En una conducta ya habitual por parte del Primer Ministro de la entidad sionista, Benjamín Netanyahu, este ha vuelto a amenazar a la República islámica de Irán, insistiendo en que la nación persa es un peligro para la estabilidad de Oriente Medio. Las palabras de Netanyahu fueron formuladas en el seno de la 54 Conferencia […]
En una conducta ya habitual por parte del Primer Ministro de la entidad sionista, Benjamín Netanyahu, este ha vuelto a amenazar a la República islámica de Irán, insistiendo en que la nación persa es un peligro para la estabilidad de Oriente Medio.
Las palabras de Netanyahu fueron formuladas en el seno de la 54 Conferencia Internacional de Seguridad de Múnich, celebrada entre el 16 al 18 de febrero. Conferencia creada el año 1963 que se ha convertido en un importante foro internacional de debates y que reúne a políticos, militares, diplomáticos, empresarios y activistas de decenas de países, para discutir, en esencia, lo que le interesa a las potencias occidentales.
El tema central discutido en el seno de esta Conferencia, celebrada en el lujoso hotel Bayerischer Hof, entre el 16 y el 18 de febrero, salió del denominado «Informe de Seguridad de Múnich», publicado con antelación como base para la discusión y que lleva por título «Hasta el borde del abismo ¿y de vuelta?». Dicho documento y sus discusiones en las distintas comisiones reflejó, en esencia, la inseguridad de los políticos de Europa surgida a partir de las declaraciones de Donald Trump respecto a su doctrina de America First. En ese contexto, la Europa comunitaria discute la manera en que puede llevar a cabo su propia política de seguridad, en un entorno marcado por las tensiones con Rusia, el resurgimiento de los nacionalismos y el fortalecimiento de la extrema derecha. A lo que se suma, la seguridad cibernética, el cambio climático y las tensiones en Oriente Medio
Justamente, este último punto fue el escenario propicio para las declaraciones altisonantes de Benjamín Netanyahu. El político sionista calificó a la República Islámica de Irán como «la mayor amenaza del mundo». Aprovechando el podio, Netanyahu habló de lo inútil que resulta «apaciguar a Irán» comparando el Plan integral de Acción Conjunta – JCPOA por sus siglas en inglés – firmado entre Irán y el G5+1 en julio del año 2015, con el acuerdo firmado entre algunas potencias europeas con el régimen nacionalsocialista el año 1938 y que no evitó la Segunda Guerra Mundial. «Pido no repetir los errores del pasado. El apaciguamiento no funciona», concluyó un Netanyahu acostumbrado a la teatralización dramática de sus intervenciones al más puro estilo de las enseñanzas melodramáticas de Paul Devriet al líder nacionalsocialista Adolf Hitler.
Las palabras del político ultraderechista israelí – con graves acusaciones de corrupción en su contra, lo que ha significado buscar alternativas de desviar la atención de la opinión pública de Israel sobre las investigaciones en curso – resultan sorprendentes, sobre todo a la hora de analizar que ha sido el sionismo el principal responsable de cientos de miles de muertes, agresiones, invasiones y el actual estado de inestabilidad que se vive en Oriente Medio. Ha sido precisamente la entidad israelí, avalada por Washington y la alianza tejida con el wahabismo saudí, quienes han propiciado la crisis vivida en la región, apoyando la creación y desarrollo de los grupos terroristas como Daesh, Fath al Sham y Ahrar al Sham, entre otros.
Netanyahu ha generado una política destinada a generar fricciones y una cuña entre los Estados árabes e Irán declarando que «los árabes reconocen que Israel no es su enemigo sino que aliado» afirmando que la entidad sionista no permitirá que la nación persa afiance el pasillo de influencia que se ha creado a partir de los triunfos del Eje de la Resistencia, entre el Mar Caspio y el Mediterráneo. Realidad que aterra a Tel Aviv, que ve con creciente temor como las fuerzas antisionistas se encuentran en la frontera de la Palestina ocupada, lo que ha significado un control más efectivo contra las crónicas incursiones israelíes sobre los territorios de sus vecinos y que el pasado miércoles 12 de febrero significó, por ejemplo, el derribo de un F 16 israelí cambiando 30 años de ataques impunes.
Tal hecho generó la alarma en las filas sionistas, montando un show muy parecido al que Netanyahu presentó en la Asamblea General de las Naciones Unidas en octubre del año 2015 cuando se firmó el Acuerdo Nuclear. En aquella oportunidad el premier israelí mostró un dibujo propio de un niño de preparatoria, para demostrar la amenaza nuclear iraní. Este 2018, en Múnich, Netanyahu exhibió un fierro retorcido, signándolo como un resto de un dron iraní declarando urbi et orbe e interpelando al canciller iraní «¿Lo reconoce? Debería. Es suyo», afirmando, a continuación, que Israel tiene sus líneas rojas e Irán está tratando de cruzar esas líneas, «lo que nos obligará a actuar, sin dudar, para defendernos». Declaraciones más propias de una actuación de un clown, que de un dirigente político, generando risas irónicas de los presentes en esta Conferencia.
La reacción de Irán a la intervención de Netanyahu en Múnich no se hizo esperar. El ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, presente también en esta 54 Conferencia de Seguridad, pero que no se encontraba en el momento del show de Netanyahu calificó de «circo caricatural» a las palabras del político sionista. «Han sido testigos de un circo caricatural esta mañana que ni si quiera merece la pena contestar», declaró Zarif sin dar mayor importancia a este tipo de acciones, convertidas en un clásico de Netanyahu, y que suelen ser destinadas a desviar la atención sobre las responsabilidades del sionismo en los crímenes de lesa humanidad cometidos contra el pueblo palestino, sus apoyos al terrorismo que actúa contra las sociedades de Siria e Irak y sus acciones desestabilizadoras contra el propio Irán. A lo que hay que sumar ahora los serios problemas derivados de las acusaciones de corrupción que enfrenta Netanyahu en Israel, que puede significar su juzgamiento, al estilo del mafioso Al Capone, no por sus crímenes, sino por sus problemas financieros.
Zarif, en declaraciones efectuadas a la prensa internacional, responsabilizó a Israel y Estados Unidos de los conflictos que azotan Oriente Medio en una conducta hegemónica de décadas, alertando sobre el peligro de un conflicto aún mayor que los que se viven. «En la actualidad estamos muy cerca de un conflicto que va en aumento». Zarif acusó a Israel de lanzar ataques diarios en territorio sirio, a lo que hay que sumar los ataques contra la población palestina con muertes diarias a manos de las fuerzas ocupantes.
El canciller iraní afirmó que Irán cree que no puede haber más potencias hegemónicas. «Queremos una región fuerte, no queremos ser hegemónicos en la región, creemos que la era de las hegemonías pasó hace tiempo». Con referencia al derribo de un avión de guerra israelí que había bombardeado territorio sirio en supuesta respuesta al incidente del dron iraní, el Ministro Zarif señaló que «lo sucedido en los últimos días muestra que la llamada invencibilidad israelí se resquebraja…si los intereses de Teherán no se garantizan, Irán responderá seriamente y será una respuesta contundente», en clara referencia a las amenazas sionistas.
Desde Múnich a Chile el show debe continuar
Las acciones circenses del gobierno israelí se expresan desde sus máximos dirigentes, como es el caso de Netanyahu en Múnich, hasta la labor de defensa de un régimen criminal a través de sus representaciones diplomáticas. Esto, en el marco de una labor enmarcada en lo que el sionismo denomina la Hasbara, es decir, la explicación y defensa de los argumentos de una ideología, la limpieza de imagen de una entidad que se alimenta del desprecio a los derechos de otros seres humanos. La hasbara pretende defender lo indefendible, desvirtuar, ocultar los verdaderos propósitos de un régimen que en el caso específico de Palestina ha significado su colonización, ocupación y asesinatos permanentes de su población a manos de un sionismo que viola impunemente la legislación internacional.
En el caso de las Embajadas de la entidad israelí, estas suelen repetir un guión aprendido donde resulta inútil, frente a la gravedad de los hechos denunciados, que oculte las acciones criminales de su gobierno. Tal es el caso de la detención de la joven mujer Ahed Tamimi, quien enfrenta un juicio llevado a cabo por el régimen ocupante. Tamimi ha sido acusada de abofetear a un soldado israelí, que había ingresado en su casa y como sucedía habitualmente agredía a su familia y a los habitantes del pueblo de Nabi Saleh, donde habita la joven Palestina, sin que ello tuviera freno alguno. Lo lógico, en cualquier parte del mundo es que sea legítimo repeler las acciones delictivas de un ejército ocupante, que viola el derecho internacional y que trata de someter a la población ocupada. La rebelión frente al agresor, la defensa frente a los asesinos de nuestros pueblos exige actuar.
Esa conducta digna, rebelde, de lucha por la liberación frente a una ocupación criminal, para la Embajada israelí en Chile, no es permisible, no se acepta y trata de minimizar cualquier labor destinada a denunciar los atropellos a los derechos humanos de la población palestina. La solidaridad debe alzarse espontánea, fuerte, masiva, a viva voz, sobre todo en un país, como Chile, que posee la mayor cantidad de población de origen palestino fuera de Oriente Medio. La pregunta que surge cuando la embajada sionista emite una declaración manifestando su rechazo a una campaña por la liberación de Ahed Tamimi es: ¿Qué pretende la embajada del régimen sionista?
Las respuestas son tan simples como demostrativas de la hipocresía del sionismo: Quiere que el mundo siga mudo, con relación a sus constantes violaciones de los derechos humanos del pueblo palestino. Seguramente, este «modelo político» desea que nos creamos sus cuentos de ser la «única democracia de Oriente Medio» y nos quedemos mudos frente a los crímenes cometidos. La Embajada israelí pretende que seamos mansos borregos conudcidos al matadero y generemos una suerte de discusión sobre los alcances de las medidas punitivas que ejerce su gobierno. Esa dialéctica inútil no debe ser asumida.
Este Israel que viola sistemáticamente los derechos de un pueblo, ocupando su territorio, demoliendo sus viviendas, asesinando a su juventud, impidiendo el retorno de millones de refugiados. Aislando al pueblo palestino y sus familias a través de un muro vergonzoso, que se adentra en tierras palestinas violando toda la legislación internacional. Este Israel que asfixia a la Franja de Gaza. Agrede a los pueblos de a Oriente Medio a través de su política de alianzas con Estados Unidos y apoya a los grupos terroristas que han atacado a Siria e Irak… ¿pretende darnos lecciones de democracia? ¿pretende señalarnos lo que se debe o no defender? ¿Es este Israel el que pretende hablarnos de democracia, de víctimas y de respeto a la ley?
¿Pretende su Embajada en Santiago de Chile que sigamos mudos, ciegos, sordos frente a los atropellos que ha sufrido la familia de Ahed Tamimi? ¿Nos quiere hacer creer que la legítima defensa frente a la violación permanente del hogar de esta joven mujer, los disparos a su familiares y la ocupación permanente de su tierra, pase sin más, que lo signemos bajo la surrealista explicación que los victimarios son las víctimas y que una bofetada puede ser asimilada a los disparos a niños indefensos, al ajusticiamiento de heridos, al atropello constante a los derechos del pueblo palestino?
La campaña mundial por la libertad de Ahed Tamimi aterroriza el régimen israelí. Lo ha dejado al desnudo en toda la dimensión criminal de una entidad nacida bajo el signo de la violación a los derechos humanos de la población palestina. Una entidad que se ha desarrollado al amparo de la agresión de los pueblos de Oriente Medio. Pueblos que junto a otros, de diversas partes del mundo claman por la libertad de Palestina y en este caso bajo el símbolo que representa Ahed Tamimi.
El estruendo que se ha levantado para exigir al sionismo que cese sus crímenes, debe ir a la par de las acciones destinadas a repeler las agresiones militares de este régimen totalitario, disfrazado de demócrata pero cuya careta no puede ocultar la esencia criminal que la conforma. Se debe trabajar para que el sionismo se convierta sólo en un mal recuerdo, en parte del pasado. Y, para hacer realidad este deseo hay que destruirlo, bajo las más diversas formas de lucha: el derribo de sus aviones, la petición de libertad para los presos políticos palestinos, por el impulso de campañas que aíslen a esta entidad bajo acciones de boicot, desinversión y sanciones. El mundo debe impedir que el régimen israelí siga victimizándose para cometer crímenes similares a los cometidos por aquellos a quienes ellos llamaron genocidas y de los cuales se beneficiaron con ingentes sumas de dinero en compensaciones. Israel es una entidad criminal, colonialista, racista, un régimen que se ha convertido en un nacionalsionismo que debe tener freno.
El comunicado de la embajada de Israel en Chile donde manifiesta su «preocupación por el ambiente de desinformación en torno al caso, donde el liderazgo palestino ha intentado victimizar a Tamimi, enarbolando consignas antiisraelies y poniendo a Israel como victimario», es la expresión clásica de la hasbara. Es la continuación del tipo de acción que ejecuta su líder político y por extensión la clase política israelí, sus voceros y seguidores. Es parte constituyente de este circo sionista.
Las declaraciones de la Embajada sionista refieren a la campaña de la Federación Palestina de Chile exigiendo la libertad de la joven Ahed Tamimi, mediante gigantescos lienzos y afiches, colocados en lugares estratégicos de la capital de Chile, con la figura de Tamimi lo que desencadenó el enojo de la comunidad sionista en Chile, que suele acudir presurosa a declaraciones y denuncias de supuesto antisemitismo y acciones antijudias cuando se critica al sionismo, queriendo mezclar asuntos claramente distintos.
Cuando se defiende a Ahed Tamimi no se trata de victimizar a la joven palestina: Ella ¡es una víctima¡, una joven sometida al arbitrio de una política criminal. Una víctima de terroristas disfrazados de gobernantes, colonos y ejército de ocupación, Ahed Tamimi y sus bofetadas al ocupante sólo ha hecho lo que toda persona digna puede y debe hacer. Una bofetada frente a miles de asesinatos, frente a la tortura, la ocupación y el crimen permanente es un hecho simbólico y eso preocupa al régimen sionista. Una bofetada digna, ejemplar, certera, al centro de un régimen asesino golpea más que mil misiles y duele pues deja al descubierto la esencia malhechora del sionismo, de sus militantes, sus defensores y cómplices.
Que impostura, que falsedad la del sionismo y sus representaciones diplomáticas cuando emite comunicados tratando de defender lo indefendible o presenta artefactos en un foro internacional en un show propio de un circo. Una conducta tan propia de su síndrome de dispara y llora. Con la campaña de solidaridad a favor de la liberación de Ahed Tamimi o de demostrar como Tel Aviv ha favorecido el desarrollo del terrorismo en Oriente Medio para agredir a los pueblos de Siria, El Líbano, Irak y continuar su crónica ocupación de Palestina, no se está tratando de demonizar a Israel, porque Israel es un ente en esencia perverso, criminal y, si quieren llamarlo, demoniaco, entraría con toda justeza en este campo semántico. No se necesitan campañas de demonización, su propia existencia así lo certifica.
Israel es un invento, un ente artificial creado a costa del pueblo palestino. Una entidad que ha fagocitarlo tierras, pueblos, aldeas, territorios de Palestina y que trata de desarrollarse en función de cercenar los derechos de otros pueblos, de impulsar guerras contra países que se enfrentan a sus ansias de poder. Israel es un régimen que ha tejido una historia plagada de mitos y pruebas falseadas a partir de su idea de considerarse un pueblo elegido. No es necesario demonizar a un demonio, basta con dar cuenta de lo que ha sido su historia desde el momento de su creación como entidad el año 1948.
Fuente original: https://www.hispantv.com/noticias/opinion/369216/netanyahu-iran-conferencia-munich-zarif
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