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Vacaciones

Fuentes: Rebelión

Este agosto es diferente, intranquilizador. Rajoy ha ordenado a sus ministros que no viajen al extranjero, que estén localizables, cerca de Madrid. Hay convocadas varias reuniones del gabinete pero quizás se celebre alguna más. Menudo veraneo nos espera; ni siquiera en agosto nos dejarán vivir, descansar, sentirnos ligeros, sin carga; mucho menos relajarnos en la […]

Este agosto es diferente, intranquilizador. Rajoy ha ordenado a sus ministros que no viajen al extranjero, que estén localizables, cerca de Madrid. Hay convocadas varias reuniones del gabinete pero quizás se celebre alguna más. Menudo veraneo nos espera; ni siquiera en agosto nos dejarán vivir, descansar, sentirnos ligeros, sin carga; mucho menos relajarnos en la playa o en el monte. Un sueño vano porque ellos permanecerán en suelo patrio, disponibles y alerta para, a la voz de ya, meternos la mano en el bolsillo, sacar el cinturón de hebillas y darnos un nuevo sablazo legislativo; proceder a una nueva reforma-recortable de derechos, a un cambio estructural y modernizador hacia el siglo XIX; a un tijeretazo porcentual de alguna que otra «anticuada» ayuda; una partida presupuestaria que misteriosamente se aligera; o sencillamente darnos el tiro de gracia bajo el argumento fondo-monetarista de que somos muchos, costosos e insostenibles hasta decir basta, porque respiramos, nos enfermamos y pretendemos comer todos los días.

Hasta la ONU ha dado la voz de alarma ante el encadenamiento de las medidas del ya impopular gobierno. Un informe del Comité de Derechos Económicos y Sociales de la ONU, remitido en junio al Ejecutivo español, y que inexplicablemente (o lo contrario) ha tenido escasa difusión mediática, critica los ajustes porque «perjudican de forma desproporcionada» a los grupos de población más desfavorecidos, entre los que se incluyen mujeres, niños, personas con discapacidad, desempleados, ancianos o inmigrantes. ¡Y eso que el estudio es anterior a las decisiones tomadas en julio!

Según el informe de la ONU, se ha producido un incremento considerable del índice de personas en riesgo de pobreza; ya casi el 22 por ciento de la población vive por debajo de ese umbral; uno de cada cuatro niños españoles. La ONU destaca también los altos niveles de paro que se ceba con los sectores más débiles, y hace un llamamiento, que ha resultado del todo infructuoso, para que el Gobierno «evite cualquier retroceso en la protección de los derechos laborales de los trabajadores». La ONU menciona la injusta situación de individuos y familias que se ven asediados por los costes de la vivienda y el incremento de los desahucios, recomendando que se legisle la dación en pago. Y en relación al salario mínimo interprofesional de nuestro país (de los más bajos de Europa), y que fue congelado nada más llegar el PP al gobierno (era posiblemente lo más urgente para acabar con la crisis), la ONU reclama que se «ajuste periódicamente al costo de la vida»; mientras advierte que el recorte de derechos de acceso de los inmigrantes a los servicios públicos de salud va contra las convenciones internacionales firmadas por España. Y así suma y sigue.

Un agosto negro nos acorrala. Rajoy presume de constancia y perseverancia en rueda de prensa, anticipándonos un lacerante rosario de maldiciones ministeriales. ¿Pero por qué no nos hacen el favor de tomarse unos días de inmerecidas vacaciones lo más lejos posible de Madrid? Una sugerencia más: ¿por qué no se embarcan todos en un bonito velero azul gaviota, y ya de paso naufragan en lugar de seguir ahogándonos?

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.