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Una experta pide que el Valle de los Caídos se convierta en Museo de los Horrores

Fuentes: adn.es

Josefina Cuesta en «La odisea de la Memoria», se pregunta sobre «qué crímenes de Estado y sobre qué violaciones de los derechos humanos se han articulado recuerdos, silencios, olvidos, amnistías y se ha edificado el reencuentro democrático». La catedrática Josefina Cuesta, autora del primer estudio sobre la memoria histórica en el siglo XX, reclama, en […]

Josefina Cuesta en «La odisea de la Memoria», se pregunta sobre «qué crímenes de Estado y sobre qué violaciones de los derechos humanos se han articulado recuerdos, silencios, olvidos, amnistías y se ha edificado el reencuentro democrático».

La catedrática Josefina Cuesta, autora del primer estudio sobre la memoria histórica en el siglo XX, reclama, en una entrevista con Efe, que el Valle de los Caídos sea el Museo de los Horrores de la Guerra Civil.

Cuesta, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca y experta en la historia de la Transición, acaba de publicar «La odisea de la Memoria», en el que se pregunta sobre «qué crímenes de Estado y sobre qué violaciones de los derechos humanos se han articulado recuerdos, silencios, olvidos, amnistías y se ha edificado el reencuentro democrático».

Josefina Cuesta asegura que la Ley de la Memoria Histórica es necesaria pero «se ha quedado corta» y su denominación entre los ciudadanos se utiliza mal, ya que debería hablar de los «derechos que se amplían» y de las «medidas que se establecen a quienes padecieron persecución o violencia».

La catedrática reconoce que debería haberse avanzado más en la Ley y pone como ejemplo el Valle de los Caídos, donde haría un «Museo de los Horrores de la Guerra Civil, que albergue todos los elementos históricos de la Dictadura, como expresión de una época».

Además, Josefina Cuesta afirma que le gustaría «invitar a las familias de Franco y de José Antonio a que se lleven los restos que hay en el Valle de los Caídos y los depositen en un panteón familiar».

En este sentido, añade que es muy «complicado» que se haga en él un gran panteón de todas las víctimas del franquismo, «por las connotaciones que tiene el sitio».

La profesora ha utilizado su libro para analizar «cómo los distintos periodos históricos se han enfrentado con su pasado, inmediato o remoto» y profundiza «en los escollos y dificultades de una odisea como la historia de la memoria en España».

Una de las críticas que lanza la catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca se refiere a que la democracia «no ha terminado de reparar los daños de las víctimas de la Guerra Civil, y que fueron los que sufrieron la represión».

Cuesta Bustillo ha reclamado que esa reparación «debería haberse hecho antes» y, en su opinión, hay muchas víctimas «que siguen sin recuperar sus derechos», citando a los niños de Rusia, a los maquis o a los guerrilleros.

La profesora también habla en su libro del miedo de la sociedad a hablar de la Guerra Civil y afirma que «en muchos pueblos de Castilla se sabe lo que pasó durante esa época, pero prefieren callar porque para ellos es más importante vivir juntos que recordar un pasado traumático».

Para Josefina Cuesta, «la Historia no está cerrada, porque siguen apareciendo interrogantes que se arrojan hacia el pasado».

«No se puede negar a ninguna generación la respuesta a preguntas que tienen sobre sus familiares o sus antepasados», añade.

Sobre el destino a las fosas donde se enterraron a los fusilados en la Guerra Civil mantiene que «a nadie se le puede negar el derecho a enterrar a sus familiares», aunque reconoce la complejidad que tiene la apertura de esas fosas y la manera de identificar a los cadáveres, por lo que plantea la opción de «erigir monumentos colectivos para evitar el trago de las identificaciones».

La autora concluye su libro diciendo que «no es de extrañar que distintas asociaciones y ciudadanos de diversa procedencia consideren que ha llegado la hora de quebrar conjuntamente la amnesia y la amnistía, la hora de una memoria con justicia para las víctimas, pero también para los crímenes y sus autores».