En marzo de 2015, cuando el gobierno títere en el dorado exilio saudí solicitó al mundo árabe y musulmán bloquear y bombardear a su propio pueblo en Yemen, sumiendo al país en la (hasta ese momento) mayor catástrofe humanitaria del siglo, Hamas se sumó con diligencia, justificando la agresión por su cercanía política con la derrocada Hermandad Musulmana. En octubre de 2023, cuando luego de la operación de Hamas el genocidio se ciñó sobre la franja de Gaza, el gobierno yemení fue el primero (y único hasta la fecha) que denunció la situación como suficiente para declarar la guerra al agresor, tomando inmediatas medidas militares ofensivas contra la Entidad. Bloqueo del tránsito por el Mar Rojo para cualquier cargamento relacionado con el régimen sionista. Bombardeo al sureño puerto de Eilat, en la Palestina Ocupada.
En ese momento el único país que reconocía formalmente al gobierno de Sana’a era Irán. Cuando informaron a sus aliados de la decisión tomada, Teherán se opuso, argumentando que esto traería más problemas a la situación. Sayeed Abdul Malik Badredin Al Houthi, líder del gobernante movimiento Ansar Allah, le respondió que el pueblo yemení era el pueblo de los problemas. Que se habían estado metiendo en problemas durante los últimos 30 años preparando el enfrentamiento final y sagrado que significaba la lucha contra el enclave colonial sionista. Que Palestina era una responsabilidad ineludible, moral y religiosa, para todo musulmán. Y que seguirían adelante.
Durante los cerca de tres meses que duró la última operación militar de represalia y disuasión de EEUU, Irán expresó su apoyo a Yemen en declaraciones. Las capacidades militares yemeníes, la decisión en la lucha, y el derribo de una decena de drones y un par de cazas, además de los profundos daños a sus portaviones, obligaron a los gringos a pedir un alto al fuego que el gobierno aceptó advirtiendo que eso no detenía la campaña contra la Entidad, la que a estas alturas ya había cumplido con destruir Eilat y cerrar el comercio por el sur, enfocándose ahora en generar un bloqueo aéreo a través de la hostilización del aeropuerto de la capital.
Una vez iniciada la agresión sionista contra Irán, el gobierno reafirmó por partida doble su oposición militar y advirtió que si EEUU se involucraba abiertamente, le declararía la guerra. Nuevamente y cumpliendo su palabra, la República de Yemen le ha declarado la guerra a EEUU en solidaridad con la República Islámica de Irán, reanudando la campaña de ataques a las naves estadounidenses en el Mar Rojo. Mientras la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (que no reconocen al gobierno yemení) declaran su condena al bombardeo que despegó de bases instaladas en sus propios países, el pueblo conducido por Abdul Malik toma las únicas medidas que han demostrado ser efectivas contra el fascismo que se cierne sobre el planeta.
El genocidio en Palestina sigue su curso. Mientras el asesinato por hambre se profundiza, a la táctica de bombardeos indiscriminados se ha sumado el tiroteo desde helicópteros contra población civil convocada a recibir ayuda humanitaria. El que no quiere morir de hambre, se arriesga a morir buscando comida. Cuando Occidente había empezado a ceder a la presión popular, Europa endurecía sus inocuas declaraciones y EEUU decidía dejar de proteger a la Entidad de los ataques yemeníes, la agresión a Irán devuelve la narrativa hacia el renovado aunque siempre absurdo “derecho de (Israel) a defenderse”, apoyado en la construcción de un nuevo enemigo.
Ya era insostenible la demonización de los palestinos. La gasolina del falso relato de “mujeres violadas y bebés decapitados” el 7 de octubre para justificar el genocidio se había acabado hace rato, advirtiendo al más despistado que era imposible que Hamas tuviera en su ejército a más de mil niños menores de un año, asesinados por las bombas sionistas. La mejor solución que pudo encontrar Occidente fue permitir la continuación del genocidio pero utilizar a la Entidad para, en palabras del canciller alemán, “hacer el trabajo sucio”. Hoy el noticiero, las redes y todos los emporios mediáticos vuelven a silenciar las voces palestinas. El sionismo reoxigena su victimización patológica y el nuevo villano es el malvado régimen (atómico) iraní, que en realidad es el nuevo eslabón más débil del bloque eurasiático conducido por China y Rusia, el verdadero terror de Occidente.
Por otro lado, la vorágine de la guerra a escala global también ha movido el foco de los medios contra-hegemónicos, esta vez hacia las capacidades que pudiera tener Irán de resistir la agresión sionista occidental, habida cuenta de las victorias del enemigo en Líbano, Siria, y la persistencia del genocidio en Gaza. Pero resulta preocupante la poca atención prestada a los objetivos de guerra del país persa, que se resumen en la vaga declaración de “castigar al enemigo y obligarlo a pagar reparaciones” por los ataques recibidos. No ha sido hasta ahora parte de las exigencias el fin del genocidio, el retiro de las tropas de ocupación de Gaza, ni la autodeterminación del Estado Palestino. Abrigamos la esperanza de que tanto Irán como las nuevas potencias globales tengan estos puntos como parte esencial de las necesarias negociaciones para desarmar a la Entidad y terminar con la ocupación de Palestina.
El Sur Global debe estar atento y, valga la redundancia, no perder el Sur. El objetivo primero y principal de la humanidad no ha cambiado. El genocidio palestino debe acabar. El apartheid sionista debe acabar. La guerra de Irán sólo importa si la victoria significa terminar de una vez y para siempre con la opresión sionista en Palestina. Sin este objetivo, cualquier reparto del mundo deja de tener mayor relevancia. Yemen libre, querido e independiente ha mostrado el camino. Su guerra declarada y activa contra la Entidad y todo quien lo apoye sólo se ha ido profundizando, sigue teniendo el mismo objetivo de poner fin al genocidio y no está determinada por los ataques de represalia contra su territorio.
Confiamos en las fuerzas del nuevo mundo que está naciendo, y sabemos que el viejo mundo aún no termina de morir. Los monstruos nacidos en este intermedio se deben combatir sin vacilación. Sólo con una Palestina libre desde el río hasta el mar podemos permitirnos soñar con una sociedad más justa. Latinoamérica, África, Asia y toda esta “comunidad de destino compartido” llamada humanidad, dependen de ello.
Roberto Bermúdez Pellegrin, Presidente Fundación Raúl Pellegrin – Médico internacionalista.
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