El verano en El Cairo se ha presentado este año más interesante de lo habitual al aparecer unos carteles con el retrato de Gamal Mubarak en los muros de la ciudad. «Egipto te llama», recitaba el póster a pie de la foto del descendiente del Presidente Hosni. Todo ello parte de la campaña organizada por […]
El verano en El Cairo se ha presentado este año más interesante de lo habitual al aparecer unos carteles con el retrato de Gamal Mubarak en los muros de la ciudad. «Egipto te llama», recitaba el póster a pie de la foto del descendiente del Presidente Hosni. Todo ello parte de la campaña organizada por la Coalición Popular de Apoyo al hijo del Presidente. Que el delfín del anciano Hosni Mubarak necesitase de apoyo popular para sucederle al padre es algo dudoso, aunque algunos críticos aseguran que su futuro político es todavía incierto. Según unos sondeos internos del Partido de gobierno, la campaña en realidad serviría también para medir la popularidad del joven Mubarak, que podría ser más baja de lo esperado. Ahora el tiempo aprieta, ya que las elecciones presidenciales serán en 2011.
El padre, con 82 años, enfermo desde hace meses, está preparando las elecciones Presidenciales del año que viene, pero no está claro si para repetir él mismo mandato, tras 29 años en el poder, o para abrirle el paso a Gamal. Con 47 años, el joven Mubarak lleva años preparándose para la sucesión, aunque públicamente deba desmentir su interés. La campaña en su favor lanzada este verano tiene detrás a una parte importante del sector empresarial que, preocupada por un empeoramiento de las condiciones de salud del Presidente, quiere empujar para que la sucesión se produzca con el viejo Mubarak en vida. En Egipto destaca además la ausencia de la figura del Vicepresidente, cargo que Mubarak nunca quiso nombrar, de tal forma que las autoridades y los servicios secretos le garantizan un control y un poder prácticamente absolutos.
Se ha especulado mucho sobre la gravedad del estado de salud de Mubarak, sobre todo desde marzo, cuando Mubarak fue sometido a una operación de vesícula en Alemania (en la que se le removió una masa del intestino). Tras pocas apariciones públicas oficiales y contadas imágenes televisivas, los egipcios se preguntan si su líder se encuentrará realmente en un estado terminal. El Palacio Presidencial desmiente y desde el Partido Nacional Demócrata (PND), cuyo cargo de Secretario General ostenta precisamente Gamal desde el año 2002, también se respalda oficialmente la candidatura de Husni Mubarak para repetir en el cargo.
Quizás lo más importante sea que en la actual vida política interna egipcia se están abriendo, con dificultad, unos espacios políticos, por un lado, para los activistas en favor de la democracia y, por el otro, para la Hermandad Musulmana. Los primeros podrían hacer prosperar unos partidos políticos seculares y alternativos al PND – el problema será ver cuándo – para competir para el poder en unas elecciones libres y democráticas. Los segundos, persiguiendo el objetivo de hacer de Egipto, el país árabe más poblado y con un gran peso específico en la región, un fortín que se rija por las leyes islámicas.
El respaldo del que goza Gamal Mubarak por parte de los empresarios, que ven en él la imagen reformista de un banquero de profesión, educado en occidente, es también una de las claves de la sucesión. También su habilidad en haber sabido aliarse con los militares, en un terreno más próximo al otro hombre fuerte del régimen, el General Omar Suleiman, jefe de los servicios secretos. En este contexto, la tímida candidatura de Mohamed El Baradei, anterior Director General de la Agencia de Energía Atómica, que ha regresado a Egipto para presentarse en las elecciones presidenciales del septiembre 2011, parece destinada a fracasar en el sistema electoral en el que se mide y, sobre todo, entre los arreglos internos de la familia Mubarak.
Por lo que atañe al ámbito internacional y regional de los últimos años, la relación política que El Cairo mantiene con Washington no ha estado exenta de tensiones. Con Barack Obama jugando un papel protagónico en esta nueva fase del recién reanudado diálogo entre palestinos e israelíes, Egipto está llamado a demostrar que puede apoyar el proceso desde una posición regional creíble y sólida. En esta dirección, las tensiones con EE.UU. se suavizaron en 2009, cuando Mubarak decidió liberar de prisión al líder del partido opositor Ghad, Ayman Nour. La Administración USA había ejercido una fuerte presión para su liberación en los últimos 4 años, ya que el Presidente Obama no hizo más que retomar la línea firme empezada por Bush. Nour, que había osado desafiar a Hosni Mubarak en los comicios de 2005, fue posteriormente encarcelado por cargos de falsificación, si bien siempre sostuvo que estuvieron políticamente motivados, y que detrás de su encarcelación estaba el mismo Presidente.
Una sucesión dinástica al puro estilo árabe en Egipto es ya un secreto «a voces». Todo parece indicar que, algo más de una década después, en el país de los faraones pasará lo mismo que en la vecina Siria, donde al «viejo León» Afez Al-Assad le sucedió su hijo Bashar en el año 2000. Bashar Al-Assad está propiciando cambios en Siria y Gamal Mubarak estará igualmente llamado a jugar un papel activo en su país y en los frágiles equilibrios regionales, junto con otro «joven veterano», el Rey Abdullah de Jordania. Los posters no se han retirado de los muros de El Cairo, y el silencio del PND sobre el asunto de la sucesión dinástica al faraón se ha vuelto así un respaldo discreto, casi oficial.