Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Arabia Saudí no es Mohammed bin Salman. Ese es el mensaje de Abdula Alaud a los países occidentales, en especial a Estados Unidos, que declaró «jugarse todo a una sola carta» al respaldar a MBS, acrónimo con el que se conoce al poderoso príncipe heredero, a pesar de las atrocidades reiteradas que lleva a cabo bajo su gobierno.
Alaudh, miembro del Centro para el Entendimiento entre Musulmanes y Cristianos de la Universidad de Georgetown en Washington, es hijo de Salman al Awda, destacado erudito musulmán saudí arrestado en 2017 en el marco de una intensa campaña contra la disidencia en el reino. La fiscalía saudí solicita para él la pena de muerte en base a ambiguas acusaciones relacionadas con la oposición al gobierno, según su hijo.
En entrevista con Middle East Eye después de dar una conferencia en Georgetown a principios de esta semana, Alaud ha instado a los funcionarios estadounidenses a que conozcan la opinión pública saudí y a que hablen con activistas, intelectuales, economistas y otras personas que trabajan para mejorar las condiciones de los derechos humanos en su país. «Es muy peligroso e imprudente considerar que MBS es Arabia Saudí», señala.
MBS y Kushner
Alaud denuncia lo que denomina la indiferencia occidental ante los abusos de los derechos humanos en Arabia Saudí, incluyendo el caso de su padre. «Es realmente indignante ver hasta dónde llega el silencio de mucha gente, y más indignante aún ver cómo Occidente respalda a MBS a pesar de todo lo que ha pasado, incluso cuando sus propios intereses estratégicos están en juego».
El apoyo estadounidense, dice Alaud, es indispensable para que bin Salman mantenga el control. «MBS no tiene legitimidad popular. No ha sido elegido. No representa a la opinión pública. Carece de esa legitimidad y lo sabe muy bien; así que para que este tipo de gobernantes existan necesitan el apoyo exterior».
MBS ha utilizado su estrecha relación con funcionarios de la administración estadounidense, concretamente con el yerno de Trump, Jared Kushner, para «impulsar su agenda». De hecho, los vínculos de MBS con Kushner se han hecho evidentes en los momentos decisivos de la carrera del príncipe heredero. MBS fue ascendido a príncipe heredero en sustitución de su primo Mohammed bin Nayef en junio de 2017, un mes después de que Donald Trump -acompañado por Kushner y su esposa Ivanka, entre otros funcionarios estadounidenses- visitara Riad en su primer viaje al extranjero como presidente.
A finales de octubre de ese año, Kushner realizó una visita sin previo aviso a MBS, y unos días después el príncipe heredero encarceló a docenas de sus primos de la familia real, así como a empresarios y líderes religiosos, en una purga para consolidar su poder que publicitó como campaña contra la corrupción.
Después de que agentes saudíes asesinaran al periodista Jamal Khashogi en el consulado saudí de Estambul el pasado octubre, Kushner continuó comunicándose con MBS a pesar de la indignación internacional. Como informó el año pasado The New York Times citando a funcionarios de la Casa Blanca, Bin Salman y Kushner se llaman por «el nombre de pila». Puede que tengan afinidad personal pero también les unen sus intereses mutuos», señala Alaud. «MBS quiere que Occidente le acepte, y Jared Kushner, por su parte, se ha servido de su relación para vender su plan del «acuerdo del siglo».
Ejecuciones
Aunque la administración Trump ha mantenido su apoyo inquebrantable a bin Salman han surgido fisuras en las relaciones de otras instituciones estadounidenses con el reino. En abril el Congreso aprobó un proyecto de ley que reclamaba poner fin al apoyo de Washington a la guerra que los saudíes dirigen en Yemen. A finales de 2018 la CIA concluyó que fue bin Salman quien ordenó el asesinato de Khashogi, y los cien senadores aprobaron una resolución que respalda ese informe.
A pesar de esos reproches, en Arabia Saudí se han seguido produciendo sistemáticamente violaciones de derechos humanos. El martes pasado fueron ejecutados 37 ciudadanos, la mayoría de ellos de la minoría chií del país. Alaud sostiene que hay que mantener la presión sobre bin Salman para minimizar sus abusos. «Si no se le controla cometerá todas las atrocidades que se le ocurra».
El hijo del clérigo suní encarcelado también ha condenado las ejecuciones del martes, calificándolas de «escandalosas». «MBS está uniendo a los saudíes contra sí mismo. Nunca había visto una plataforma así, en la que chiíes y suníes se reúnen para discutir el futuro del país. Nunca he visto tanta cercanía entre liberales e islamistas, entre feministas e islamistas, entre diferentes sectores de la sociedad saudí uniéndose».
Sin embargo, el príncipe heredero parece tener un control firme sobre el poder a pesar de las noticias sobre el descontento de miembros de la familia real por su comportamiento errático. Alaud sostiene que a MBS ni se le aprecia ni se le acepta en el seno de la familia real pero que los príncipes saudíes consideran que los ataques contra el rey y el príncipe heredero suponen una amenaza para el gobierno y para sus propios privilegios como miembros de la familia real.
Enjuiciamiento contra Awda
Awda, padre de Alaud, propuso en 2011 cambios radicales en el sistema de gobierno saudí sin despojar a la monarquía de su poder. Su petición, firmada conjuntamente por docenas de activistas, reclamaba una monarquía constitucional con un consejo legislativo elegido y un poder judicial independiente sin destituir al rey. Pero desde el surgimiento de MBS, Awda empezó a enviar mensajes espirituales a sus 14 millones de seguidores de Twitter.
Cuando comenzó la crisis del Golfo por la que Arabia Saudí y sus aliados regionales impusieron un bloqueo a Qatar, se le pidió a Awda que condenara a Doha. Se negó y pidió al gobierno saudí que respetara su silencio. En septiembre de 2017, cuando parecía que la crisis se aliviaba, el imán envió un tweet, ahora borrado, llamando al acercamiento entre los dirigentes del Golfo «por el bien de sus pueblos», sin identificarlos. Esa misma semana fue detenido. Las fuerzas de seguridad registraron su casa y encontraron «libros prohibidos» que Alaud reconoció como propios.
A medida que avanza el juicio contra Awada, Alaud se ha ido expresando cada vez en los medios de comunicación y escribiendo artículos de opinión en los principales periódicos sobre la difícil situación de su padre. Alaud y su familia han sufrido la violenta reacción del régimen. El gobierno saudí se ha negado a renovar su pasaporte y ha prohibido viajar a 17 miembros de su familia. «Intentamos callarnos y no sirvió de nada. No tengo ninguna duda de que sólo la presión funcionará».
Con el antecedente del asesinato de Khashogi fuera del país, Alaud sabe que su franqueza puede tener un coste personal pero no parece que eso le inquiete. «Puede que a veces tenga miedo pero mis principios son más grandes que eso. Mi determinación de contarlo puede más».