Desde marzo de 2015 Yemen, el país más pobre de la península arábiga, está pagando las consecuencias no deseadas de la Primavera Árabe, quienes la instrumentaron, Estados Unidos, Francia y Reino Unidos, tuvieron que sacrificar al antiguo dictador Ali Abdullah Saleh, con una excepcional pirueta gatopardista, dejando en su lugar a su vice Abd Rabbo […]
Desde marzo de 2015 Yemen, el país más pobre de la península arábiga, está pagando las consecuencias no deseadas de la Primavera Árabe, quienes la instrumentaron, Estados Unidos, Francia y Reino Unidos, tuvieron que sacrificar al antiguo dictador Ali Abdullah Saleh, con una excepcional pirueta gatopardista, dejando en su lugar a su vice Abd Rabbo Mansour Hadi, hoy exiliado en Arabia Saudita y responsable fundamental del martirio al que está siendo sometido el pueblo yemení.
Desde que el rey Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz al-Saud, inició la operación «Tormenta Decisiva» con el beneplácito de las potencias occidentales, Israel y una coalición internacional compuesta por una docena de países entre ellos: Egipto, Sudán, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Jordania, Kuwait, Bahréin y Qatar, aunque este último emirato abandonó la alianza en junio de 2017 tras el promocionado conflicto con Riad.
La embestida wahabita contra Yemen, apuntaba a la derrota de la rebelión donde no solo participa la comunidad chiita , casi un 47 % de los 27 millones de yemeníes que pertenecientes a la versión zaydi , que se diferencia del chiismo iraní, aunque de todas formas existe una fuerte ligazón política entre ambas comunidades. Junto a los chiíes vastos sectores de sunitas pobres, marginados tanto por el gobierno de Saleh como por el de Hadi, luchan junto a los Houtíes , nombre tomado de su líder Abdul-Malik al-Houthi, asesinado en 2004.
Riad, pretende la restauración del gobierno de Hadi, en la práctica un obediente virrey de la casa Saud, que no solo impediría la influencia de Irán, la potencia rival de Arabia Saudita en la región, sino que permitiría mantener lejos de sus ricos yacimientos del sur del reino saudita, a la influencia de Irán, ya que en ese sector también se asienta la minoría chií saudita, y muy próxima a la frontera con las áreas chiitas de Yemen.
Riad teme el surgimiento de un movimiento chií pro iraní y pretende consolidar la construcción del gasoducto que desde las refinerías sauditas de Ras Tanura, llegarían atravesando la provincia yemení de Hadhramaut, hasta el puerto de Mukalla sobre el golfo de Adén, evitando el siempre conflictivo estrecho de Ormuz, prácticamente bajo control iraní.
Lo que la caliente cabeza del Rey Salman, consideró que la guerra en Yemen iría a ser solo un ejercicio para sus F16, en realidad la mayoría de sus raid fueron piloteados por oficiales israelíes, pero se ha convertido en un conflicto que está empezando no solo a hacer temblar su corona, sino la propia existencia del reino saudita hasta como hoy se lo conoce.
Ninguno de los asesores del rey Salman, ni su propia inteligencia, ni la CIA, ni el Mossad, evaluar on que los Houtíes o movimiento Ansar Allah (Partidarios de Dios) no solo pudieran resistir a las acciones aéreas por parte de la coalición internacional, sino también a la incursiones terrestres de mercenarios, de tropas pakistaní, los Emiratos Árabes y comandos de al-Qaeda y Daesh, que operan en la península arábiga. Según algunas fuentes Arabia Saudita habría trasladado, vía marítima a Yemen a unos 3 mil combatientes del grupo terrorista Yaish al-Islam que operaba en la región de al-Ghutta Oriental, próximo a Damasco, en Siria. Mientras se sospecha que entre los Houtis , no solo habría hombres de la Guardia Revolucionaria iraní, sino también del poderosísimo Hezbollah libanes, un dolor de cabeza para cualquier ejército del mundo. Mientras que una vez más el Departamento de Estado, utilizando como pretexto la guerra contra el terrorismo, a dispuesto el envío de unidades militares que se encuentran en la zona desde febrero, para luchar contra los muyahidines de al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) y el Daesh que se asientan particularmente en las montañas de provincia de Hadhramaut. Como si no hubiera tomado nota del posible apoyo por parte de Irán a los Houtíes , sumado a la inauguración, este último martes 1 de agosto, de una base militar China en Djibouti a apenas 30 kilómetros de Yemen, en la otra margen del estrecho de Bab al-Mandeb . La unidad norteamericana ha sido desplazada a la provincia meridional de Shabwah, en posesión de los chiitas desde abril de 2015. Según el portavoz del Pentágono, Jeff Davis, ya se realizado ochenta ataques contra posiciones del AQPA, aunque en la confusión podrían haber atacado enclaves Houtíes .
Desde la asunción de Trump, el Pentágono incrementó las acciones militares ya a fines de enero, varias unidades de las fuerzas especiales norteamericanas, transportadas en helicópteros, se ubicaron en la localidad de Yakla, en la provincia central de al-Bayda, a unos 270 kilómetros de Saná la capital del país en posesión de los Houtis .
L os ataques a los que está siendo sometido el pueblo yemení desde 2015, además de barrer con toda la infraestructura sanitaría y civil, ha provocado un número de muertos desconocido, que los más optimistas ubican en 10 mil, aunque la cifra es desproporcionada si se piensa que la aviación saudita ha atacado en estos más de dos años infinidad de poblaciones civiles de manera constante, por lo que el número real de muertos posiblemente pueda ser muchísimo mayor. Los bombardeos que han destruido caminos y depósitos de agua han generado además de una hambruna que pone en riesgo al 80% de la población, y desatado enfermedades que están matando más que las bombas sauditas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la población necesita de manera urgente asistencia alimentaria y sanitaria, mientras que la epidemia de cólera está afectando a 600 mil personas, una de cada 45.
Las tres rondas de conversaciones organizadas por las Naciones Unidas han fracasado ya que es inamovible la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige la restitución en su cargo al presidente Mansour Hadi, a lo que los sectores populares yemeníes se niegan absolutamente.
¿Futuro, que es eso?
Yemen es fundamentalmente un país montañoso, lo que ha hecho muy difícil la comunicación entre los diferentes grupos tribales, generando un fuerte sentido aislacionista y una marcada conciencia autonomista Por lo que Yemen ha sido amalgama compleja de una multitud de pequeños países con costumbres y dialectos diferentes.
Esta realidad histórica y geográfica le ha costado grandes esfuerzos y baños de sangre consolidarse como una unidad nacional. Este perfil histórico construyó al país de una manera multicultural con una definida cultura autonomista, por lo que a lo largo de su historia no fueron pocas las particiones territoriales y políticas que desembocaron en guerras como la de 1962 entre los realistas y republicanos o la de 2009 conocida como la guerra de Saada, aunque su lucha por mantenerse fuera, tanto de los intereses sauditas como egipcios que en más de una ocasión pretendieron anexarlo a sus territorios, esto obligó a los diferentes reinos a una unidad pactada, basada en la sobrevivencia como tales.
E n 1994, tras la caída del bloque socialista, se produjo la unión de la República Popular Democrática de Yemen (marxista) conocida como Yemen del Sur y la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte), aunque nunca esa unión fue efectiva.
Su posición dominante sobre el estrecho de Bab-el-Mandeb , el cuarto paso marítimo más importante del mundo en términos comerciales y de suministro de energía, ha convertido a Yemen en una codiciada pieza en la geopolítica internacional, por lo que la paz se encuentra tan lejana como la esperanza.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/
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