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La esperanza viva de los palestinos

Yasser Arafat ha muerto

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Traducido para Rebelión por Rocío Anguiano

El presidente Yasser Arafat, muerto el jueves 11 de noviembre, representa las aspiraciones del pueblo palestino a un Estado nacional y a su independencia.

Aunque Yasser Arafat nace el 4 de agosto de 1929 en El Cairo, en donde pasa la mayor parte de su infancia, era ante todo palestino y estaba vinculado, por parte de padre, a la poderosa familia de los Al Husseini. En 1948, deja la Universidad de El Cairo y se va a luchar a Palestina. Tras la derrota, se refugia en Gaza y en 1950 regresa a El Cairo en donde retoma sus estudios superiores, que lo convertirán en ingeniero de obras públicas. Será en Kuwait, país en el que trabajaba, donde funda al Fatah (palabra creada a partir de las iniciales árabes del Movimiento de Liberación Nacional). Esta organización destaca el papel fundamental de los palestinos en la liberación de su patria y expresa su desconfianza hacia los regímenes árabes. Esta convicción de Arafat y de sus compañeros explica las complejas relaciones que el movimiento palestino mantendrá con las diferentes capitales del Oriente Próximo. Será precisamente la derrota de Egipto, Siria y Jordania ante Israel, en junio de 1967, lo que creará las condiciones necesarias para la afirmación de la lucha armada palestina independiente. Convencido del prestigio de los fedayines, los combatientes palestinos, Yasser Arafat se pone al frente del comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), marco en el que se integran los diferentes grupos palestinos (Frente Popular para la Liberación de Palestina, de George Habache, Frente Democrático de Liberación de Palestina de Nayef Hawatmeh, Saïka, dependiente de Siria, etc.)

Sin entrar en detalle en la biografía del dirigente palestino, es importante recordar los grandes logros de su lucha. Yasser Arafat consiguió que se reconociera a la OLP como la única representante del pueblo palestino y convirtió a esta organización en el símbolo de la unidad de un pueblo y de su deseo de independencia; consiguió reavivar la cuestión palestina y mantenerla sobre el mapa político de Oriente Próximo, a pesar de todas las tentativas de eliminación, tanto árabes (Septiembre negro – 1970- en Jordania, intervención siria en el Líbano en 1976) como israelíes.

Además Yasser Arafat fue el primer dirigente palestino que planteó oficialmente la situación creada por el surgimiento del Estado de Israel y la presencia de varios miles de ciudadanos judíos israelíes. Tras haber defendido, desde 1969, un Estado democrático único en el que vivieran judíos, musulmanes y cristianos, se pronunció a partir de 1974 a favor de la creación de un Estado Palestino a lado del Estado de Israel, y convenció a la OLP y a su pueblo de la necesidad de asumir este compromiso.

La firma de los acuerdos de Oslo, el 13 de septiembre de 1993 confirmó que Yasser Arafat estaba dispuesto a entrar en el juego de la negociación y de la búsqueda de una solución política. Volvió a Gaza, instauró la Autoridad palestina, de la que fue elegido presidente, por sufragio universal, en febrero de 1996. Su gestión del aparato gubernamental y de seguridad palestino, que ha sido muy criticada, a menudo con razón, no le desvió del que era su objetivo fundamental: conseguir la retirada de las tropas israelíes de los territorios ocupados. Intentó, durante años, navegar entre la mala voluntad israelí (ampliación de la colonización, retrasos en la aplicación de los acuerdos de retirada, etc.) y la exasperación creciente de su pueblo (que se refleja en el fuerte ascenso del movimiento Hamas)

En contra de lo que afirmó cierta propaganda israelí, Yasser Arafat no rechazó, en la cumbre de Camp David de julio de 2000, las «generosas propuestas» del primer ministro Ehoud Barak. En realidad, y eso lo han confirmado numerosos observadores presentes en las negociaciones, algunos de ellos americanos (véanse los artículos de Le Monde Diplomatique sobre el tema), el plan de Barak preveía que Israel mantendría cerca del 10% de Cisjordania, la parte esencial de la Jerusalén árabe y guardaba silencio en torno al tema de los refugiados. Que a veces Arafat controló mal la situación creada por el fracaso de Camp David es un hecho, que cometió muchos errores de apreciación también, pero la gran responsabilidad del desmoronamiento del proceso de paz la tienen aquellos, israelíes y americanos, que se opusieron a la creación de un Estado palestino en la totalidad de Cisjordania y Gaza con Jerusalén-Este como capital.

El desencadenamiento, a finales de septiembre de 2000, de la segunda Intifada puso de manifiesto la exasperación de la población palestina. La elección de Ariel Sharon, en febrero de 2001, favoreció la escalada de la violencia, la destrucción de todas las infraestructuras políticas y civiles palestinas, los atentados suicidas, etc. Confinado en la Mouqata, Yasser Arafat simbolizó en estos últimos meses la negativa de los palestinos a ceder a los dictados de Ariel Sharon y confirmó el espíritu de resistencia que mueve a su pueblo, a pesar de sus terribles sufrimientos.

¿Podrá relanzarse el proceso de paz? Sharon y Bush han repetido tantas veces que Yasser Arafat era el principal obstáculo para la paz que, lógicamente, se debería producir una rápida solución. ¿Se comprometerán los dos dirigentes en esta vía? Para el establecimiento de una paz justa será preciso que acepten, como única condición, la creación de un Estado independiente palestino en todos los territorios ocupados desde hace más de treinta y cinco años.