Traducido para Rebelión por LB.
Hasta el lunes por la noche, 48 horas después de haber sido heridos, todos los intentos para evacuar a la familia A’aiedy al hospital para recibir tratamiento han sido en vano. Una bomba israelí impactó en el hogar familiar situado en una extensión agrícola al este de la ciudad de Gaza. Una sección de la casa fue destruida en el ataque.
Dos mujeres de 80 años de edad y tres de sus nietos resultaron heridos. Hasta el momento han tratado sus heridas con agua y sal, pero han acabado por infectarse, según relata un pariente, Hussein Al A’aiedy.
El domingo las ambulancias de la Cruz Roja no pudieron acercarse a la zona en la que se encuentra la casa. Los esfuerzos realizados por la organización no gubernamental Médicos por los Derechos Humanos (MDH) también fueron infructuosos. La familia permanece hacinada en una habitación situada en la parte delantera de la casa.
El domingo por la tarde una ambulancia palestina llegó hasta un grupo de viviendas cercanas a fin de evacuar a otros heridos al hospital. A’aiedy dijo que el conductor de la ambulancia quería sacar a su familia de la casa, pero el ejército israelí no se lo permitió.
El coordinador del ejército israelí dijo a MDH que el intercambio de disparos impide que los servicios médicos evacuen a los miembros heridos de la familia. Al A’aidey confirmó ese extremo, añadiendo que los israelíes están lanzando proyectiles de tanques en la dirección de su casa.
A’aiedy dijo a MDH que quería trasladar a los niños a una zona más expuesta para que fueran protegidos de los disparos del ejército israelí. Su única forma de comunicarse con el mundo exterior es a través de un teléfono móvil cuya batería recarga con la ayuda de un generador extraída de una motocicleta.
Tres horas después de que el ejército israelí comenzara su ataque terrestre contra la Franja de Gaza, alrededor de 10:30 PM del sábado por la noche, una bomba o un misil impactó en la casa de propiedad de Hussein al A’aiedy y sus hermanos. Veintiún personas viven en la casa aislada, situada en una zona agrícola al este del barrio Zeitun de la ciudad de Gaza. Cinco de ellos resultaron heridos en el ataque: dos mujeres octogenarias (su madre y su tía), su hijo de 14 años, su sobrina de 13 años y su sobrino de 10 años.
Veinte horas más tarde, los heridos seguían desangrándose en un cobertizo en el patio de la casa. No había electricidad, ni calefacción, ni agua. Sus familiares permanecían con ellos, pero cada vez que trataban de salir al patio en busca de agua el ejército israelí disparaba contra ellos.
Al A’aiedy trató de recabar ayuda utilizando su teléfono celular, pero la red de telefonía móvil de Gaza se está colapsando. Las bombas israelíes han destruido los transpondedores y no hay electricidad ni diesel para hacer funcionar los generadores. Cada vez que el teléfono funciona es un pequeño milagro.
A eso del mediodía del domingo Al A’aiedy finalmente consiguió acceder a S., quien me llamó. No había nada más que S., que vive cerca, pudiera hacer. Yo conozco a Al A’aiedy desde hace ocho años, y llamé a MDH. Luego ellos llamaron a la oficina de enlace del ejército israelí para pedirle que dispusiera la evacuación de los heridos. Eso fue poco después de mediodía, y hasta el momento de redactar esta nota la oficina de enlace aún no había respondido a Médicos por los Derechos Humanos.
Mientras tanto, otra persona había logrado llegar a la Sociedad de la Media Luna Roja. Llamó a la Cruz Roja y le pidió que coordinara con el ejército israelí la evacuación de los heridos. Eso fue a las 10:30 a.m., y a la hora de redactar esta nota el domingo por la noche la Cruz Roja aún no había podido hacerlo. Mientras hablaba por teléfono con MDH, a eso del mediodía llamó H. Sólo quería informar de que dos niños, Ahmed Sabih y Mohammed al-Mashharawi, de 10 y 11 años de edad, habían subido al tejado de su casa en la ciudad de Gaza para calentar agua en un fuego. No hay electricidad ni gas, por lo que el fuego es todo lo que queda.
Los tanques israelíes están escupiendo bombas, los helicópteros vomitan fuego, los aviones de combate provocan terremotos. Sin embargo, a la gente todavía le resulta difícil comprender que calentar agua se ha convertido en una actividad tan peligrosa como adherirse al ala militar de Hamas.
Un misil del ejército israelí alcanzó a los dos niños, matando a Ahmed e hiriendo gravemente a Mohammed. Más tarde el mismo domingo un sitio de noticias de Internet informó de que los dos niños habían muerto. Sin embargo, el teléfono celular de H no contestaba, por lo que no pude verificar la información.
Y era inútil tratar de contactar con H utilizando el teléfono fijo: el sábado una bomba israelí destruyó toda la red telefónica de su barrio. El objetivo era un taller de impresión (otro de los objetivos «militares» del ejército israelí). Su propietario, un empleado jubilado de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA), había invertido toda su pensión en la tienda.
En el vecindario de B. las bombas israelíes alcanzaron la red de cañerías, por lo que no tienen agua desde ayer por la mañana. «Ya estoy acostumbrada a arreglármelas sin electricidad«, dijo. «No hay televisión, pero oigo lo que sucede gracias a los amigos que llaman. Un amigo llamó desde el Líbano, otro de Haifa. Y de Ramallah. Pero sin agua, ¿cómo vamos a vivir?«.
A. ofreció su propio análisis de la situación: «Mantengo a los niños alejados de las ventanas porque los F-16 están en el aire; les prohíbo jugar abajo porque es peligroso. Los israelíes nos están bombardeando desde el mar y desde el Este, nos bombardean desde el aire. Cuando el teléfono funciona la gente nos habla de parientes o amigos que han sido asesinados. Mi esposa llora todo el tiempo. Por la noche se abraza a los niños y llora. Hace frío y las ventanas están abiertas; hay fuego y humo en los espacios abiertos; en casa no hay agua, ni electricidad, ni gas. Y vosotros [los israelíes] decís que no hay crisis humanitaria en Gaza. Díme, ¿por ventura sois normales?«.
Fuente: http://www.haaretz.com/hasen/