Basta ya de utilizar una nefasta doble vara de medir. Yemen está ahí y se nos muere lentamente. Su conflicto bélico de naturaleza, inicialmente configurado, como una guerra civil; se ha internacionalizado. Sus aristas peligrosas y criminales son religiosas, políticas, geoestratégicas, todas ellas claras y nítidas para los Estados en conflicto y para la Comunidad Internacional.
La guerra asola ese territorio desde 2014, siete años angustiosos que han provocado un desastre humanitario feroz y desastroso, para muchísimas víctimas civiles y militares.
Un territorio castigado con un índice de más del 80% de personas viviendo por debajo del nivel de la pobreza, 377.000 muertos por las actividades bélicas (dato de la ONU hasta el final del pasado año), 7 millones de personas amenazados por la hambruna, 1 millón de afectados por el cólera, más de 264.615 refugiados (Eritrea, Etiopía, Djibuti), 2.305.048 desplazados internos, bombardeos masivos sobre población civil, crímenes de guerra, niños víctimas de la misma, un retroceso de más de dos décadas de desarrollo debido a la cronificada contienda.
Mientras tanto, nuestro país, vende armas sobre todo a Arabia Saudí, miembro principal de la coalición sunní, que lucha contra los hutíes (chiís), con absoluta impunidad, desconocimiento de la ciudadanía española y opacidad impresentable. Por ejemplo: Navantia –sociedad pública española dedicada a la construcción naval, tanto civil como militar- ha vendido a Arabia Saudí cinco modernas fragatas de guerra, por valor de 2.000 millones de euros. Los referidos barcos y su capacidad de fuego y destrucción es, más que probable, que estén siendo utilizados para el bloqueo naval de Yemen y los ataques a objetivos civiles y militares de ese país ¡Queremos saber, tenemos derecho a saber!: ¿qué vendemos, a quién aprovisionamos, quiénes son los responsables de esas decisiones y la cuantía de esas «exportaciones”?
Dejo alguna foto para que perturben nuestra conciencia y apelen a nuestra solidaridad, al compromiso de ofrecer idéntica ayuda en unas crisis y en otras. Basta de hipocresía y de indiferencia.