Desde marzo de 2015, el reino de Arabia Saudí sostiene una invasión militar permanente contra Yemen, el país más pobre de Medio Oriente. La Casa de Saud argumenta que el ataque por tierra y aire se debe al avance del movimiento Ansarolá, nacido en el seno de la tribu houthis, que profesa el Islam zaidí […]
Desde marzo de 2015, el reino de Arabia Saudí sostiene una invasión militar permanente contra Yemen, el país más pobre de Medio Oriente. La Casa de Saud argumenta que el ataque por tierra y aire se debe al avance del movimiento Ansarolá, nacido en el seno de la tribu houthis, que profesa el Islam zaidí chiíta.
La salida del poder de Ali Abdullah Saleh, jaqueado por las protestas surgidas en el marco de la denominada Primavera Árabe en 2012, abrió una situación de profundo desgobierno en el país. La represión ordenada por Saleh no pudo detener la ola de protestas que explotaba en una nación de fuerte concepción tribal.
Con el avance político y militar de Ansarolá, la monarquía saudí encontró una razón no sólo para combatir a este movimiento, sino también poder atacar a Irán, su principal enemigo en la región. Desde la Casa de Saud, automáticamente vincularon a Ansarolá con el gobierno de Teheran, más allá de la falta de pruebas reales sobre esta supuesta alianza. Pero si algo fue desencadenante para la invasión a Yemen (algo que no se «recuerda» demasiado en los grandes medios de comunicación), es la importancia estratégica del Estrecho de Bab el-Mandeb, por el cual fluían, antes de la invasión, casi cuatro millones de barriles de petróleo y productos refinados diarios.
Con 527.000 kilómetros cuadrados, Yemen limita con Omán y con Arabia Saudí. Aunque el país sea productor de crudo y posea grandes reservas de gas natural, sus 24 millones de habitantes en la actualidad viven azotados por una profunda crisis humanitaria generada por la invasión militar de la Casa de Saud.
Algunos datos recientes demuestran el caos en el que se encuentra sumida esta nación.
-A principios de noviembre, la Organización de Naciones Unidas (ONU) reveló que el número de muertos por el brote de cólera en Yemen asciende a 2.200. En todo el país ya fueron detectados otros 895.000 casos. La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) publicó un informe en el que alertó los niños y las niñas suponen más de la mitad de los casos sospechosos de la enfermedad. «El brote afecta a más del 90 por ciento de los distritos de 21 de las 22 provincias del país», advirtió el organismo internacional.
-En el mismo informe, la OCHA aseguró que Yemen «hace frente a la mayor emergencia alimentaria del mundo» y a «un desplazamiento generalizado de población». Según la ONU, 21 millones las personas necesitan ayuda humanitaria urgente. El coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, afirmó que Yemen atraviesa «la peor crisis alimentaria del mundo», por lo cual se necesita una respuesta humanitaria inmediata.
-Los últimos datos conocidos cifran en 8.500 los muertos por la invasión militar y en 50.000 los heridos. Desde Naciones Unidas reconocen que esas cifras pueden ser mucho mayores, ya que existen «víctimas silenciosas», que no aparecen en los balances oficiales porque no llegan a los centros de salud o porque ni siquiera disponen de centros de salud a los que acudir.
-Del total de yemeníes, 17 millones de personas sufren inseguridad alimentaria. De ese total, siete millones atraviesan una inseguridad alimentaria severa, que significa que diariamente no saben si van a disponer al menos una comida. A esto se debe sumar que se calcula que un millón y medio de personas dejaron de tener acceso a la salud y a la educación, como también a suministros básicos como agua y electricidad. Los pocos centros de atención que todavía se mantienen en pie son blanco recurrente de los bombardeos saudíes.
-El trabajo humanitario en Yemen es una odisea. Una consecuencia directa de la invasión es que Arabia Saudí dispuso, junto a sus aliados regionales, un bloqueo sobre el territorio yemení. Samir Elhawary, oficial superior de la OCHA, explicó en una entrevista con Europa Press que Yemen era un país excesivamente dependiente de las importaciones y, ahora que la economía se ha contraído un 35 por ciento, los productos de primera necesidad escasean y sus precios se han disparado. Elhawary también reveló «la desgarradora estadística de que un niño muere cada diez minutos por enfermedades prevenibles, como la diarrea o infecciones respiratorias», y unos 400.000 sufren desnutrición aguda, que se ha disparado un 200 por ciento desde 2014 en Yemen.
-Otra consecuencia de la invasión saudí, fue el crecimiento de Al Qaeda y la aparición del Estado Islámico (ISIS). El domingo pasado, ISIS reivindicó un ataque con coche bomba en la ciudad de Adén, en el distrito de Jor Maksar, ubicado en el suroeste del país. Durante el ataque, los terroristas tomaron rehenes; el saldo de la acción dejó 29 policías y seis civiles muertos. Adén y el sur de Yemen son regiones en donde se implantó Al Qaeda luego de la invasión saudí.
Si bien el pueblo yemení sufre las consecuencias más duras de esta invasión, la Casa de Saud no es ajena a su propia aventura militar. Los ataques de Arabia Saudí le cuestan al reino 200 millones de dólares diarios, algo que en los últimos meses resintió la economía interna de la principal monarquía del Golfo Pérsico. Un informe elaborado por la propia Asamblea Consultiva de Arabia Saudí (Shura), reconoció que alrededor del 22 por ciento de la población saudí vive por debajo del umbral de la pobreza. Además, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que Arabia Saudí puede quedarse, dentro de cinco años, sin reservas petroleras si continúa con su actual política financiera. Las propuestas impulsadas por el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, se muestran como una respuesta «liberal» a un sistema comercial y político arcaico que, sin dudas, necesita modernizarse, pero sin perder su andamiaje ideológico en el que se unen los preceptos más conservadores del Islam y un pensamiento profundamente neoliberal.
Pese a este panorama, la respuesta militar yemení no es menor. En los últimos días, Ansarolá, junto a sectores del Ejército, lanzaron un misil balístico que estalló contra el aeropuerto internacional de Riad, capital del reino. También se conoció que la semana pasada, Ansarolá destruyó tres vehículos blindados saudíes cerca de la frontera. La cadena HispanTV informó que más de 180 mercenarios saudíes resultaron muertos y heridos en enfrentamientos con las milicias populares en el este de Saná, la capital del país.
Aunque la situación interna en Yemen se agrava con el correr de las horas, a nivel mundial el silencio es una constante ante los sufrimientos del pueblo yemení. Las masacres que sigue cometiendo Riad son cometidas bajo un férreo manto de impunidad. Mientras tanto, en Yemen se convierte en realidad la idea de que un Medio Oriente dividido siempre será beneficioso solamente para los más poderosos.
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