Refugiados palestinos, hermanas y hermanos. Hoy es 15 de Mayo, el día de la Nakba y tengo una petición que haceros, una sincera petición hecha por el hijo de un ocupante, en su calidad de ocupante, a aquellos que han pagado el precio de esta ocupación. No, no pido perdón por la ocupación, o […]
Refugiados palestinos, hermanas y hermanos. Hoy es 15 de Mayo, el día de la Nakba y tengo una petición que haceros, una sincera petición hecha por el hijo de un ocupante, en su calidad de ocupante, a aquellos que han pagado el precio de esta ocupación. No, no pido perdón por la ocupación, o por la destrucción y expulsión que ocurrió en la Nakba en 1948. No puedo esperar perdón por estos horrores, no en el verdadero sentido de la palabra perdón, el sentido religioso o espiritual. Y como no se puede conceder un verdadero perdón, la única forma en que una reconciliación israelo-palestina puede tener lugar es que se produzca un solución política y cultural que nos permita parar las matanzas y el temor mutuo (mutuo no significa simétrico, pues de ninguna manera es esa la condición que existe entre las partes). El perdón religioso pertenece, por tanto, a una dimensión diferente, a una dimensión irreal utópica en grado sumo. Puede que sea como una idea platónica o un principio rector que nos guíe en la dirección correcta que debemos esforzarnos por tomar aunque nunca vayamos a llegar allí.
Por lo tanto, mi petición es más modesta, y espero que vosotros la podáis hacer vuestra porque si no no me veré capaz de seguir creyendo y esperando que es posible vivir en esta tierra. Y cuando digo «vivir» me refiero vivir de verdad, en su verdadero sentido – hablar su lengua, conocer su historia, no simplemente conquistarla, convertirla en un mito, sentirse atemorizado de ella y querer estar en otro lugar, que no sea esta tierra, cuando una buena oportunidad surja, para huir al extranjero (siempre en dirección oeste) a las primeras de cambio…
Mi petición, por lo tanto, es que persistáis y que no renunciéis a vuestro derecho de retorno. Puede que suene un poco extraño porque en definitiva quién soy yo para aludir a vuestros propios derechos, los derechos elementales de un pueblo que fue arrancado de su tierra y de sus hogares. Sin embargo y a pesar de ello, por muy estrambótica o absurda que suene esta petición, y a pesar de que suene como que meto el dedo en la herida, insisto. Os pido por favor a vosotros y a vuestros hijos que no abjuréis nunca de vuestro derecho a volver. No (sólo) por vosotros sino también por mi. ¿Lo entendéis? Si renunciáis a vuestro derecho se perderá la posibilidad de un vida justa en esta tierra y yo estaré condenado a la vergonzosa vida de un eterno ocupante, armado en cuerpo y alma y en continuo estado de temor, como todos los colonos. Desde mi punto de vista a los israelíes sólo nos podrían suceder cosas peligrosas si los refugiados palestinos abandonan su derecho a volver. Si ese día llegara, el día en el que renunciarais a vuestro derecho de retorno, la gente que odia a los judíos podría celebrar su victoria definitiva. Cuando la posición de los israelíes judíos como ocupantes y portadores de dolor se hiciera permanente, sus enemigos demostrarían que tenían razón cuando nos culparon de tener seriamente dañada nuestra condición de seres humanos
Nuestra condición de seres humanos esta sujeta a vuestro derecho a volver. El día que os expulsamos de vuestra tierra os llevasteis parte de ella. Sólo cuando podáis volver tendremos la capacidad de restaurar nuestra humanidad. Es duro para nosotros continuar de esta manera, con nuestra condición de ser humano dañada. Esto no quiere decir que nuestra humanidad nos haya abandonado por completo, sino que, como sabéis, nos hemos quedado principalmente con cosas como la vulgaridad, la condescendencia, el militarismo y el miedo. Sí, tenemos algunas cosas buenas pero en cuanto a humanidad de verdad los ocupantes no podemos ni siquiera soñar con ella. De hecho soñar puede que sea posible. Con una vida de cooperación en nuestra tierra común. Es un sueño precioso y conmovedor.
En mis sueños veo una vida de cooperación con mis amigos, los refugiados palestinos, que han crecido en número en progresión exponencial desde que comencé aprender a sobre la Nabka. Desde entonces muchos lugares han dejado de ser (solamente) campos de entrenamiento, bosques plantados por el JNF1, parques nacionales, antiguas ciudades judías, ruinas antiguas, fortalezas de cruzados, ciudades liberadas, parajes pintorescos, naturaleza desierta…
Miska, Qula, Bir’im, Saffuriyya, al-Ghabisiyya, ‘Ayn Ghazal, Yaffa, Haifa, Tabaria, Ijzim, Dair Yassin, Safsaf, Ijlil, Qaqun, ‘Innaba, al-Lajjun, al-Ghubayyat, y una larga lista; Israel ha destruido una forma de vida en su totalidad, una civilización al completo al destruir esos lugares. Para mi estos lugares tienen una cara real, que yo mismo he visto, y hay muchos refugiados que exigen su derecho a volver a ellos.
Cuando volváis estas ciudades y pueblos vacíos se llenarán de gente, rebrotará la vida y dejaran de ser solamente un testimonio de muerte y de recuerdos amargos como lo han sido durante 62 años. Llenar esos espacios rellenara también los espacios vacios de la parte de mi que me hace humano.
Vuestro derecho a volver es la oportunidad para mi y para todos israelíes de ser de nuevo seres humanos.
Tel Aviv, Mayo de 2010
1Nota del traductor. JNF son las siglas en inglés del Fondo Nacional Judío, organización que administra una buena parte de las tierras arrebatadas a los palestinas y hoy incorporadas a Israel.