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Yo, artillero, usé fósforo blanco

Fuentes: Il Manifesto

Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti

Serví como artillero en la división M109 del ejército israelí desde 2000 hasta 2003 y recibí instrucción para utilizar las armas que Israel está usando en Gaza. Sé a ciencia cierta que las muertes de los civiles palestinos no son una desgracia desafortunada sino una consecuencia calculada. Las bombas que el ejército israelí usó en Gaza matan a todo aquel que se encuentre en un radio de 50 metros de la explosión y hieren casi seguro a quienes se hallan a 200 metros. Conscientes del impacto de estas armas, las jerarquías militares impiden su uso, incluso en combate, a menos de 350 metros de distancia de los soldados amigos (250 si se encuentran en vehículos acorazados).

Los testimonios y fotografías de Gaza no dejan lugar a dudas: el ejército israelí usó en esta operación bombas de fósforo blanco, que formaban parte del arsenal cuando yo servía en el ejército. El derecho internacional prohíbe su uso en áreas urbanas densamente pobladas debido a las quemaduras graves que provocan: la bomba explota unas decenas de metros antes de tocar el suelo con el fin de aumentar los efectos, y manda 116 trozos de metralla incendiada de fósforo en una área de más de 250 metros. Durante nuestra instrucción, los comandantes nos dijeron que no llamáramos a estas armas «fósforo blanco», sino «humo explosivo» ya que el derecho internacional prohíbe su uso.

Desde el principio de la incursión, veía las noticias con rabia y disgusto. Me estremece el hecho de que soldados de mi país disparen artillería pesada contra una ciudad densamente poblada, y que usen municiones de fósforo blanco. Tal vez nuestros grandes escritores ignoren cómo funcionan estas armas, pero nuestras jerarquías militares bien que lo saben. 1.300 palestinos han muerto desde que comenzó el ataque y más de 5.000 resultaron heridos. Según las previsiones más optimistas, más d ella mitad de los palestinos muertos eran civiles que se vieron en medio del fuego cruzado. Cientos de ellos eran niños. Nuestros dirigentes, conscientes de las consecuencias de la estrategia de guerra que adoptaron, sostienen con cinismo que cada una de esas muertes fue un accidente desgraciado.

Quiero ser claro: no ha habido ningún accidente. Quienes deciden usar artillería pesada y fósforo blanco en una de las áreas urbanas más pobladas del mundo saben perfectamente, como yo sabía, que muchas personas inocentes estaban destinadas a morir. Puesto que conocían de antemano los resultados previsiles de su estrategia de guerra, las muertes civiles en Gaza de este mes no pueden definirse honestamente como un accidente desgraciado.

Este mes he asistido a la erosión ulterior de la estatura moral de mi ejército y mi sociedad. Una conducta moral requiere que no sólo se anuncia la voluntad de no herir a civiles sino que se adopte una estrategia de combate consecuente. Usar artillería pesada y fósforo blanco en un área urbana densamente poblada y sostener después que se mató a los civiles por error es inmoral y ultrajante.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/archivi/fuoripagina/anno/2009/mese/01/articolo/285/?tx_ttnews[backPid]=16&cHash=27f6759410