Las condiciones de Gaza se describen habitualmente con el lenguaje neutral del humanitarismo y la pobreza. Un documento publicado 6 de febrero por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas señala que «[…] El combustible de emergencia para instalaciones esenciales de Gaza se agotará en los próximos diez días» y que «[…] […]
Las condiciones de Gaza se describen habitualmente con el lenguaje neutral del humanitarismo y la pobreza. Un documento publicado 6 de febrero por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas señala que «[…] El combustible de emergencia para instalaciones esenciales de Gaza se agotará en los próximos diez días» y que «[…] están en riesgo los servicios de urgencias y de diagnóstico, como resonancias magnéticas, CT y rayos X, las unidades de cuidados intensivos y los quirófanos de 13 hospitales públicos; unas 55 fosas sépticas, 48 plantas de desalinización y la recolección de desechos sólidos».
La declaración describe esta situación como «una catástrofe humanitaria derivada de la crisis energética» aunque no ofrece información alguna sobre las causas o la responsabilidad de dicha crisis.
Un lenguaje despolitizado
Un informe de Unicef sobre la pobreza en Gaza señala que las «condiciones económicas» se han deteriorado en la Franja y que «el 40% de las familias gazíes viven por debajo del nivel de la pobreza y el 70% depende en alguna medida de ayuda externa». En ningún momento este artículo menciona a Israel, a Estados Unidos o a sus socios.
La Previsión Económica de Palestina del Banco Mundial de octubre de 2017 señala que el desempleo en Gaza alcanza el 44% y a más del 60% para las personas de entre 15 y 29 años. Este documento también obvia mencionar a Israel o a cualquiera de sus aliados y solo hace una vaga referencia a las «limitaciones actuales a la competitividad económica» sin ofrecer ninguna pista sobre cuáles son dichas limitaciones, quién las ha establecido o por qué.
Es engañoso describir los enormes obstáculos que los habitantes de Gaza enfrentan única o principalmente con el lenguaje despolitizado del humanitarismo y la pobreza. Presentar así los problemas de los gazíes sugiere que han aparecido de manera natural y oculta que son el resultado de las políticas deliberadas de Estados Unidos, Israel, la Autoridad Palestina y Egipto.
Israel controla el acceso al territorio de Gaza, su espacio aéreo y su mar, y ha asediado la Franja desde 2006. Israel ocupa Gaza y, según el derecho internacional, las potencias ocupantes son responsables del bienestar de la población en el territorio ocupado.
Que Israel gestione la economía de Gaza pone de manifiesto que es responsable de la pobreza y el desempleo en la Franja y de la propagación de sus efectos. Israel decide qué bienes vale la pena fabricar en Gaza y venderse fuera, por lo que «crea un impacto en la rentabilidad y la viabilidad de las diferentes ramas de la industria», en palabras del grupo de derechos humanos Gisha .
La organización señala que el control de Israel sobre el único cruce terrestre a través del cual los bienes entran y salen de Gaza permite a Israel limitar lo que entra y sale para «influir en casi todos los aspectos de la economía gazí y en el mercado de trabajo». Dado que Israel es «el proveedor casi único de todos los productos y bienes que entran en Gaza», también «tiene una influencia decisiva en el coste de la vida en la Franja».
Crímenes israelíes contra palestinos
Paralelamente, las restricciones israelíes a las exportaciones de Gaza dejan el territorio «aislado y sin oportunidad real para el desarrollo económico». Israel ha llevado a cabo tres importantes ataques militares contra Gaza en menos de 10 años que han matado a miles de palestinos.
Las restricciones israelíes a la capacidad de los palestinos para importar materiales de construcción han paralizado los esfuerzos de reconstrucción, dejando a decenas de miles de personas sin hogar y las infraestructuras en condiciones calamitosas . Todas estas medidas forman parte de los más de 50 años de de-desarrollo israelí de la Franja.
Además, como señala la organización de derechos humanos Al Haq, Israel ha creado una «zona de amortiguamiento» alrededor de Gaza que ha reducido los terrenos disponibles para la agricultura; asimismo ha restringido por la fuerza el acceso palestino al mar en la medida en que: «ha designado aproximadamente un 17% del territorio de Gaza como zona de acceso restringido, dejando inaccesibles más de la mitad de las tierras agrícolas y el 85% del espacio marítimo de Gaza. Dado que la pesca y la agricultura son los principales pilares de la economía palestina, el bloqueo ha devastado la vida de la Franja de Gaza».
Cuando Israel decide que los pescadores palestinos están demasiado lejos de la costa la armada israelí los suele ataca con granadas paralizantes, destruye sus barcos, les detiene o les dispara. Entre junio de 2007 y julio de 2013 cinco pescadores fueron asesinados y al menos uno más en marzo de 2015 y otro en junio de 2017.
Israel no actúa solo. Estados Unidos sigue proporcionando los medios necesarios para que Israel cerque Gaza -y lleve a cabo todos los demás crímenes contra los palestinos y contra países vecinos- en forma de ayuda militar y con cobertura política.
El gobierno egipcio, beneficiario de la espléndida ayuda militar estadounidense y opuesto al gobierno de Hamas que está en el poder en Gaza, viene aplicando casi sistemáticamente el bloqueo en su cruce hacia Gaza. El verano pasado, la Autoridad Palestina, que en muchos aspectos ha estado funcionando como un representante estadounidense-israelí, redujo los salarios a sus funcionarios de Gaza y presionó exitosamente a Israel para que cortara la electricidad de la Franja con el fin de debilitar a sus rivales de Hamas.
Hay pocas razones para creer que a corto plazo Israel y Estados Unidos vayan a mejorar la vida de los residentes de Gaza. Gisha señala que: «A lo largo de 2017, los viajes hacia y desde Gaza se han restringido aún más con nuevas medidas o intensificando las ya existentes» y que estas se han aplicado «sin justificación alguna sobre su propósito y, al parecer, sin tener en cuenta el impacto que tendrían sobre la población civil de Gaza» que ya padece una gran presión.
Como informa el periodista palestino-estadounidense Ali Abunimah, Estados Unidos decidió en enero retener más de la mitad de su contribución mensual de 125 millones de dólares a la Agencia de Obras Públicas y Socorro de la ONU (UNRWA), socavando la capacidad de la organización para proporcionar «salud básica, educación, y servicios a cinco millones de refugiados palestinos» y causando «la peor crisis financiera de la historia de la UNRWA», según su portavoz.
Gaza, por lo tanto, no tiene un problema humanitario. Tiene un problema político Tiene un problema de imperialismo. Tiene un problema colonial.
Las soluciones incorrectas
Describir las dificultades que padecen los residentes de Gaza en meros términos de humanitarismo y pobreza sugiere que estos problemas pueden y deben ser resueltos mediante ayuda internacional y de las ONG más que mediante una solución política a la cuestión de Palestina que conduzca a la libertad de los palestinos.
Tariq Da’na documenta que los palestinos han sido abocados a una situación de dependencia institucionalizada de una «industria de ayuda» internacional porque la ayuda está condicionada a ciertas exigencias.
Estas, escribe, han reducido drásticamente el espacio político palestino al exigir adhesión al «proceso de paz» -una designación poco apropiada para las r elaciones palestino-israelíes desde los Acuerdos de Oslo de 1993 – durante el cual Israel ha duplicado su número de colonos ilegales en Cisjordania incluida Jerusalén Oriental, ha reducido Gaza a su estado actual, ha matado a miles de palestinos, y ha impedido que la autodeterminación palestina llegue a buen puerto.
Como señala Max Ajl, por mucho que el personal de las ONG internacionales en Gaza pueda simpatizar con los palestinos, el mandato de esas entidades «no se extiende a abordar la causa raíz del asedio» y su tarea «es en el mejor de los casos mantener la situación congelada en el tiempo… para mantener a los palestinos de la Franja con vida».
Lo que le está pasando a Gaza es una calamidad política que requiere una solución política: la liberación palestina.
Greg Shupak es escritor de ficción y análista político. Es profesor de Estudios de Medios en la Universidad de Guelph-Humber. Su libro, The Wrong Story: Palestine, Israel, and the Media, puede solicitarse en OR Books.