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Marruecos y Jordania

Una primavera diferente a las demás

Fuentes: Viento Sur

Desde el comienzo de esta primavera árabe, los dos jóvenes monarcas Mohammed VI de Marruecos y Abdalá II de Jordania, anunciaron el comienzo de un proceso de apertura política y prometieron reformas para contener las tensiones y evitar todo «contagio revolucionario» en los dos reinos. Sus medidas parecen satisfacer poco a los nuevos movimientos sociales. […]

Desde el comienzo de esta primavera árabe, los dos jóvenes monarcas Mohammed VI de Marruecos y Abdalá II de Jordania, anunciaron el comienzo de un proceso de apertura política y prometieron reformas para contener las tensiones y evitar todo «contagio revolucionario» en los dos reinos. Sus medidas parecen satisfacer poco a los nuevos movimientos sociales.

Jordania: tensiones e inestabilidad regional La posición geopolítica de Jordania entre Israel-Palestina, Siria, Irak y Arabia Saudita hace que el reino se encuentre particularmente afectado por los acontecimientos regionales. Además del comienzo de la primavera árabe, nuevas consideraciones internas se han añadido a las preocupaciones del trono hachemita. Jóvenes estudiantes, igual que grupos socioprofesionales (sindicatos obreros y unión de enseñantes), a los que se han unido fuerzas políticas de la oposición, han organizado manifestaciones reclamando más libertades y derechos.

Para contrarrestar su movilización el rey Abdalá ha puesto en pie un comité de diálogo nacional. También ha remodelado su antiguo gobierno y prometido una serie de reformas políticas y medidas socioeconómicas.

El comité de diálogo ha planteado cuestiones que son consideradas desde hace años como prioritarias. Debería aprobarse una nueva ley electoral que permitiera una representación proporcional. También están en el orden del día leyes sobre los partidos políticos y sobre los medios. Así como la adopción de una ley que reconozca los derechos sindicales de los enseñantes y tomar medidas para combatir la corrupción.

Por su parte, los jóvenes, los enseñantes, los militantes de derechos humanos, junto con miembros de varias formaciones políticas (de izquierdas), han formado más de 50 movimientos , siendo los dos más activos el «movimiento 24 de marzo» y el «movimiento de derechos estudiantiles». Se han manifestado en numerosas ocasiones en la mayor parte de las ciudades jordanas, particularmente en Amman.

Estos movimientos exigen una real transición hacia una monarquía constitucional y parlamentaria. Consideran que el rey sigue disponiendo de prerrogativas excesivas: domina a menudo al poder legislativo elegido, puede disolver el parlamento y hacer dimitir al gobierno. Exigen también una verdadera campaña contra la corrupción y un compromiso franco en reformas económicas que permitan frenar el paro (estimado por las autoridades en el 13,4% y por expertos independientes en más del 20%).

Sin embargo, hay cuatro cuestiones importantes que son susceptibles de complicar o de poner trabas a la dinámica de las reformas.

La primera y más antigua es la división vertical en la sociedad entre los transjordanos y los jordanos de origen palestino. Estos últimos, naturalizados en 1948 (como consecuencia de la Nakba), son a menudo víctimas de discriminación política. Representan cerca de la mitad de la población (forman la mayoría de los habitantes de la capital Amman), pero su peso demográfico apenas se refleja en las instituciones políticas. El trono hachemita está inquieto por un proyecto de la derecha israelí de crear en Jordania una «nación alternativa» para los palestinos y desea que una parte de estos últimos vuelvan a Palestina.

La segunda, es la resistencia a cualquier reforma de una parte del entorno del rey y de ciertos círculos de influencia en el seno de los servicios de información. La oposición presenta esta «resistencia» como un poderoso actor capaz de bloquear los procesos políticos, jugando la carta de la seguridad (como la liberación de decenas de salafistas recientemente) si sus intereses son amenazados.

La tercera, es la oposición del Frente de Acción Islámica (la mayor fuerza islamista del reino, afín a los Hermanos Musulmanes) a los proyectos de reformas propuestos por el gobierno, y su boicot al comité del diálogo nacional. El Frente justifica su oposición por la falta de seriedad en el contenido de los proyectos.

En cuanto a la cuarta, particularmente importante, es la agravación de la crisis económica, dado el descenso de las actividades comerciales con Siria y la subida de los precios de determinadas mercancías.

La credibilidad de las reformas y de las medidas contempladas por el rey y el nuevo gobierno será muy próximamente puesta a prueba. La reacción de los movimientos sociales y su capacidad para movilizar también.

Marruecos: reformas constitucionales y recurso a las bases tradicionales del Majzén La onda de choque proveniente de Túnez y de Egipto ha llevado al rey Mohammed VI a relanzar -desde febrero de 2011- un proceso de reformas políticas y constitucionales al ralentí desde hace años.

Así, fue publicado el proyecto de descentralización administrativa mientras el comité nombrado para revisar la constitución y de proponer enmiendas fue encargado de presentar su proyecto. Las proposiciones de este comité han sido aprobadas por referéndum este primero de julio «por más del 98%» (con una tasa de participación estimada por las autoridades en el 70%).

Las enmiendas más importantes residen en la nominación de un primer ministro salido de la mayoría parlamentaria, la ampliación de sus prerrogativas, la adopción del tamazight como segunda lengua oficial del reino, el refuerzo de la independencia del poder judicial, la importancia concedida a los acuerdos internacionales sobre derechos humanos y el reconocimiento de las recomendaciones de la instancia de equidad y de reconciliación. El rey sigue siendo el comendador de los creyentes. Podrá promulgar dahirs (decretos), pero exclusivamente en el terreno religioso.

La mayoría de los partidos y movimientos políticos de Marruecos (tanto de izquierdas como de derechas, laicos o islamistas) han apoyado estas enmiendas, pero el movimiento de los jóvenes marroquíes que convocó las manifestaciones de finales de enero de 2011 y que logró movilizar a miles de estudiantes y de militantes de la sociedad civil en decenas de ciudades y localidades de Marruecos el 20 de febrero (y más tarde en numerosas ocasiones), las ha denunciado por su parte maniobras políticas con tintes demagógicos. Este movimiento (que ha tomado el nombre del 20 de febrero) estima que el referéndum ha representado el retorno del fraude electoral.

El movimiento del 20 de febrero, al que se han unido dos partidos de extrema izquierda y el gran movimiento islamista Justicia y Caridad (oficialmente prohibido pero tolerado por las autoridades marroquíes), igual que numerosos observadores y periodistas, considera que la nueva constitución no cambia gran cosa en las prerrogativas del rey.

En primer lugar, el hecho de que el comité encargado de modificar la constitución fuera formado por el propio rey ya ha limitado su independencia.

Luego, el rey se reserva aún el derecho a disolver el parlamento y a hacer dimitir a los ministros. Preside las reuniones del gobierno y permanece, pues, a la cabeza del ejecutivo a la vez que tiene autoridad sobre el legislativo. Además, preside el alto consejo de los ulemas (la más alta instancia religiosa) como «Comendador de los creyentes», lo que mantiene de hecho una relación ambigua entre lo religioso y lo político, dejando al monarca un margen de maniobra importante.

En cuanto a la aprobación de la constitución por una mayoría muy amplia, los opositores consideran que ha tenido lugar un gran fraude electoral: electores que votaban por toda su familia, propaganda en las regiones rurales que pretendía que el Sí era un Sí al rey y a la dinastía real, manipulaciones de las listas electorales, etc.

Así pues, siguen reivindicando más que nunca el verdadero cambio a una monarquía constitucional y parlamentaria.

Por consiguiente, la polarización continúa en el reino. El movimiento del 20 de febrero y sus aliados han empujado al Majzén (la institución gobernante) a recurrir por primera vez desde hace decenios a bases sociales «olvidadas» durante mucho tiempo o descartadas de la escena pública: hermandades sufíes y redes de imanes de mezquitas en las que ha habido durante numerosos viernes seguidos la misma prédica apoyando al rey. En suma, cada campo se dedica a movilizar nuevas categorías y actores sociales: la oposición parece estar cada vez más presente en los medios urbanos, mientras el Rif sigue fiel al poder y sus políticos.

Ha habido realmente reformas (aunque son insuficientes para la oposición), pero será la correlación de fuerzas la que decidirá sobre su alcance y el nuevo panorama político del reino.

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR.