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A 75 años de la proclamación de la II República

Una vez hubo una República

Fuentes: Rebelión

El 14 de abril de 1931 el pueblo se echó a la calle. Era proclamada la República. El desencadenante: el anuncio del triunfo republicano en las elecciones municipales celebradas dos días antes. El recuento hecho en las principales ciudades del Estado español daba la victoria a la coalición socialista-republicana. Hasta ese momento el régimen que […]

El 14 de abril de 1931 el pueblo se echó a la calle. Era proclamada la República. El desencadenante: el anuncio del triunfo republicano en las elecciones municipales celebradas dos días antes. El recuento hecho en las principales ciudades del Estado español daba la victoria a la coalición socialista-republicana.

Hasta ese momento el régimen que sustentaba el dominio de burgueses y terratenientes era la monarquía. El Borbón Alfonso XIII era el rey. Un año antes, en enero de 1930 renuncia el dictador Primo de Rivera y el rey nombra a Berenguer Jefe de Gobierno. Poco duró en su cargo. En febrero de 1931 Berenguer renuncia.

Las luchas obreras y populares no cesan. Un imponente movimiento social ligaba un futuro de libertad, paz y justicia social, con la caída del régimen borbónico, genuino portavoz de los explotadores. Estaba cantado que más pronto que tarde este desenlace se iba a producir. Atrás quedaron largas décadas de sufrimiento de los pueblos.

La confluencia de las luchas sociales por la tierra, por las aspiraciones nacionales (especialmente en Cataluña), por el rechazo al predominio asfixiante de la Iglesia, por los derechos de los trabajadores, contribuyeron al desgaste de la monarquía.

El Estado español mantenía una residual presencia colonial en Marruecos mediante una guerra de ocupación, su desarrollo industrial había quedado limitado a zonas como Cataluña y perduraban los latifundios junto a una masa de población sin tierra. Las libertades habían sido limitadas bajo un directorio militar comandado por Miguel Primo de Rivera. La Iglesia mantenía importantes privilegios, entre ellos el control de buena parte de la enseñanza. La monarquía borbónica era la garante de este dominio.

Todos los sectores concientes, que luchaban por una vida mejor, comenzaron a unirse para echarla abajo. La monarquía estaba ya tocada del ala. Ahora el rey se ve obligado a dejar su puesto en el vértice del estado y a abandonar el país.

Este movimiento repercutió en la sociedad isleña canaria, en sus partidos y clases. La Prensa, diario antecesor de El Día escribía «…La República viene a transformar el viejo orden pernicioso, privilegiado, injusto, corruptor, palaciego, intrigante, depredador, nefasto…» que contrastan con lo expresado por diarios como La Provincia de Las Palmas que vinculan el régimen con «el orden, la paz, el progreso y la unidad de España» o la Gaceta de Tenerife que en su editorial del 13 abril se despachaba con que «de ninguna manera conviene la República a España…»

Cuando el advenimiento de una República era algo inevitable, sectores burgueses fueron cediendo el terreno al nuevo régimen con la esperanza de no perderlo todo. Al mismo tiempo, la República nacía preñada de muchas demandas sociales que aspiraban a verse resueltas con ella. Los diferentes gobiernos republicanos no dieron solución satisfactoria a las mismas.

Esto es clave para entender el proceso que se dio en el seno de la República, explicar las «razones» del posterior golpe dado por la alianza fascista-clerical y para interpretar las actuaciones de los diferentes protagonistas político-sociales al interior de la República.

La República representa, pasado, presente y futuro. Poder conjugar estos tiempos en una misma reivindicación es indicativo de que esta idea-fuerza representa todavía hoy mucho en el imaginario colectivo. Ni los 40 años de dictadura, ni los olvidos de cierta izquierda, reconvertida en monárquica durante la llamada transición, han logrado enterrarla como referente en la lucha por la libertades y la justicia social.

La República como meta colectiva resurge con esperanza proyectada hacia el futuro y dependerá que la hagan suya los sujetos de las luchas sociales. Hoy, como ayer, el régimen monárquico es un obstáculo para el avance de los pueblos. Las viejas y nuevas aspiraciones colectivas chocan con el muro de contención de la vigente constitución monárquica. Tenemos raquíticas libertades y una democracia tutelada. A las aspiraciones nacionales de los pueblos se les niega un derecho democrático básico como el de autodeterminación.

La República duró poco tiempo, desde las fechas señaladas del 14 de abril de 1931 al año 1939, en que triunfa por la fuerza de las armas el «Alzamiento Nacional» fascista, pero ha dejado en la memoria colectiva una referencia necesaria sobre la que poder volver 75 años después.