Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
En comparación con el silencio internacional que rodeó a las masacres de civiles palestinos en Gaza cometidas por Israel, la condena y las condolencias por las víctimas del tiroteo que mató a ocho estudiantes en la yeshiva [escuela] Mercaz HaRav de Jerusalem han sido raudas.
«Acabo de hablar con el primer ministro [israelí] [Ehud] Olmert para expresarle mis profundas condolencias para las víctimas, sus familias y el pueblo de Israel», declaró el presidente estadounidense George W. Bush. El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, añadió su «condena» y sus «condolencias», lo mismo que el Alto Representante de la Unión Europea, Javier Solana.
El día anterior al ataque en Jerusalén Amira Abu ‘Aser fue enterrada en Gaza. Había vivido sólo 20 días en esta tierra antes de que le dispararan a la cabeza las fuerzas de ocupación israelíes que atacaron la casa de unos amigos a los que ella y su familia estaban visitando. No hay ni que decir que cuando fue asesinada no estaba lanzando cohetes a Siderot. Uno de los habitantes de la casa fue encontrado al día siguiente muerto de un disparo y con la cabeza aplastada por un jeep del ejército israelí, al parecer otra víctima de un asesinato extrajudicial del ejército israelí.
Pero en confirmación su estatus a los ojos de la «comunidad internacional» como inferiores a un ser humano completo, ni el asesinato de Amira ni ninguno del resto de las docenas de víctimas civiles de la carnicería cometida por Israel en Gaza han merecido la condena o las condolencias.
La falacia que subyace a la preocupación diferencial por las vidas de israelíes y palestinos inocentes es que se puede establecer una diferencia entre la masacre en Jerusalén y las masacres en Gaza. Las muertes de israelíes son «terrorismo», mientras que las muertes de palestinos son meramente una desafortunada consecuencia de la lucha contra el «terrorismo». Pero ambas están intrincadamente unidas y lo ocurrido en Jerusalén es una consecuencia directa de lo que durante décadas Israel ha estado haciendo a los palestinos.
Quiero dejar muy claro que el asesinato de civiles, israelíes o palestinos está mal y es repugnante, y que no puede hacer que acabe esta guerra que ya dura cien años causada por la colonización sionista de Palestina. Como siempre, la propaganda israelí se esforzará en presentar la violencia palestina como motivada simplemente por el odio y completamente ajena al contexto de ocupación brutal bajo la que están viviendo los palestinos. ¿Qué mejor prueba de ello que un ataque a estudiantes religiosos que dedican su vida al estudio de la Torah?
No podemos esperar demasiado análisis en los medios de por qué se ha podido elegir como objetivo la yeshiva [escuela] Mercaz HaRa. ¿Era simple coincidencia que la escuela, que toma el nombre del rabino Abraham Isaac Kook y que después de la muerte de éste estaba dirigida por su hijo, en rabino Zvi Yehuda Kook, sea la cuna ideológica del militante y supremacista judío movimiento de colonos Gush Emunim?[1] .
A diferencia de otros sectores en Israel que buscan la exención de sus alumnos del servicio militar, Gush Emunim anima a sus seguidores a entrar en el ejército y a convertirse en el ala armada del sionista nacionalista religioso. Los colonos de Gush Emunim, muchos de ellos, como Moshe Levinger, graduados en Mercaz HaRav, fundaron las colonias [judías] más extremas y racistas en la ocupada Cisjordania, incluyendo las tristemente célebres colonias de Hebrón y sus alrededores cuyos habitantes hacen la vida imposible a los palestinos de esta ciudad y obligan a muchos de ellos a abandonar sus casas. Son los colonos militantes de Gush Emunim quienes todavía honran la memoria de Baruch Goldstein que en febrero de 1994 asesinó a 29 palestinos en Hebrón. En Hebrón es donde los colonos de Gush Emunim escriben «árabes, a la cámara de gas» sobre las paredes de las casas palestinas.
Es posible que quien disparó en Mercaz HaRav no supiera o no le importara todo esto, que cualquier objetivo que identificara como israelí hubiera satisfecho su deseo de vengarse.
En 2002 el jefe del ejército israelí Moshe Yaalon declaró que «hay que hacer que los palestinos entiendan en los recovecos más profundos de su conciencia que son un pueblo derrotado». Esto se conseguiría por medio de la aplicación constante y generalizada de la fuerza hasta que capten el mensaje. La misma teoría la elaboró en 2004 el profesor Arnon Soffer, uno de los artífices, junto con el ex-primer ministro israelí Ariel Sharon, de la»desconexión» de Gaza de 2005.
Soffer, un ávido defensor de convertir Gaza en un redil herméticamente cerrado para palestinos no deseados, explicó que si los palestinos lanzan un solo cohete contra Israel por encima de la valla «nosotros lanzaremos 10 en respuesta. Y morirán mujeres y niños, y se destruirán las casas. Al cabo del quinto de estos incidentes las madres palestinas no permitirán a sus maridos que disparen [cohetes] Qassam, porque sabrán lo que les espera».
Soffer predijo que en unos pocos años, «cuando dos millones y medio de personas vivan en una Gaza cerrada, será una catástrofe humanitaria. Estas personas se convertirá en unos animales aún mayores de lo que ya son, con la ayuda de un insano islam fundamentalista». Con los palestinos encerrados, «la presión en la frontera será espantosa», predijo Soffer. «Va a ser una guerra terrible. Así que, si queremos seguir vivos, tendremos que matar y matar y matar. Todos los días, cada día».
Para ser justos, [hay que decir que] Soffer mostró un lado humano: «Lo único que me preocupa es cómo asegurarse de que los muchachos y los hombres que van a tener que hacer las matanzas sean capaces de volver a casa con sus familias y ser seres humanos normales» («It’s the demography, stupid», The Jerusalem Post, 21 de mayo de 2004).
Durante décadas Israel ha estado ejerciendo con una brutalidad cada vez mayor esta estrategia deliberada para aplastar por medio de la fuerza y del hambre a la población civil que se rebela contra el dominio colonial. Para irritación de Israel, los palestinos no están desempeñando su papel. Tras sesenta años de expulsiones, masacres, asesinato de sus dirigentes, colonización, tortura y encarcelamientos masivos, los palestinos en absoluto han comprendido que son un «pueblo derrotado».
La inmensa mayoría de los palestinos en Gaza y Cisjordania sufren una represión sin precedentes por parte del ejército israelí y de los colonos sin recurrir a la violencia como respuesta, pero manteniendo una inextinguible determinación de soportarlo hasta que recuperen sus derechos. Si los métodos que a veces ha utilizado la resistencia palestina son censurables, también han sido típicos de los movimientos de resistencia anticolonial a través de los tiempos, como demuestra William Polk en su libro Violent Politics: A History of Insurgency, Terrorism and Guerilla War from the American Revolution to Iraq, y como ha demostrado Robert Pape en su estudio sobre los atentados suicidas en [la obra] Dying to Win.
¿No es el momento de que el resto del mundo intervenga y obligue a Israel a comprender al menos esto mismo para que por fin pueda acabar el baño de sangre sin sentido y toda la gente del país, israelíes y palestinos, puedan empezar a imaginar un futuro diferente de este interminable desfile de funerales?
[1] N. de la t.: Como explica Khalid Amayreh, » los estudiantes muertos o heridos en el ataque al cuartel general del movimiento de colonos en Jerusalén el pasado jueves eran en realidad soldados paramilitares […]. [La escuela], el sistema nervioso central ideológico del sionismo mesiánico, combina estudios talmúdicos con entrenamiento militar en su programa educativo», Kalid Amayreh,
«Soldiers (not innocent students) killed at settler center», Palestine Info,
www.palestine-info.co.uk/en/default.aspx?xyz=U6Qq7k%2bcOd87MDI46m9rUxJEpMO%2bi1s
7xuuuYm7oomTPYJk4BeOWi9mLJClAaA63K5veXEh2NaO3xfRKU1H1tafb1RMerIE1
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Co-fundador de [la página web] The Electronic Intifada, Ali Abunimah es el autor de One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse (Metropolitan Books, 2006).
Enlace con el original: electronicintifada.net/v2/article9381.shtml