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Una mina de litio de una multinacional amenaza Cáceres

Fuentes: El Asombrario & Co

Hoy el articulista no quiere descansar, sino protestar muy alto. A la mina de uranio a cielo abierto que se pretende abrir en Salamanca, ahora se une otra de litio, también a cielo abierto, a las puertas de Cáceres, una de las ciudades más bellas de Europa. En ambos casos, multinacionales han visto en España […]

Hoy el articulista no quiere descansar, sino protestar muy alto. A la mina de uranio a cielo abierto que se pretende abrir en Salamanca, ahora se une otra de litio, también a cielo abierto, a las puertas de Cáceres, una de las ciudades más bellas de Europa. En ambos casos, multinacionales han visto en España un terreno a exprimir como si viviéramos en los comienzos de la Revolución Industrial por el desprecio de nuestras autoridades a la protección ambiental.

Aunque somos sensibles a todos los crímenes, es cierto que los que ocurren cerca de casa nos duelen más, no porque sean más importantes que otros, sino porque apelan a nuestra fibra sensible y emocional. Me entero por un amigo y más tarde por Ecologistas en Acción que una multinacional australiana ha proyectado construir una mina de litio a cielo abierto a dos kilómetros de Cáceres, en la Sierra de la Mosca, conocida como La Montaña, el pulmón verde de una ciudad en la que viven unas 100.000 personas, una ciudad que, como placentino y extremeño que soy, forma parte de mi educación sentimental.

Como saben, el litio es un mineral muy cotizado pues se utiliza en la batería de todos los aparatos (móviles, ordenadores, coches eléctricos, tabletas) que nos incitan a renovar cada varios años. Su extracción ya ha arrasado algunos espacios naturales en otros países como Bolivia, donde se concentran las principales reservas. Y ahora le toca el turno a esta zona próxima a Cáceres, conocida como «el pequeño Monfragüe».

El delirante proyecto, que cuenta con el beneplácito de la Junta de Extremadura y del Gobierno español, contempla construir un gran cráter de unos 300 metros de profundidad y un kilómetro y medio de diámetro, lo que supondrá la voladura de millones de toneladas de tierra y rocas. Adiós a La Montaña y bienvenidos los residuos tóxicos que genera esta actividad.

Parece mentira que ya bien entrado el siglo XXI y después del desastre de Aznalcóllar -uno de los crímenes ambientales más graves que han ocurrido en España y que tuvo y tiene un gran impacto económico (todavía estamos esperando las indemnizaciones de la multinacional sueca que lo gestionaba)- sigamos apostando por un modelo de desarrollo que es propio del siglo XIX.

La industrialización pasó de largo en Extremadura, como tantas cosas, pero esa ausencia ha sido precisamente la salvación de un territorio que cuenta con algunos de los espacios de más valor ecológico de España. En lugar de protegerlos, la Junta parece empeñada en volver a la época de Dickens, como si así se recuperara el «tiempo perdido». Hace algunos años se consiguió parar otro proyecto delirante, una refinería en Tierra de Barros, en Badajoz, una zona que vive de la producción de vino y que, como casi toda la región, tiene una gran belleza natural, atractivo que la misma Junta utiliza para atraer a los turistas, dicho sea de paso. Eso por no hablar de que Extremadura alberga ya dos centrales nucleares en Almaraz y es una de las regiones españolas con una mayor superficie dedicada al maíz transgénico.

Una nueva amenaza, ya digo, se cierne ahora sobre Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, de la mano de la empresa Plymouth Minerals Limited. Leo en un artículo publicado en el portal de Ecologistas en Acción, que junto a otras organizaciones ambientales y culturales han constituido una plataforma para frenar el proyecto – SEO/BirdLife, Adenex, Sociedad Extremeña de Zoología, AMUS, GRUS, DEMA y la Fundación Global Nature-, que la minera australiana quiere poner en marcha la antigua mina de San José -de estaño, litio y turquesa-, cerrada en los ochenta y situada en el paraje conocido como Valdeflores, pero esta vez a cielo abierto. Estas organizaciones denuncian que el impacto de la mina no sólo tendrá consecuencias sobre el medioambiente (destrucción del paisaje, contaminación de los acuíferos, un desorbitado consumo de agua y de energía), sino también sobre las personas que residen en la ciudad .

Al parecer, la Junta le está dando todo tipo de facilidades a la empresa bajo la promesa de un puñado de empleos. Y, claro, si luego ocurre otro desastre como el de Aznalcóllar, si te he visto no me acuerdo. ¿A quién le tocará pagar entonces, por hablar solo en términos monetarios y sin tener en cuenta un destrozo ambiental irreparable? Creo que todos conocemos la respuesta.

Fuente: http://elasombrario.com/mina-litio-amenaza-caceres/