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Respuesta a Miguel Romero

Unidad con disensos y avances reales sin sectarismos

Fuentes: Rebelión

Espléndidamente, es marca de la casa, Miguel Romero [MR] ha vuelto a intervenir sobre las «Mesas de Convergencia». «Convergencias y sectarismos» es el título de su último artículo [1]. Comenta en él una entrevista de Miguel Riera [2], el admirable e incombustible director de El Viejo Topo, a Juan Torres López [JTL], uno de los […]

Espléndidamente, es marca de la casa, Miguel Romero [MR] ha vuelto a intervenir sobre las «Mesas de Convergencia». «Convergencias y sectarismos» es el título de su último artículo [1]. Comenta en él una entrevista de Miguel Riera [2], el admirable e incombustible director de El Viejo Topo, a Juan Torres López [JTL], uno de los portavoces más destacados y representantivos de las Mesas de Convergencia.

Los nudos críticos del artículo de MR pueden resumirse así: 1. JTL se muestra muy generoso al comentar la ausencia en el proyecto de ciudadanos del ámbito de Equo y no lo es, en cambio, cuando se refiere a personas de movimientos y grupos anticapitalistas. La cita de la entrevista a JTL que ilustra la aproximación: «No puedo entender que quienes se autodenominan anticapitalistas no se sumen a una iniciativa plural de personas que se proponen expresamente luchar contra las expresiones más sangrantes del capitalismo de nuestros días». Más adelante, prosigue MR, JTL vuelve a referirse a ellos en términos poco cariñosos: «El capitalismo neoliberal, por ejemplo, empobrece a pequeños y medianos empresarios y degenera la democracia y eso permite que el espectro social al que objetivamente se enfrenta sea mucho más amplio, lo que permite alianzas más potentes. Eso es lo que yo creo que no entienden o que rechazan los anticapitalistas de libro». 2. MR añade una arista ecologista: «Decir, como alguien ha dicho, que una iniciativa, que entre otros ecologistas suscribe José Manuel Naredo, no contempla la crisis ecológica es un poco patético, son ganas de leer mal las cosas, o de anteponer el desacuerdo y luego buscar excusas». 3. MR observa también una inconsistencia en el discurso de JTL: combina las descalificaciones a movimientos y ciudadanos anticapitalistas con proclamas unitarias, políticas y morales. Por ejemplo: «No sé si estaré equivocado o no, pero mi impresión es que la dispersión y las diferencias se dan porque las izquierdas no han, o no hemos, aprendido a convivir con la diversidad y no sabemos aceptar que a nuestro lado haya correligionarios que piensen algo distinto de nosotros. Si lo hacen, son unos vendidos, unos traidores, unos reformistas».

MR colige, en mi opinión precipitadamente, que estos consejos nacen viciados por «la particular fobia que Torres profesa a los «autodenominados anticapitalistas» y «de libro», a los que se atribuye el rechazo a «quienes piensan algo distinto de nosotros»». JTL no se consideraría afectado por esta lacra, que también MR considera tal, «porque su concepción de la convergencia excluye a quien no piensa como él, por la izquierda. Éste es el punto de partida para entender sus opiniones». No logro ver, por mucho que me empeño, y sobre todo si olvidamos canciones antiguas y desencuentros a superar, que pueda inferirse ese presupuesto a partir de lo que JTL defiende en la entrevista editada por El Viejo Topo.

No es el único punto en el que, en mi opinión, MR infiere de forma precipitada. Por ejemplo, después de explicar que las mesas de convergencia se definen como una iniciativa plural y deliberativa, recuerda que JTL «invitó» en el acto constituyente celebrado en la sala Marcelino Camacho de Madrid «a quien tuviera «diferencias y matices» a que «saliera de la sala, las dejara en el vestíbulo, y volviera a entrar sin ellas»». El ultimátum, que no parece un ultimátum sino una estrategia retórica o, acaso, siendo algo malpensados, una orientación poliética algo paternal, le recuerda a MR el «quien se mueva no sale en la foto» de Don Alfonso Guerra, el vicepresidente del gobierno en tiempos de los GAL, o, «más recientemente, a los miembros de la dirección de los sindicatos mayoritarios que señalan a los militantes discrepantes del pacto social la puerta de la calle». No parece, por lo que el mismo MR comenta, que JTL defendiera tal posición sectaria: ni desenfoque fotográfico aniquilador ni expulsión sindical a los infiernos del izquierdismo. JTL no impedía a nadie volver a la sala y participar activamente en el encuentro. Que tras sus palabras, la salida hubiera tenido que ser masiva y que todos solemos tener pesadas vigas de uranio en el ojo propio, que no vemos ni notamos, y observamos en cambio en dos nanosegundos y tres décimas dos protones, tres fotones y una hoja caída de una margarita en el ojo del compañero, parece una reflexión muy plausible pero la metáfora de JTL, bien interpretada, no parece ninguno abono orgánico para ningún tipo de exclusión ni marginación. Sólo puede leerse así, en mi opinión, a partir de presupuestos poco afables, precisamente el punto que MR criticaba anteriormente a JTL.

El programa acordado, que deberíamos tratar con sumo cuidado entre todos, puede ser mejorado en algunos aspectos. Desde luego. También en el nudo ecológico. No es un programa de gobierno, son líneas básicas para la reflexión y acción políticas. Por supuesto que el apoyo de José Manuel Naredo al proyecto, por mucha admiración que todos le dispensemos, el que firma esta nota en lugar destacado, no es ninguna demostración de nada pero es indicio de que no hay disparates de relieve en el ámbito que comentamos en los puntos de confluencia. Si fuera así, difícilmente alguien tan avieso y crítico como Naredo hubiera dado su apoyo. Algunos piensan, MR es uno de ellos, que por muy «de mínimos» que sea «un programa de convergencia de la izquierda social y política tiene que incluir ideas más sustanciales sobre temas ecológicos, ideas que forman parte de las deliberaciones y movilizaciones actuales del movimiento ecologista». Nada es perfecto, nadie ha dicho su última palabra, ningún texto es sagrado, no hay interpretaciones talmúdicas de ningún programa y muchos que apoyamos el proyecto político de las mesas no ocultamos, ni queremos ocultar, nuestra firme oposición a la industria nuclear y a la alternativa energética y civilizatoria que asoma tras ella, nudo esencial que no queda explicitado en el programa acordado. Tras Fukushima las cosas pueden cambiar; tienen que cambiar.

MR sostiene que tal como la han diseñado los promotores las mesas no se dirigen a «los ciudadanos de buena voluntad», sino a aquellas personas que pertenecen a Izquierda Unida, a los sindicatos mayoritarios o «bien a la corriente placebo «izquierda socialdemócrata»». Las opiniones que pueden complicar esta triple alianza sean de personas o de corrientes políticas «son excluidas, y según una conocida metodología burocrática, las exclusiones se presentan como «autoexclusiones»». Ello no es obstáculo para que MR sostenga, al mismo tiempo, la necesidad de una «convergencia de la izquierda social y política, que sigue siendo un objetivo tan necesario, como lejano, a la vista de esta experiencia».

En mi opinión, la construcción trinitaria aliancista de MR es un salto deductivo abonado por sospechas y por alguna coincidencia pero con escasa solidez empírica. Sin poder hablar exactamente de lo que ocurre en Madrid y en sus alrededores, la experiencia catalana, no tan dilatada ni tan masiva como la madrileña o la de otros lugares del Estado, falsa la consideración del director de Viento Sur. En la reunión del pasado jueves 7 de abril en Barcelona en el Instituto Balmes, la presencia de los sindicatos mayoritarios fue muy escasa, la ausencia de la llamada izquierda socialdemócrata (que sería muy bien recibida desde luego) notable y la presencia de militancia de EUiA (yo sería un ejemplo) no fue nada del otro jueves ni de ningún viernes noche. Muchos -«muchos» es muchos- de los asistentes no tenían ninguna de estas adscripciones y, como mínimo, cuatro o cinco personas del ámbito anticapitalista estuvieron presentes, sin objeciones explícitas, en el encuentro. Sea como fuere, más allá de lo vivido en reuniones puntuales, nada en mi opinión permite colegir una mirada «IU-sindicatos mayoritarios-izquierda socialdemócrata» como pivote político de las mesas. Nada: son, deben ser, mesas de convergencia ciudadana para la acción anti-neoliberal sin ninguna exclusión política, cultural, ética o religiosa si se me apura. Si se me permite el ejemplo, que será muy querido, como lo es para mi, por parte de MR, como las comités anti-OTAN. Abonando la misma senda.

MR cita, finalmente, un comentario de JTL en la entrevista: «Si estuvieran en el tajo, metidos en los charcos del día a día con la gente, co-gestionando sus vidas, si dedicaran más tiempo a tratar de hacer cosas para ayudar a resolver los asuntos diarios de las personas y la sociedad quizá no serían tan propensos a rechazar la alianza con otros sectores, con quienes quizá no comparten todos y cada uno de sus postulados teóricos pero sí suficientes aspiraciones de cambio». No es este, en mi opinión, el mejor momento de la entrevista. Incluso personas tan razonables como JTL echan de cuando en cuando una cabezadita. Negar la presencia en el tajo, político y social, de tantos y tantos militantes anticapitalistas no es un solo una afirmación injusta sino, además, no puede aspirar a la veracidad como valor de verdad.

MR habla, finalmente, del carácter pluralista de la izquierda, «que sólo puede tener cabida en una convergencia construida con criterios democráticos. Y también promovida con actitudes abiertas y humildes». No es el caso, concluye, no es éste el espíritu que abona las mesas. Siento contradecir a una persona a la que admiro tanto como Miguel Romero, de la que tanto he aprendido desde hace muchos años, pero sí es el caso o sí puede ser el caso. Depende, en parte, de que entre todos lo hagamos mejor, que miremos hacia todas las direcciones de insubordinación y que nos acerquemos a ellas, y que personas como él, y como el sector que tan sabia, digna y militantemente representa Miguel Romero, se acerquen a las mesas, entre otras cosas, para que muchos otros aprendamos de su buena voluntad, de su ejemplo incansable y de su sabiduría política. Sabemos, con Brecht, que son imprescindibles. Nos pasa con ellos lo mismo que le pasaba a Cortázar: ¡les queremos y admiramos tanto!

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125983

[2] Puede bajarse la entrevista que aparece en El Viejo Topo del mes de abril en http://www.elviejotopo.com/web/revistas.php?numRevista=279

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