La prensa registró en días recientes la muerte en Miami del terrorista internacional de origen cubano Pablo Gustavo Castillo Díaz, alias El Cojo, uno de los tantos criminales protegidos por las autoridades norteamericanas y otro de los autores materiales del asesinato del técnico cubano Artaigñán Díaz Díaz, ocurrido en México el 23 de julio de […]
La prensa registró en días recientes la muerte en Miami del terrorista internacional de origen cubano Pablo Gustavo Castillo Díaz, alias El Cojo, uno de los tantos criminales protegidos por las autoridades norteamericanas y otro de los autores materiales del asesinato del técnico cubano Artaigñán Díaz Díaz, ocurrido en México el 23 de julio de 1976.
Escapó a las autoridades de México, pasó a Estados Unidos y después se trasladó a Venezuela, donde se fraguaba, en el marco de la Operación CORU, el sabotaje a un avión civil cubano, seleccionado entre las rutas aéreas de Cubana de Aviación por el Caribe, declarada por los terroristas de Orlando Bosch Ávila como «zona de guerra».
El 11 de octubre de 1976, cuando es detenido Orlando Bosch en Venezuela para ser investigado por el sabotaje al avión civil, estaba acompañado de Gustavo Castillo, en la residencia del cubano Jesús Suárez Quiñones.
Gustavo Castillo es quien fabricó las bombas que son colocadas después en el avión por los mercenarios venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo Lozano. Lo hace con el explosivo y los detonantes, que le proporcionó un experto en explosivos de la DISIP a cambio de un paracaídas que pertenecía al terrorista anticubano Rolando Otero Hernández, quien se autodenominaba Cóndor y actuaba como asalariado de Luis Posada Carriles dentro de la Operación Cóndor dirigida por la Dirección Nacional de Inteligencia de Chile.
El testimonio de la venezolana Marinés Vega secretaria de Luis Posada Carriles, al ser interrogada sobre su conocimiento de los hechos que se investigaban, dijo haber recibido una llamada de Hernán Ricardo Lozano desde el Hotel Holiday Inn., pidiendo hablar con Posada Carriles o con Gustavo Castillo. Al no estar presentes le transmitió el siguiente mensaje: «estoy en una situación desesperada, que «el ómnibus voló lleno de perros», que dijo que «rompiera los teléfonos que le había dado, que no se los dejara ver a nadie». Esta versión la confirmó Pamela Agard, telefonista del mencionado hotel, quien sustentó que un huésped registrado como Sr. Gutiérrez, identificado después como Hernán Ricardo, le había pedido lo comunicara con un teléfono en Caracas.
Ahora, en el velorio del terrorista Castillo Díaz, otros terroristas renovaron votos para continuar el accionar terrorista del finado. Uno de los oradores fue Luis Crespo Valle, alias El Gancho, quien perdió una mano cuando una bomba que él preparaba junto a otros criminales explotó y resultó gravemente herido.
Crespo Valle, abogó por «terminar la obra» por la que vivió y murió Castillo Díaz. Reveló además en una funeraria de Hialeah impunemente: «Nunca lo vimos titubear cuando tuvo que apretar el gatillo». «No ha habido uno solo de los combatientes por los Caminos del Mundo que tuvo la destreza, el valor y el coraje de Gustavo Castillo», confesando implícitamente su complicidad en los crímenes de la CORU, la organización terrorista creada en junio de 1976 por Orlando Bosch, con el auspicio de la CIA.
Abundó en su historial: «Tuvimos que buscar el enemigo dondequiera que estuviera…en las embajadas y los consulados…ahí iban nuestros combatientes… en España, Venezuela, Inglaterra, Puerto Rico, Francia, Jamaica, Costa Rica, Santo Domingo…» insistió Crespo Valle, orgulloso de su práctica terrorista.
Amparado por la impunidad y la seguridad que le inspira estar en territorio norteamericano El Gancho, reveló actos de terror hasta ahora inéditos en el conocimiento de los cientos de actos de terror realizados por estos delincuentes anticubanos.
El Gancho, reveló como él y Castillo, se habían entrenado en el paracaidismo, con el grupo paramilitar Halcones Dorados, «para llegar en la zona cero», en una clara referencia a un plan de magnicidio contra el máximo líder de la Revolución cubana. El Cojo y Crespo, recibieron entrenamiento en las llamadas unidades cubanas del Ejército norteamericano, donde también estuvo entre otros, Luis Posada Carriles.
Tal y como ocurrió hace unos meses en el sepelio del terrorista Reynaldo Aquit Manrique, ahora un grupo de connotados y activos terroristas, se reúnen con total libertad y claman por los «tambores de la guerra» por medio del terrorismo, el video tomado en la despedida del criminal y que testimonia este acto hostil contra Cuba, se puede consultar libremente en la red de redes. Así de libres y seguros se mueven los terroristas anticubanos en Estados Unidos.
*El autor es profesor e investigador universitario.
Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/08/29/uno-de-los-autores-del-crimen-en-barbados-muere-impune/