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Violencia sexual & Violencia machista

¡Ya es hora de que me creas!

Fuentes: www.ctxt.es

El control de la sexualidad de las mujeres, de su libertad sexual, se ha considerado un asunto menor. La sexualidad ha sido, y sigue siendo, un tabú. Y la violencia sexual, el mejor arma para ello.

El año 2004 supuso un momento histórico para el feminismo español. Por fin, después de casi una década demandando una Ley Integral para combatir la violencia machista en el entorno de la pareja o expareja, el Parlamento español aprobó por unanimidad la norma. Esos años significaron, en palabras de Ana de Miguel (2007), «la consolidación de un nuevo marco interpretativo en torno a la violencia de género». Sin embargo, la mayoría de las mujeres no sabían que el esfuerzo del movimiento político feminista por sacar adelante una ley tan transcendental iba a implicar que otras víctimas de violencia de género, las supervivientes de violencia sexual, quedaran despojadas de la posibilidad de que la justicia y la reparación llegara también a sus vidas. Ni la agenda político feminista, ni mucho menos el deliberado silencio del Estado español, incluiría entre sus acciones la lucha contra las violencias sexuales.  

Han tenido que pasar 30 años para que las demandas del movimiento anti-violación (anti-rape) -nacido en los años 70 de la mano de las feministas radicales norteamericanas- regresara a nuestro país. Hasta 2016 nadie hablaba de violencia sexual. Sólo algunas organizaciones feministas -como la Federación de Asociaciones de Asistencia a Víctimas de violencia Sexual y de Género- han sido las únicas que han acompañado a las mujeres durante estos últimos años.

Como escribía Silvia López en 2015, el sujeto normativo por excelencia ha sido la víctima de violencia de género en el entorno de la pareja o expareja. A pesar del oscuro panorama al que se siguen enfrentando las víctimas de violencia machista en el entorno íntimo, durante estos 15 últimos años serán las únicas que «recibirán atención, visibilidad y recursos públicos».  Queda constatado que el control de la sexualidad de las mujeres, de su libertad sexual, se ha considerado un asunto menor. La sexualidad ha sido, y sigue siendo, un tabú. Y la violencia sexual, el mejor arma para ello. 

Parece, sin embargo, que el silencio se ha roto. La violencia sexual vuelve a estar en la agenda político feminista, si cabe, con más fuerza que nunca en el contexto español. El feminismo vuelve a gritar que la violencia sexual es un asunto político, que la sexualidad, como diría Katte Millet, es Política Sexual (1975), que la violación es una institución terrorista (Card, 1992), y que no hay vidas que valgan menos la pena que otras (Butler, 2006). 

Como dirían las sufragistas -incluso las sufragistas proletarias y negras-, por desgracia, la realidad (los hechos, y no las palabras) sigue estando a años luz de las demandas feministas. Y así lo hemos constatado desde Amnistía Internacional, después de dos años de trabajo que han culminado en el informe:  Ya es hora de que me creas: un sistema que cuestiona y desprotege a las víctimas. Tras una intensa y dolorosa investigación, hemos podido comprobar el tortuoso camino de obstáculos y de piedras al que se enfrentan las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual, y también sus familiares.   

Las conclusiones, desgraciadamente, son demoledoras: el Estado español, no sólo no protege ni garantiza los derechos de las víctimas de violencia sexual, sino que, muy al contrario, expone a las mujeres a un escenario de dolor y revictimización, incumpliendo así su deber -diligencia debida- de prevenir, asistir y sancionar a los culpables, además de reparar a las víctimas en el marco de la violencia sexual. 

Nuestra investigación constata que el Estado español vulnera los tratados internacionales y convenciones ratificados, aquellos que obligan a las instancias públicas a prevenir y combatir todas las violencias hacia las mujeres, incluida la violencia sexual. Las instituciones que deben acompañarnos en la obtención de justicia, lejos de hacerlo, reproducen en bucle los mitos y estereotipos de género en torno a las violencias sexuales, elaborados por la ideología patriarcal y sostenidos por el propio patriarcado. Las mujeres seguimos sin ser creídas. La excusa es perfecta para que nadie haga nada. Porque cuando nadie te cree, irremediablemente te quedas en silencio -esa es una de las mejores estrategias del sistema y de los agresores-, tras el agotamiento de tener que explicar, una y otra vez, que el único responsable de una agresión sexual es quien la comete. 

Este 25N, hazte algunas preguntas. Intenta contestarlas y, luego, lee nuestro informe. Es posible que te sorprendan las respuestas, y quizá te asuste reconocer que tus hipótesis son acertadas, que no estabas mal encaminada o, en el peor de los casos, te asustará reconocer que no tienes «ni idea» de cómo actuar en caso de ser víctima de cualquier tipo de violencia sexual:

¿Sabrías que hacer si tu amiga te dice que su jefe la acosa sexualmente?, ¿a qué institución llamarías para poder ser asistida o acompañada si estás sufriendo violencia sexual?, ¿acudirías a un hospital, o a una comisaría?, ¿te atreverías a ir a comisaría a denunciar?, ¿te proporcionaría el sistema judicial asistencia letrada gratuita?.

Ilustración: Violencia machista  (Malagón)


Fuente:https://ctxt.es/es/20181121/Firmas/23042/Barbara-Tardon-tribuna-sexualidad-violencia-machista-violencia-sexual-patriarcado-machismo-institucion.htm#.XAfcv1_nU6s.facebook

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Sobre la Autora: Bárbara Tardón es doctora en estudios interdisciplinares de género e investigadora de Amnistía Internacional.