Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Casi 40 años después, Gil Grunbaum descubrió que había sido adoptado en secreto [Cortesía de Gil Grunbaum]
Nazaret.- Unos 200.000 documentos sobre la misteriosa desaparición de miles de bebés en los primeros años de Israel se hicieron públicos la semana pasada por primera vez.
El Gobierno israelí desclasificó los archivos y los publicó en internet después de décadas de acusaciones de que las autoridades han estado ocultando evidencia de que muchos de los bebés fueron robados a sus padres.
Las familias, la mayoría de ellas judías provenientes de los países árabes recién llegadas en Israel, temen que los bebés fueron entregados por los hospitales y clínicas a las familias judías ricas en Israel y en el extranjero.
En cambio tres investigaciones oficiales concluyeron que la mayoría de los bebés murieron durante un tiempo de caos después de que se fundara el Estado en 1948, víctimas de enfermedad o desnutrición.
Pero a muchas de las familias nunca se les emitió un certificado de defunción ni se les indicó una tumba. Otros dicen que los bebés sanos fueron arrancados de sus manos por el personal del hospital y nunca volvieron a ellas.
Las sospechas de un encubrimiento se agravaron por la decisión de la investigación Kedmi, que publicó sus hallazgos en 2001, resguardando muchos archivos de casos y testimonios bajo llave por 70 años.
Al inaugurar el archivo digital la semana pasada el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo que la liberación de los documentos marcó una nueva era de transparencia.
«En el día de hoy, se corrige una injusticia histórica», dijo. «Con una sola pulsación del teclado», el público sería capaz de rastrear lo que pasó a cada uno de los niños desaparecidos.
Sin embargo los defensores de la las familias dijeron a Al Jazeera que las afirmaciones de Netanyahu estaban fuera de lugar.
La evidencia más concluyente había sido «destruida hace muchos años» por los hospitales y las autoridades de bienestar social antes de que la investigación Kedmi tuviera acceso, dijo Naama Katiee, activista de Amram, una asociación que hace campaña a favor de las familias.
Amram ha observado que una proporción de los expedientes solicitados para consultar relativos a los niños desaparecidos no fueron entregados y los funcionarios a menudo respondieron en el último momento que los documentos habían sido destruidos por incendios o inundaciones.
Katiee añadió que la investigación examinó el destino de sólo unos 1.000 bebés, posiblemente una fracción de los hasta 8.000 niños que desaparecieron en las dos primeras décadas después de la creación de Israel en 1948. Amram ha creado una base de datos en internet para identificar nuevos casos.
Grünbaum fotografiado a finales de 1950 con sus padres adoptivos [Cortesía de Gil Grunbaum]
Nurit Koren, que dirige un grupo de legisladores que investigan la desaparición de los niños, dijo a la Radio del Ejército de Israel que había otros 200.000 documentos -a partir de las dos comisiones de investigación antes de la investigación Kedmi- que aún tienen que hacerse públicos.
Ella señaló que el archivo sólo cubría el período hasta 1954, a pesar de que las desapariciones continuaron hasta mediados de la década de 1960. «Estamos obligados a dar respuestas a estas familias», dijo.
Mientras los activistas comenzaron el laborioso proceso de estudiar detenidamente el enorme archivo, gran parte de los medios de comunicación israelíes se apresuraron a declarar que ninguna «pistola humeante» se había encontrado que implicara al Gobierno de las desapariciones de los niños.
Katiee desestimó tales expectativas. «Es ridículo imaginar que encontraríamos una orden por escrito diciendo a los hospitales que secuestrasen a los bebés», dijo a Al Jazeera.
Pero dijo que los testimonios que habían sido descubiertos ya pintaron un cuadro preocupante de abusos sistemáticos y un clima que permitía adueñarse de bebés de familias de inmigrantes pobres.
La mayoría de los niños desaparecidos habían nacido en familias de judíos que habían llegado recientemente de estados árabes y que fueron alojados en los campos temporales de absorción.
«Es atemporal para los padres recibir una disculpa del estado. Las autoridades deben hacerse cargo de los crímenes que se cometieron». (Naama Katiee, Amram activista)
La mayor proporción de desapariciones ocurrieron dentro de familias yemeníes con posiblemente hasta uno de cada ocho niños menores de cuatro años de edad en el momento de la desaparición durante los primeros seis años del Estado.
Alrededor de 50.000 judíos de Yemen fueron transportados por aire a Israel solamente en los primeros 18 meses del Estado. Un número significativo vino de otras partes de la región, incluyendo Irak, Marruecos, Túnez y los Balcanes.
Algunos de los testimonios sugieren que los funcionarios israelíes obligaban constantemente a los padres a entregar a sus bebés en contra de su voluntad, no pudieron registrar sus nombres correctamente o decirles a los padres dónde habían sido hospitalizados sus hijos y ponían a los niños en adopción cuando no eran reclamados.
Otra evidencia indica de manera más abierta un tráfico de niños.
En agosto Al Jazeera publicó el caso inquietante de un bebé vendido por una clínica en Haifa a sobrevivientes del Holocausto en 1956.
Gil Grunbaum descubrió sólo por accidente -y casi 40 años después del evento- que había sido adoptado en secreto. Se las arregló para localizar a su madre biológica, originaria de Túnez, después de una búsqueda de tres años con la oposición de las autoridades de bienestar social israelíes.
Dijo a Al Jazeera: «La liberación de estos documentos es un primer paso importante. Y tanto porque demuestran que las familias no estaban alucinando, ya que a menudo se les ha dicho eso. Pero hay mucho más que el Gobierno puede y debe hacer. La presión pública seguirá creciendo exigiendo más respuestas».
Dijo que era de vital importancia que las autoridades hayan dado el primer paso de abrir los expedientes de adopción del Estado de ese período, para que las personas que sospechaban que habían sido puestas en adopción puedan buscar a sus familias biológicas.
«A setenta años después del suceso, los argumentos acerca de la privacidad y la sensibilidad ya no se aplican, sobre todo cuando sabemos que los crímenes fueron cometidos», dijo. «No debería ser posible ocultar esos hechos detrás de un velo de secreto».
Las familias de los niños han afirmado durante mucho tiempo que su maltrato provino del racismo endémico del Gobierno de Israel hacia los judíos provenientes del mundo árabe, un grupo conocido popularmente en Israel como mizrahim.
La mayoría de los funcionarios de alto nivel en ese momento eran de origen europeo, conocidos como ashkenazim. Los registros muestran que los fundadores de Israel temían que el supuesto «bagaje» cultural árabe de los mirzrahim perjudicaría a su nuevo Estado.
En 1997 los medios de comunicación israelíes cubrieron la reunión de uno de los bebés desaparecidos, Tzila Levine, con su madre biológica [Cortesía de Amram]
Yael Tzadok, una periodista israelí que investigó los casos de niños desaparecidos, ha señalado que los funcionarios involucrados podían haber creído que estaban haciendo un favor a los bebés.
«Colocando a los niños con las familias de ashkenazim, podrían ser salvados, a diferencia de sus padres serían reeducados y convertidos en material adecuado para el nuevo Estado sionista», dijo a Al Jazeera.
Tzachi Hanegbi, el ministro puesto a cargo de hacer público el archivo, admitió que la conclusión definitiva de la investigación Kedmi de que murieron casi todos los niños no era fiable por la evidencia disponible.
«El hecho es que 1.000 niños desaparecieron sin tumbas, sin una razón de la muerte, un funeral o un cuerpo», dijo.
Amram, sin embargo, cree que hay muchos más casos que los citados por Hanegbi.
Varios de los testimonios recién liberados confirman la evidencia publicada por Al Jazeera en agosto que sugiere que los niños mizrahim fueron tomados de los campos de absorción u hospitales y dados en adopción.
«Ellos no tienen el valor de tomar la responsabilidad de lo sucedido. Tienen miedo de quedar atrapados con la culpa, y que el Estado sea inundado con las demandas de indemnización» (Gil Grünbaum, adoptado en secreto)
Yehudit Durani, quien se desempeñó como asistente de guardería en un campo al sur de Haifa, dijo en la investigación Kedmi que los niños desaparecerían con regularidad, a menudo después de las visitas de judíos de América.
Dijo que los visitantes extranjeros jugaban con los niños y les compraban muñecas. Al día siguiente, cuando ella llegaba al campo, se le decía que un niño estaba enfermo y había sido hospitalizado en Haifa.
«Muchos desaparecían… cada día faltaba un niño», dijo. Refiriéndose a un bebé, ella añadió: «Lo enviaron a Haifa [pero] estaba sano, tomó la cena y no había nada malo en él cuando estaba conmigo».
En otro testimonio, Miriam Adani contó la confesión de un médico que había transferido bebés mizrahim de los campos a familias ricas. El médico habría dicho: «Los yemenitas son ingratos Carecen de sentimiento y no se dan cuenta lo que se ha hecho por ellos».
En una carta de 1952 vista por los investigadores un asesor jurídico del Gobierno admite que hubo quejas frecuentes del «trato inconveniente» que dieron los hospitales a los niños «a todo tipo de personas con el propósito de adopción».
Ruth Baruch, que fundó un servicio de adopción, dijo en la investigación que una exenfermera en el norte de Israel había hablado en su lecho de muerte de los niños secuestrados. «Las cosas se hacían, sé que se hacían las cosas,» dijo Baruch que la enfermera confesó. «Tengo que ir al otro mundo limpia».
Algunos de los testimonios de las enfermeras pintan un cuadro muy diferente: el de los padres mizrahím que no pudieron venir a recoger a sus hijos de los hospitales, se denegaba que los niños les pertenecían cuando el personal visitaba los campamentos.
En tales casos se enviaba a los bebés para ser cuidados en casas. «Qué pasó luego con ellos, no sé», confesó la enfermera Sarah Meller a Kedmi.
Otros testimonios, sin embargo, sugieren que se tomaron algunas precauciones para asegurar que los padres en los campos sabían donde se habían llevado a sus hijos. Para agravar el problema, los nombres e identidades de los niños a menudo no se registraron correctamente.
Una pediatra de Haifa, Rosa Amster, dijo a Kedmi: «Los nombres eran un gran problema Cada niño tenía muchos nombres y no se sabía cuál era el nombre de pila y cuál el apellido».
Las familias también han observado que algunos de los inmigrantes recientes no podían hablar hebreo para negociar con las complejidades de la burocracia de Israel.
«Dado que estos hechos ocurrieron hace tanto tiempo, y tantos archivos fueron destruidos o posteriormente falsificados, probablemente nunca se podrá obtener el cuadro completo», dijo Katiee.
«Pero es tarde para los padres recibir una disculpa del Estado. Las autoridades deben asumir la responsabilidad de los crímenes que se cometieron».
Según Hanegbi el Gobierno está considerando la creación de un banco de ADN para ayudar a encontrar a sus padres a aquellos que sospechan que fueron adoptados en secreto.
Katiee dijo que el Gobierno también debe comenzar el mapeo de los sitios de tumbas para averiguar dónde fueron supuestamente enterrados los niños. «Entonces, las familias pueden tomar una muestra de ADN y obtener una respuesta clara sobre si sus hijos realmente están enterrados allí».
Era importante que las familias tengan tumbas para visitar y un lugar para llorar, añadió.
Grünbaum dijo que dudaba de que el Gobierno estuviese listo todavía para disculparse.
«No tienen el coraje de asumir la responsabilidad por lo que pasó», dijo. «Tienen miedo de quedar atrapados con la culpa, y que el estado se vea inundado de demandas de indemnización.»
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.