Sus políticas no tendrán efecto hasta que sean establecidos los nuevos reglamentos, proceso que, según el Boletín Informativo de la Casa Blanca, «puede tomar varios meses.» Durante ese lapso de tiempo pueden suceder muchas cosas. Apenas fue pronunciada la declaración oficial el 16 de junio cuando, la mayoría de la oposición, a nivel nacional, a […]
Sus políticas no tendrán efecto hasta que sean establecidos los nuevos reglamentos, proceso que, según el Boletín Informativo de la Casa Blanca, «puede tomar varios meses.» Durante ese lapso de tiempo pueden suceder muchas cosas.
Apenas fue pronunciada la declaración oficial el 16 de junio cuando, la mayoría de la oposición, a nivel nacional, a la política de Trump hacia Cuba, despertó una vez más. De hecho, ya estaba extremamente activa y elocuente antes de que fueran anunciados el lugar y la fecha de la Pequeña Habana, en Miami, el pasado 9 de junio. Con el manejo del escenario en el evento de la Pequeña Habana, Trump buscaba convencer a los ya convencidos, sin incluir siquiera al resto de la Florida -donde la mayor parte de los cubanoamericanos se oponen al bloqueo, o al menos la política de Obama de hacer del bloqueo algo más flexible. La manera en la que Trump escoge cuidadosamente los eventos para difundir su discurso a todo el país, no va a funcionar. Su retórica -propia de la guerra fría, no sustituirá a las fuerzas que desean aumentar el comercio y los viajes a Cuba, e incluso eliminar completamente el bloqueo.
Sin embargo, la política de Trump aún no está totalmente definida. Según el Boletín Informativo de la Casa Blanca del 16 de junio acerca de la política hacia Cuba, tan solo en 30 días los Departamentos del Tesoro y de Comercio iniciarán un proceso de emisión de nuevas regulaciones. Sus políticas no tendrán efecto hasta que sean establecidos los nuevos reglamentos, proceso que, según el Boletín Informativo, «puede tomar varios meses.» Durante ese lapso de tiempo pueden suceder muchas cosas.
¿Por qué ahora?
Para evaluar la situación actual debemos retroceder en el tiempo. Trump tenía muchos temas en su agenda nacional e internacional en los primeros 100 días, y no podía ocuparse de Cuba. Este país sigue siendo muy controvertido. Existen contradicciones al interior de su propio partido. Un gran número de congresistas republicanos, de políticos a nivel estatal y municipal, así como de votantes republicanos, apoyan la política de Obama e incluso quieren ir más allá en materia de apertura del comercio y de los viajes y en muchos casos levantar completamente el bloqueo. Este ha sido y sigue siendo un importante obstáculo para Trump.
Tan sólo el 3 de mayo pasado, (seis meses después de iniciado su mandato), Trump convocó a una reunión especial acerca de Cuba en la Casa Blanca, incluyendo a los funcionarios superiores, al Senador republicano de Florida, Marco Rubio, y al Representante Diaz-Balart, quien inicialmente favoreció la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba y el cierre de la Embajada de Estados Unidos en La Habana. En esta reunión quedó claro que los funcionarios de alto nivel en materia de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado deseaban continuar con la política de Obama. De hecho, Rex Tillerson, Secretario del Departamento de Estado, durante su audiencia de confirmación en el Congreso en enero de 2017, fue bastante ambiguo respecto a cualquier cambio importante en la política de Obama. En otra audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el pasado 13 de junio, Tillerson fue de igual modo confuso acerca de un importante retroceso en la política hacia Cuba. Según algunas fuentes de la prensa estadounidense, Tillerson ha expresado en privado su apoyo a la política de Obama.
En este encuentro de 3 de junio se reunieron en la Casa Blanca, H.R. McMaster, Asesor de Seguridad Nacional y Reince Priebus, Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, quienes estaban de acuerdo con Trump y Rubio en «un enfoque de arriba hacia abajo» para pasar por alto a la oposición. De esta manera, Trump entregó la tarea de redactar la política al personal de la Casa Blanca y al Consejo Nacional de Seguridad cuyo jefe H.R. McMaster también estaba de acuerdo con el enfoque Trump/Rubio (en lugar de confiarla al Secretario de Seguridad Nacional, John Kelley y a Tillerson, del Departamento de Estado), con Marco Rubio y Díaz-Balart como los principales asesores.
Ahora bien, ¿cómo Marco Rubio pasó de ser el «Pequeño Marco» -después de que Trump lo ridiculizó durante las elecciones primarias, a ser el «Gran Marco», protagonista de la política hacia Cuba? El Senador es miembro del Comité de Inteligencia del Congreso y fue uno de los pocos que absolvió a Trump durante la audiencia de Comey a principios de mes de junio. ¿Es esta una de las razones por las que a Rubio se le concedió esta privilegiada posición? ¿Qué tan indispensable será Rubio en los próximos meses?
La política de Trump es el resultado de un arreglo entre los partidarios de la línea dura y quienes apoyan las fuerzas anti-bloqueo
A pesar del deseo de Rubio y de la Pequeña Habana de Miami -seguidores de Batista- de romper relaciones, esto no ocurrió y nadie expresó su inconformidad. Aun cuando Trump había aludido anteriormente a dar marcha atrás en materia de relaciones diplomáticas, no anunció la ruptura, aún si se trata de la piedra angular de la política de Obama. Esto es muy positivo. Sin embargo, para compensar esto, Trump ha intensificado sustancialmente la retórica contra Cuba y ha implantado importantes restricciones que revierten la iniciativa de Obama en materia de comercio y de viajes de los estadounidenses. Este es su arreglo. No obstante, ahora que Trump está de regreso a Washington -y de regreso a la tierra, debe enfrentarse a una oposición generalizada a su política hacia Cuba en todo el país, en diametral oposición a la Pequeña Habana.
Algunas contradicciones económicas que la administración de Trump debe confrontar
Una de las medidas revertidas concierne el derecho de los estadounidenses a viajar a Cuba, en la medida que lo hagan en una de las 12 categorías establecidas, entre ellas para fines religiosos o culturales. Obama flexibilizó esta restricción permitiendo a los estadounidenses hacerlo de buena fe. Bajo la política de Trump, tendrán que demostrarlo antes de salir y viajar haciendo parte de un grupo. Esto complica el asunto, no sólo para los ciudadanos estadounidenses, sino también para el Departamento del Tesoro. ¿Cómo va a hacer cumplir esto, especialmente en un momento en el que Trump busca reducir este tipo de gastos? Según fuentes de la Casa Blanca autorizadas para informar a los periodistas bajo el anonimato, permanecerán abiertas otras categorías de viaje autorizadas a los individuos. ¿Está Trump en problemas o expresa ciertas diferencias de puntos de vista entre Rubio y él mismo?
Al promover la política de Trump, Rubio da ejemplo de que están tratando de imponer el fomento a la propiedad privada de los establecimientos estatales bed-and-breakfast o casas particulares, en lugar de los hoteles operados por el Estado. No obstante, si en el plazo de unos pocos meses la política de Trump complica los viajes a Cuba, ¿cómo podrían llegar estos potenciales clientes a los B&B? Adicionalmente, no se espera que la poderosa compañía de alojamientos en red, Airbnb, acepte esto sumisamente, así como tampoco las principales compañías aéreas de Estados Unidos, ni la gigantesca compañía de viajes online Expedia, que acaba de concluir un acuerdo con los hoteles cubanos.
Asimismo, ¿qué haría el Departamento del Tesoro de Estados Unidos si los visitantes estadounidenses fuesen a disfrutar de un aperitivo o de una bebida en el icónico Sloppy Joe’s Bar o en el igualmente emblemático Floridita, en La Habana Vieja, inconscientes de que los dos son administrados por el grupo empresarial de la Fuerzas Armadas Cubanas? Si el Tesoro aplicara neciamente la directiva emitida el 16 de junio, Estados Unidos estaría privando a los visitantes estadounidenses del acceso a estos hitos de la presencia estadounidense en La Habana antes de la Revolución.
Mientras la nueva política hacia Cuba impulsada por Rubio está destinada a lograr el apoyo de los cubanoamericanos. Si GAESA controla también buena parte de las finanzas de Cuba, incluyendo las remesas, así, inadvertidamente, Trump podría incluso enfrentarse a algunos cubanoamericanos seducidos por su política hacia Cuba, tal como fuese anunciada el 16 de junio, pero pronto despertarán al descubrir que ésta va en contra inclusive de sus propios intereses familiares.
Es posible que el Secretario de Estado, Tillerson, no sea el único del gabinete de Trump que pareciera estar al menos en parcial contradicción con la nueva política. Recientemente, el 17 de mayo de 2017, después de la reunión de la Casa Blanca del 3 de mayo, Sonny Perdue, Secretario de Agricultura de Estados Unidos, prometió su apoyo a la expansión del comercio de productos agrícolas hacia Cuba durante una audiencia del Comité Agrícola de la Cámara. Durante mucho tiempo, el Secretario Perdue ha sido defensor de la expansión del comercio de productos agrícolas hacia Cuba, tras expresar su apoyo en su audiencia de confirmación en el Senado, así como también durante su periodo como Gobernador de Georgia, luego del viaje de una delegación comercial a Cuba. Esto es tan sólo parte de un panorama más amplio por el cual los Estados agrícolas de la región del medio-oeste que votaron por Trump también desean acceder al mercado cubano.
GAESA controla además parte de la nueva terminal de contenedores de Mariel, en la costa noroeste de Cuba. Mientras tanto, los puertos de la Costa del Golfo de Estados Unidos y el Puerto de Virginia ya han firmado cartas de intención para trabajar con este nuevo terminal. ¿Qué harán?
Incongruencias políticas
El 16 de junio, Trump insistió en la necesidad de aplicar estrictamente la legislación estadounidense relacionada con el bloqueo. Sin duda, se refería entre otras a la Ley Helms-Burton de 1996, firmada por el Presidente Bill Clinton. Ésta amplió el bloqueo aún más que su predecesora, la Ley Torricelli de 1992, llegando a hacerlo de forma extra territorial. La ley de 1996 castiga a terceros países que mantienen relaciones comerciales con Cuba, como se ha visto recientemente, por ejemplo, por la imposición de una multa a Honda-Canadá por negociar con Cuba, desafiando así la soberanía de Canadá.
No obstante, la Ley Helms-Burton también estipula que el gobierno estadounidense no puede realizar ningún acuerdo con Cuba mientras Fidel o Raúl Castro estén en el poder. Pues bien, Raúl Castro es Jefe de Estado. ¿Significa esto que Trump está violando este punto de la legislación? Si bien, se trata de una pregunta en tono de burla, la situación muestra que la política de Trump es el resultado de un arreglo y que él está a la defensiva, camuflado tras su retórica. Quizás la más evidente contradicción política es que si el régimen cubano es tan nefasto -cuando lanzó un ataque para describirlo, ¿por qué mantiene relaciones diplomáticas y una Embajada en La Habana, e incluso invita a Cuba a la mesa de negociaciones sin importarle cuánto apesta su hipocresía?
El 16 de junio, Trump afirmó algo con el fin de señalar a Venezuela igualmente. Otro caso de injerencia flagrante en los asuntos internos de un país latinoamericano, como lo hizo con Cuba. La Organización de Estados Americanos (que agrupa a los 35 países del hemisferio excepto a Cuba) se reunió del 19 al 21 de junio en Cancún, México. Se trata de un período ordinario de sesiones de todos los ministros de relaciones exteriores, en el cual Estados Unidos es representado por el Secretario de Estado, Tillerson. ¿Cuál sería la reacción de los Estados miembros? ¿Llevaría la arrogante efusión de Trump del 16 de junio a más países contra la injerencia estadounidense en la región, logrando así un efecto boomerang ante su anuncio?
Cabe recordar que la oposición unánime de las naciones latinoamericanas y caribeñas a lo largo de decenios a la política de Estados Unidos hacia Cuba, fue uno de los factores que presionó a Obama a establecer las relaciones diplomáticas con Cuba, en diciembre de 2014. El lenguaje corporal de Tillerson mientras escuchaba a Trump durante la presentación del 16 de junio en Miami, pareciera indicar una renuente aprobación de su nueva política hacia Cuba. ¿Tendría en mente la reunión de Cancún y lo que podría afrontar como resultado de la desacertada política de Rubio hacia Cuba? El 18 de junio se anunció que Tillerson no estaría presente en la Cumbre de la OEA en Cancún. Éste sería reemplazado por Kevin Sullivan, Representante Interino ante la Organización de los Estados Americanos y Michael J. Fitzpatrick, Subsecretario Adjunto de Asuntos Exteriores para la Región Andina, Brasil y el Cono Sur. Hay que notar que en esa Cumbre de Cancún, EEUU y sus aliados no pudieron imponer una resolución injerencista a Venezuela, el objetivo principal del Imperio. ¿Es posible que la política de Trump hacia Cuba se haya contrabandeado?
Aún es tiempo de actuar
Tan pronto como Trump terminó su discurso, Engage Cuba, la principal coalición contra el bloqueo, con respaldo político bipartidista y apoyo empresarial a nivel nacional, emitió una declaración que concluyó lo siguiente: «Hoy fue el discurso. Mañana regresaremos a trabajar.» Este es hoy el principal mensaje de mis palabras, a manera de reacción inicial a la política de Trump. Las fuerzas de Estados Unidos, el sector de los negocios, la industria turística, académicos y educadores, comunidades, políticos, sectores populares, aún cuentan con varios meses para tratar de influir en la situación a favor de una mayor apertura a los viajes y al comercio, con el objetivo de levantar el bloqueo total. Esto podrá lograrse aprovechando las contradicciones de la administración Trump y su partido, e inspirándose en la mayoritaria oposición estadounidense al bloqueo. Esto es apoyado por los pueblos de todo el mundo que están a favor del derecho de Cuba a la soberanía y a la autodeterminación. Ellos se oponen firmemente al intento de injerencia en los asuntos internos de Cuba con el fin de forzar el «cambio» en conformidad con los deseos de Estados Unidos.
Entretanto, tan sólo varias horas después del anuncio de Trump, el gobierno cubano emitió una fuerte declaración que indica, como lo ha hecho desde 1959, que Cuba se niega a someterse a las amenazas de Estados Unidos. El Gobierno declaró además que está dispuesto a continuar un diálogo respetuoso con Estados Unidos en temas de interés mutuo sobre la base del respeto mutuo. Esta opción de sentarse a la mesa no habría sido posible si Trump no estuviese obligado a llegar a un acuerdo y así mantener las relaciones diplomáticas con Cuba. Por otra parte, Cuba es muy consciente de la política interna estadounidense, sin señalar a Trump, sino tan sólo mencionando que el Presidente estadounidense fue mal asesorado.
El 19 de junio, durante una conferencia de prensa especial celebrada en Viena, donde estaba de visita, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, detalló apasionadamente la naturaleza terrorista de los cubano-americanos de Miami elogiados por Trump, por ejemplo uno involucrado «en un atentado contra el presidente Fidel Castro Ruz en 1997». Homenajeó a una persona que participó personalmente en el asesinato del conocido luchador revolucionario Frank País, también de su compañero Raúl Pujol, y en otro momento, del hermano menor de Frank País de solo 19 años. El canciller cubano dijo: «Es una ofensa que nuestro pueblo no podrá olvidar.»
«Reitero la voluntad de Cuba de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo y de negociar los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el absoluto respeto a nuestra independencia y soberanía.» Bruno Rodríguez mostró que no hay ilusiones sobre el objetivo de EEUU: «Es falso afirmar que el presidente Barack Obama hizo concesiones a Cuba. Él mantuvo en lo fundamental el bloqueo a Cuba y trató de avanzar los intereses norteamericanos, incluso, de subvertir el orden constitucional en nuestro país.» Declaró que «estas medidas refuerzan nuestro patriotismo, nuestra dignidad, nuestra decisión de defender por todos los medios la independencia nacional en el espíritu de José Martí, Antonio Maceo y Fidel Castro Ruz.»
Esta situación frente a un posible diálogo y al hecho de que el proceso tardará varios meses, dadas las crecientes presiones anti-bloqueo, constituyen los puntos positivos. De lo contrario, sería un 16 de junio muy sombrío.
Arnold August, periodista y autor canadiense de tres libros acerca de Cuba. Su más reciente publicación, Las relaciones Cuba-Estados Unidos. Obama y más allá, incluye un análisis acerca del desarrollo de la política de Trump hacia Cuba. (Venidero febrero, 2018, Editorial Oriente, Santiago de Cuba). http://www.arnoldaugust.com/index_sp.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.