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Apoyos al golpe de Estado en Bolivia

Una defensa y un argumento del ministro español de Exteriores

Fuentes: Rebelión

No he podido leer hasta el momento las declaraciones del presidente boliviano. Según parece, Evo Morales ha acusado a una fundación próxima al Partido Popular (probablemente la FAES) de haber ayudado, o participado directamente, en el golpe de Estado que, con alas fuertemente desplegadas, revoloteó los cielos (y tierras) del país hermano. No suele hablar […]

No he podido leer hasta el momento las declaraciones del presidente boliviano. Según parece, Evo Morales ha acusado a una fundación próxima al Partido Popular (probablemente la FAES) de haber ayudado, o participado directamente, en el golpe de Estado que, con alas fuertemente desplegadas, revoloteó los cielos (y tierras) del país hermano.

No suele hablar sin fundamento el presidente rebelde. Es muy probable que sus sospechas tengan afirme apoyo en el suelo de las conjeturas razonables y en informaciones contrastadas en terrenos donde las demostraciones son prácticamente imposibles.

Nuestro Ministro de Asuntos Exteriores ha creído necesario responder y lo ha hecho con unas declaraciones que contienen la música y letra usual de cualquier político nacionalista-patrótico de las clases y élites políticas conservadoras. España en un país democrático y sus partidos y fundaciones nunca levantan su vuelo en la nocturnidad, ha venido a decir el señor Ministro.

Que España sea un país democrático después de la que estamos viendo y sufriendo -Egunkaria, Estatut, impunidad del franquismo, mercados dictando programas gubernamentales, corrupciones generalizadas, contrarreformas laborales- exige los matices que tenemos todos en mente. No sólo es que el concepto de democracia realmente existente pasa horas bajas y está enormemente demediado sino que en asuntos clave quienes manden son otros distintos de los que gobiernan por haber sido elegidos en un sistema que premia a unos y castiga a otros y donde la participación e instrucción políticas están alejadas de mínimos razonables.

Sea como fuese, no es ese ahora el punto. Bajo las coordenadas de nuestro ministro de Exteriores, Estados Unidos es un país democrático y parece obvio que no sólo ha apoyado golpes de Estado como el chileno o tantos otros sino que mucho más recientemente su, digamos, oposición al golpe de Estado de Honduras no parece clara y distinta. Incluso más: algunas miradas parecen señalar una tortuosa intervención en la penumbra.

Se dirá: pero eso son intervenciones estatales imperiales y no de partidos políticos. No siempre los caminos son disjuntos. En el caso venezolano, como es sabido, la intervención del gobierno español del señor Aznar en el golpe de Estado fue clara desde el primer momento y la participación de personajes próximos al Partido Popular y a sus asociaciones próximas no parece descabellada.

Más allá de todo ello, ¿no existen internacionales y grupos de enorme poder próximos a partidos que ponen y deponen gobiernos o intentan cuando menos? No parece que un ministro socialista tenga que defender a un partido como el PP con un historial nada recomendable, sus paisajes ocultados y sus conexiones con lo más florido de la reacción internacional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.