los claros valores de la justicia, libertad y dignidad humanas. A menudo carecen de una visión política del conflicto, limitándose a un enfoque de «gestión de la crisis» que ignora la dimensión moral, aborda los últimos desarrollos y hace interpretaciones a largo plazo consiguiendo que cuestiones obvias se vuelvan misteriosas y cuestiones complejas se hagan aún más complejas. La tercera característica es la perspectiva fraccional que divide el conflicto en partes desconectadas, considerando algunas partes pero no así otras, dando incluso lugar a situaciones más complicadas. La cuarta característica tiene que ver con la anterior, se trata de una visión fragmentada, en particular de la ausencia de una perspectiva global en el trato de problemas que son en parte globales y que se han globalizado aún más durante los cuatro años y medio de conflicto.

Un ejemplo destacado de que sólo se están abordando las consecuencias del conflicto lo tenemos en las políticas europeas de seguridad hacia los refugiados sirios, a quienes se considera un problema humanitario desconectado de sus raíces políticas. El paradigma más importante de esta perspectiva fraccionada es que desde hace año y medio todo se centra en el ISIS, la enloquecida entidad nihilista que es una combinación de organización terrorista, régimen fascista y asentamiento y desplazamiento colonialistas. Es bien sabido que desde hace alrededor de un año, EEUU dirige una coalición internacional que lucha una guerra contra el ISIS, guerra que, según Martin Dempsey, el jefe del estado mayor de EEUU, y Julia Bishop, la ministra de exteriores de Australia, puede durar generaciones. Por otra parte, se están olvidando del régimen de Asad. Incluso se hacen negocios con él y políticos y «expertos» promueven que se le considere como un aliado en esta guerra. No sólo es una actitud injusta e irresponsable, quienes defienden esa posición además de ser mucho peores que el grupo de políticos árabes que hacían negocios con la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial (los árabes no tenían entonces una información completa y sus países estaban gobernados por los colonizadores europeos), desde una perspectiva práctica, que es a lo que esos políticos se atienen, es una política fallida e infructuosa.

La raíz del problema en Siria es un régimen tirano que lleva 45 años gobernando el país y que siempre ha mostrado una buena disposición a asesinar a sus gobernados a escala industrial. Las organizaciones extremistas, incluyendo al Frente al-Nusra y al ISIS, han aparecido, al igual que surgieron en Iraq y Afganistán, debido a la devastación sufrida por el país, la sociedad y la economía, no a causa de la ocupación extranjera de Siria sino, por así decirlo, a causa de la «ocupación interior». Por otra parte, esas organizaciones nihilistas se benefician en gran medida de que a los sirios se le esté negando justicia, protección y apoyo internacionales, que pidieron sin obtener respuesta. El pueblo ya no confía en una justicia global a la que su sufrimiento le trae sin cuidado. Esto ha proporcionado un entorno propicio para el trabajo de entidades islámicas que invierten en la decepción que el abandono global ha creado en nuestras comunidades para así justificar sus aspiraciones a una autoridad sin restricción alguna.

Sin embargo, desde que surgieron esas organizaciones nihilistas, se ha venido gestando una situación aún más compleja: Un régimen de junta militar que de forma implacable y a diario asesina a docenas, a veces cientos de sus ciudadanos, utilizando bombas de barril, armas químicas, aviones de combate, tanques y fuego de artillería, así como asedios, hambre, torturas y asesinatos bajo tortura; y una entidad terrorista nihilista que ejerce una violencia espectacular compitiendo en la muerte con el régimen de Asad, si bien con un record de víctimas inferior: en una proporción de uno a siete hasta la fecha.

La solución necesitaría de la eliminación de esas dos fuerzas criminales, no sólo de una de ellas. Desde la aparición del ISIS, la solución del problema sirio ya no se une al derrocamiento del régimen de Asad, el principal objetivo de la revolución. Ya no es posible construir una mayoría siria o una nueva coalición siria alrededor de este objetivo. Por otra parte, es imposible construir una mayoría siria con el único propósito de combatir al ISIS mientras se mantenga al régimen de Asad, la raíz del problema que ha causado la muerte de alrededor de un cuarto de millón de sirios. Los estadounidenses, que querían entrenar a 5.000 combatientes «moderados» a condición de que únicamente combatieran al ISIS, ¡consiguieron 60 de ellos!

En lo que podría basarse una nueva mayoría siria sería en un compromiso histórico de gran envergadura que pasara página del criminal régimen dinástico de los Asad y vinculara este objetivo al compromiso con una guerra de liberación contra el ISIS para destruir esta entidad terrorista racista, recuperar las regiones ocupadas de Siria (y de Iraq) y expulsar a los yihadistas extranjeros.

Construir una mayoría siria sería la medida más seria de una política que pretenda abordar con eficacia el problema sirio y establezca una nueva Siria diferente. Las Naciones Unidas, las potencias occidentales y, desde luego, los países árabes podrían ayudar en el empeño. Pero cada día que pasa la situación es peor y más difícil de solucionar, habiéndose llegado al actual punto muerto debido, sobre todo, a la incapacidad de la justicia internacional y a la ausencia de visión política.

Dejar abandonados y sin ayuda a los sirios ha provocado la aparición de horribles circunstancias: el surgimiento del ISIS, el deterioro de los niveles globales humanitarios y políticos y el aumento del nivel del odio en el mundo. Desde una revolución siria justa merecedora de solidaridad y apoyo, hemos llegado en la actualidad a una crisis global manejada por un enfoque insolvente y elitista de gestión de la crisis. No existe una perspectiva global al abordar un problema que implica tiranía, discriminación entre la población, colonialismo de asentamientos, terrorismo y fracaso de la justicia internacional. Se considera que el problema sirio es sólo un problema de los sirios, posiblemente un problema del Oriente Medio que hay que afrontar con una perspectiva bélica, sin visión política o sólo mediante una diplomacia arrogante y estúpida. Esta óptica estrecha supone un problema global, al igual que el propio problema sirio.

He mencionado anteriormente un ejemplo de cómo se tratan las consecuencias del conflicto, i.e., la política de asilo europea y occidental, una política que sólo puede describirse con palabras de desdén. También me he referido a un ejemplo de perspectiva fraccionada, i.e., separar el problema del ISIS del problema de Asad. Sin embargo, el ejemplo que demuestra lo reducida que es en esta situación la conciencia humana es que la solución de Occidente frente al ISIS es Bashar al-Asad. Es difícil encontrar las palabras adecuadas y justas para poder expresar el alcance de la inferioridad moral de esta posición. Lo diré una vez más, es mucho peor que el apoyo prestado por los árabes a Hitler hace 75 años.

[Este artículo se publicó originalmente en lengua árabe en el periódico Al-Quds y fue traducido al inglés por The Free Syrian Translators.]

Yassin al-Haj Saleh (nacido en Raqqa en 1961) es un destacado escritor e intelectual sirio. En 1980, cuando estudiaba Medicina en Alepo fue encarcelado por sus actividades políticas permaneciendo tras las rejas hasta 1996. Escribe sobre temas políticos, sociales y culturales relacionados con Siria y el mundo árabe para varios periódicos y revistas árabes fuera de Siria, colaborando de forma regular con el periódico Al-Hayat, editado en Londres, la revista egipcia de izquierdas Al-Bosla y el periódico sirio online The Republic .

 Fuente: http://www.yassinhs.com/2015/10/11/syria-and-western-powers-a-global-problem/