Debió ser hacia 1977 cuando cayó en mis manos un libro ya entonces deteriorado, con una cubierta verde pálido, sin ilustración alguna, perteneciente a la Biblioteca de Psicología Profunda de la Editorial Paidós. Su título: La función del orgasmo. El descubrimiento del orgón. Confieso que entendí muy poco de lo que allí se decía, pero […]
Debió ser hacia 1977 cuando cayó en mis manos un libro ya entonces deteriorado, con una cubierta verde pálido, sin ilustración alguna, perteneciente a la Biblioteca de Psicología Profunda de la Editorial Paidós. Su título: La función del orgasmo. El descubrimiento del orgón. Confieso que entendí muy poco de lo que allí se decía, pero el tono peculiar del texto -una mezcla entre diario vital, reportaje científico y crítica filosófica- hizo que quedara para siempre fascinado por su autor: Wilhelm Reich.
Durante los 40 años transcurridos hasta hoy, la arrolladora propuesta intelectual y vital de Reich ha venido influyendo de una forma u otra en mi vida.
Para empezar, me condujo a Neill y su carismática visión de la educación, que a su vez me empujó a estudiar magisterio y a desarrollar una vida profesional plagada de contradicciones -con lo que ello supone en cuanto a frustraciones y satisfacciones, amargos obstáculos y retos estimulantes.
Pero la lectura de las obras de Reich también me impulsó a recorrer una multitud de caminos en los campos de la educación, la ecología y la salud que terminarían determinando mi actividad como escritor de investigación.
Y hay mucho más: le debo a Reich la forma en que me he relacionado y me relaciono con mis hijos así como mi aproximación crítica a la realidad; quizá parte de mi rebeldía, de mi cuestionamiento sin concesiones de la autoridad en todos los sentidos.
Cuento todo esto porque el objetivo fundamental de este libro es ofrecer a más personas la posibilidad de conocer a este personaje excepcional y dejarse hechizar por él y por una obra caleidoscópica y fascinante que abarca todos los misterios de la vida.
De hecho, el descubrimiento clave de Reich, el que lo llevó por una parte a volver sobre sus pasos y replantear toda su teoría psicoanalítica, y por otra a avanzar y abrir puertas a múltiples caminos que aún hoy permanecen inexplorados, fue la presencia constante de la energía de la vida fluyendo en todas partes y conectando cada ser vivo con el cosmos.
La energía orgónica -que es como Reich la denominó- era al mismo tiempo la energía que tradiciones ancestrales habían llamado Ki o Prana, era la libido que Freud concebía de un modo casi metafórico y etéreo, y la fuerza de la que venían hablando diferentes corrientes vitalistas de los últimos doscientos años.
Reich consiguió hacer visible esa energía que respondía a las preguntas que se había hecho durante años y que ponía en relación sus primeras inquietudes sobre la concepción freudiana de la neurosis, su desacuerdo frontal con Freud respecto a lo que éste denominaba instinto de muerte, su teoría sexual, sus preocupaciones sociopolíticas que lo llevaron a su expulsión del Partido Comunista, sus experimentos sobre el origen de la vida, su concepto de salud y enfermedad o la importancia crucial de la autorregulación en la crianza y la educación de los niños.
La tragedia de Reich es que la mayor confirmación práctica de sus ideas fue precisamente la persecución constante que sufrió en todos los países en los que vivió y que se vio obligado a abandonar. Y es que sus planteamientos ponían de manifiesto las raíces de la dominación, la sumisión y el sufrimiento social atacando duramente las bases de mecanismos de poder que aún continúan vigentes.
Si Reich fue perseguido hasta su muerte fue porque sus ideas ponían en peligro el statu quo de los poderosos, fueran estos unos u otros. Lo admirable es que tuviera energía suficiente no sólo para llevar a cabo descubrimientos trascendentales que apuntan a un nuevo paradigma científico y de salud, sino para mantener su enorme capacidad de trabajo a pesar de la presión a la que estuvo sometido toda su vida. Incluyendo los múltiples intentos de hacerlo pasar por paranoico o por esquizofrénico. Si la aceptación de las infamias, el sufrimiento y la injusticia es un indicativo de insania mental y la salud mental viene dada por la capacidad para rebelarse, no cabe duda de que Reich gozaba de buena salud y por eso mismo inspira rebeldía.
Una parte de ese enorme trabajo ha calado profundamente en diversas disciplinas y saberes, incluso sin reconocer su autoría: terapias corporales y energéticas, reivindicaciones ecologistas, el despertar de la psico-neuro-inmunología, la incipiente dimensión social de la medicina, la lucha contra la familia patriarcal autoritaria, los movimientos de liberación sexual… representan algunas de esas influencias que debemos a Reich.
Pero es mucho más lo que nos queda por asimilar, por explorar, por impulsar: la crianza ecológica, la autorregulación de los niños y las niñas como clave para su felicidad, para la salud y para el cambio social, profundizar en la sexualidad como elemento de regulación vital, aprender a conocer y respetar su importancia en relación con los flujos energéticos y en las etapas del desarrollo infantil, integrar el funcionalismo como herramienta de conocimiento que supera el viejo dilema objetividad-subjetividad en la investigación científica de los fenómenos naturales, promover un cambio de paradigma en la medicina que contemple la salud desde un enfoque holístico basado en el equilibrio, la pulsación vital y el flujo de energía, y la enfermedad como una ruptura de ese equilibrio, una fase necesaria en los procesos dinámicos inherentes al hecho de vivir y relacionarnos…
Quienes miramos el mundo fascinados y descontentos a un tiempo, quienes luchamos contra la opresión y mantenemos la esperanza de una sociedad mejor nos hemos preguntado muchas veces por qué se marchita la formidable curiosidad de los niños al poner el pie en la escuela, o por qué no cesan de aparecer enfermedades a pesar de los espectaculares avances de la medicina y la tecnología, o cómo es posible que la especie supuestamente más inteligente que habita este planeta, la humana, sea precisamente la responsable de su brutal degradación, cómo es posible que el ser humano repita una y otra vez los mismos errores y que después de miles de años de civilización no consiga resolver sus problemas fundamentales y ser feliz.
La obra de Reich y su propia trayectoria vital, con sus luces por momentos cegadoras y sus zonas oscuras, con su apasionada mirada de perseguidor de los secretos de la naturaleza y sus obsesiones a veces incomprensibles, con su genialidad teñida de cierta ingenuidad, pero sobre todo llena de esperanza y de capacidad de mirar al futuro, nos ofrece pistas y herramientas para comenzar a responder esas y otras muchas preguntas que en definitiva son la pregunta por el sentido de la vida.
Blog del autor: https://saludypoder.blogspot.com.es/2018/02/una-mirada-al-futuro-con-esperanza.html
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