«Cantando al Sol como las cigarras, Después de un año bajo la lluvia Igual que sobrevivientes Que vuelven de la guerra» María Elena Walsh Eso es: Para seguir cantando. La revolución cubana es sobreviviente de muchas cosas. Más valdría que sabios y filósofos antes de elaborar sus teorías y enarbolar complicadas soluciones a la ecuación […]
«Cantando al Sol como las cigarras,
Después de un año bajo la lluvia
Igual que sobrevivientes
Que vuelven de la guerra»
María Elena Walsh
Eso es: Para seguir cantando. La revolución cubana es sobreviviente de muchas cosas. Más valdría que sabios y filósofos antes de elaborar sus teorías y enarbolar complicadas soluciones a la ecuación del mundo, preguntasen a los sobrevivientes, cómo fue la batalla, qué banderas desplegaban las huestes y bajo que principios y con cuál táctica logramos sobrevivir…Del socialismo real, del Imperialismo…de tantas cosas hemos sido sobrevivientes, que a veces ni cuenta nos damos.
Más hoy por supuesto, tan sólo quisiera expresarles mis leves impresiones de otra pequeña supervivencia que va haciéndose cotidiana. Cada verano nos corresponde sobrevivir a nuevos huracanes, los cuales vienen a poner a prueba nuestra capacidad de combate.
Dennis, según dicen los científicos fue una anormalidad meteorológica. En dos siglos ningún huracán de esa violencia atacaría a Cuba y ninguno a las provincias orientales, por donde el caballero tocó el aldabón. Es más, en doscientos años tan sólo cuatro huracanes hubieron de formarse en esta zona del mundo.
Los pueblos del Caribe, deberíamos llenarnos de valor y presentar reclamación legal por los atentados que le hacen a la atmósfera los países ricos. Ellos roban el azul del cielo arrebatándonos a todos la capa de ozono que se diseñó para cuidarnos de los dañinos rayos UV, además de lanzar miles de millones de contaminantes todos los años cuyo efecto directo es el del calentamiento global. Ellos están por encima de Dios por supuesto, y frente a las ganancias empresariales, el equilibrio de la Tierra es puro romanticismo.
Ya no se trata de ver en cuántos años tienen esos asesinos planeados matar a la Tierra.; se trata de que hoy: concretamente cada verano, se sueltan por los mares del Caribe, como Frankesteins de aire y agua estos monstruos para desbastar nuestras precarias tierras.
Por supuesto los débiles somos los que pagamos con nuestras vidas y nuestros recursos los perfumes, aerosoles y adicción energética de todos los irresponsables, los cuales han decidido ganar dinero a costa, precisamente de derrocharlo.
La temporada ciclónica recién empieza y ya los cubanos y demás caribeños sólo tenemos que pensar en cómo protegernos. Ya no podemos pensar en paz en vacaciones estivales, ni en disfrutar nuestras playas. Debemos protegernos y proteger nuestros contados recursos contra la guerra ciclónica. La carrera del dinero también se ha convertido en terrorismo: Tentar así las fuerzas de la naturaleza, agregarle un grado centígrado más a nuestras cálidas aguas es un pecado que deberíamos hacerles pagar.
No nos quejamos de los huracanes que nos correspondan como justo tributo al habitar estos hermosos parajes, pero estos nuevos demonios del verano están diseñados a última instancia por el perverso capitalismo moderno, que nos roba el alma de nuestros niños con tanto juguete chino de plástico, que contamina la atmósfera precisamente con esos plásticos, y además liquidan nuestro sistema nervioso central con las más infecciosas estupideces de propaganda con tal de comprar el dichoso juguete de plástico.
Además ahora, en virtud de los contaminantes como varios derivados del carbono proveniente de la sed de hidrocarburos, han sido capaces de fabricar huracanes más movidos y feroces, tan sólo por querer calentar más nuestro planeta, violando las leyes humanas y divinas.
Cuba es una de las víctimas, no ya del bloqueo, no ya del terrorismo de estado y de las calumnias…..es víctima anual de los ciclones tropicales formados prematuramente por los ímpetus devoradores de el enajenante sistema social que nos domina.
Formándose en el Caribe Oriental y después de haber arrasado con la pequeña Jamaica, la cuarta tormenta tropical de la jovencita temporada guiñó un ojo, y decidió nadar presurosa para atacar al verde caimán desplegado horizontalmente frente al Golfo de México. Algo de perverso traía Dennis. Al ser tan estrecha la isla de Cuba, bien podría haber atravesado y en unas cuantas horas salirse del territorio nacional. Pero no, enrumbándose al Noroeste, tenía el caballero Dennis la intención expresa de hacer turismo por todo el Sur. Como si perfilase nuestros contornos, decidió visitar casi todas las zonas de mi país.
Atravesó la esquinita de la provincia Granma, como si quisiera recordar la historia del rudimentario yate, que decidió hace casi medio Siglo nuestro destino. Las imágenes de los pueblos aledaños son dantescas. Todavía no se sabe bien a cuánta furia alcanzaban los vientos, pues los instrumentos «caza huracanes» dispuestos en ese sitio fueron barridos, después de que su aguja llegara al máximo de cerca de 230 Km. por hora.
A la sazón, ya se habían evacuado a todos los pobladores de la zona, de tal suerte que la cantidad de vidas que estamos lamentando aún son sólo diez compatriotas. Salió de Cabo Cruz y se dispuso Dennis a visitar la Perla del Sur. Cienfuegos, tangenciando el vientre de Cuba y penetrando con igual y renovada furia el mismísimo centro del país.
Toda Cuba vibraba y estaba en pie de lucha. Los puestos de mando del la Defensa Civil conocían cada detalle que Fidel preguntaba, vía telefónica. Qué cuantos evacuados, qué cuántos desaparecidos, que el hotel aquel que quedaba en las cercanías cuánto sufrió. Fidel conoce los pueblitos y las instalaciones de Cuba como si se tratara de un pequeño barrio. Dos de las legendarias mesas redondas, con Fidel exhortándonos a la esperanza, e incluso haciéndonos reír en medio de la noche y el susto constituyeron, para los que contábamos con batería para los receptores de radio el mejor consuelo… No sólo Fidel. José Rubiera, el bellísimo especialista y director del departamento de Pronósticos del Instituto de Meteorología, cuya pericia y olfato son ya proverbiales, nos acompañó también, el cual de tanto trabajar con las depresiones tropicales, parece otorgarles cerebro y alma a estos sistemas. Y Randy Alonso, por supuesto, que con astucia trataba de moderar un inédito panel de expertos en todo tema afín, entre los que se hallaban Fidel y Rubiera. Ellos fueron de alguna manera protagonistas de estas tardes de desconsuelo, donde con rabia volvíamos a ponerle precinta a los cristales. Muchos ya la teníamos puestas desde el ciclón anterior y más nos valdría que esas crucetas en los grandes vidrios se conviertan en nueva arquitectura, pues a saber cuando de nuevo el consumismo frenético de los ricos nos diseñan otro huracán.
Los que pudimos escuchar por la radio este aletear de cigarras para sobrevivir, y con algún rayito de esperanza pudimos soñar con que esa furia no nos desplomara la ciudad de La Habana, pudimos apreciar la cultura de cada uno de los compañeros que en cada Municipio de la isla tomaba a su cargo la dirección de la supervivencia. Conocían donde se evacuarían las personas necesitadas, cuánto de harina para elaborar el pan a mano, cuanto de leche para los niños, con cuánto combustible contaban las ambulancias en caso necesario , en fin…cuantas gallinas o vacas podrían salvarse. ¡Y más le valía a estos compañeros saberse al dedillo estos datos! Pues el Comandante de la guerra anticiclónica no perdonaba un solo desvarío. Cada conversación terminaba con un «Venceremos» o «Hasta la Victoria Siempre». Los que hemos conocido alcaldes y políticos de otros países, nos quedamos atónitos frente a la mezcla de cultura, valor y compromiso de estos dirigentes.
Desde mi hogar; sin luz, ni agua, ni combustible doméstico alguno para cocinar, me parecía un juego de niños tanta sapiencia, pero a decir verdad uno terminaba contagiándose con el entusiasmo y pensando que éramos afortunados y que mis paisanos del sur de las provincias orientales tuvieron que vérselas con olas mayores de seis metros, con veloces vientos e intensas lluvias. Que muchos habrían perdido sus casas o sus techos y que aun así confiaban en que los nuevos techos serían repuestos, y además esta vez como señalara Fidel «Los nuevos techos con sujetadores metálicos son al parecer los mejores, pues parece ser que tendremos de ahora en delante de vivir contando con estas visitas indeseadas»
Lo que no nos estamos perdonando son las víctimas. Casi todo por accidente o irresponsabilidad personal. Pero aún así. Igual que reducimos año por año el número de niños muertos al nacer, dado que el Cielo nos quiere condenar, por perdonar la opulencia de los ricos, a solventar anualmente un ciclón tropical; nos tendremos que poner como meta que ni un solo cubano o visitante se nos vaya de las manos. En menos de dos días fueron evacuados más de un millón quinientas mil personas. La mayoría en casa de vecinos y familiares que en los momentos difíciles solemos expandirnos el corazón.
Fidel le llamó sarcásticamente a Dennis ciclón mercenario, por haber penetrado cerca de Playa Girón con las pretensiones clarísimas de llegar a la capital. Pero al igual que los mercenarios en unas horas fue reducido a polvo. Esta vez las veteranas montañas del Escambray y la verde llanura de Habana- Matanzas fueron nuestras representantes y mejores soldados. Con altivez inmejorable redujeron a Dennis a un miserable huracán de baja categoría. Las montañas y las llanuras cubanas habrán gritado sordamente, pensando en nuestra frágil ciudad «No pasaras». Cuando estas cosas ocurren las personas, las montañas, los ríos, los colores, las aves y los peces de mi país vibran en la misma cuerda. Es un misterio.
Y una vez más no pasó la furia del huracán por la ciudad. Ya maltrecho y malhumorado salió estrepitosamente por el norte, al Oeste de la capital cubana.
¡Todavía acusan a mi gobierno de violar los derechos humanos! Claro, por supuesto. Se me olvida que esos…esa sociedad que además de los horrores de la guerra construye con su hedonismo ciclones a destiempo, es la que define en este mundo los conceptos. Debimos dejar morir a centenas, sino a miles de compatriotas bajo las fuerzas de Dennis, en virtud de que ninguna autoridad debe tener la responsabilidad de la protección de la población, que eso es cuestión de las familias solamente, que el que tenga dinero se salve, y el resto….pues que tome rumbo al cielo, que constituye al parecer el único derecho que les conceden los poderosos a los pobres. Que en el sistema de los tres poderes no se contempla que un Presidente se ocupe tan sólo del porvenir de sus compatriotas y que la Televisión hubo de ser inventada para lanzar imágenes de marcas de autos y papel higiénico.
Ya no me interesan las definiciones. Han perdido derecho a ponerle orden al lenguaje político: Este terrorismo lento contra el planeta Tierra es del mismo calibre, sino peor, que el pestilente terrorismo que azotó recientemente a Londres, con el solo pretexto, sin embargo de darle más cordel a estos miserables con corbata que creen ser los dueños del mundo.
Pero acá estamos los cubanos reponiendo los daños, como las cigarras, sufriendo de cortes de luz prolongados por haberse dañado parte del sistema energético. Eso sí con la confianza de que entre ciclón y ciclón podremos seguir acusando al enemigo de tanta miseria, y entre acusación y acusación un pasito más adelante en los caminos de la revolución, que es la única salida coherente que tiene el mundo si es que todavía contempla la posibilidad de salvarse.